Cannabinoides sintéticos
Hace algún tiempo dedicamos unas entregas a analizar consecuencias y problemas derivados del uso recreativo de cannabinoides sintéticos.
Los estudios científicos sobre el tema se han multiplicado en los últimos años, por lo que es un buen momento para repasar las novedades más importantes sobre el tema.
El uso recreativo de cannabinoides sintéticos (spice, spice drugs, K2, marihuana sintética…) puede llegar a ser un problema emergente de salud pública como consecuencia directa de unas políticas de drogas irracionales y basadas en mitos y moral. Desde 2010 aproximadamente, se empezaron a detectar decenas de moléculas en extractos herbales, que se venden a través de internet, y cuya única característica común es la de no estar ilegalizadas y unirse a los receptores cerebrales CB en los que actúa el cannabis.
Los efectos y riesgos del cannabis están perfectamente establecidos, ya que se trata de una droga utilizada durante decenas de miles de años por el hombre y existen suficiente estudios científicos para evaluar sus potenciales riesgos y problemas (que, por cierto, son menores a los del alcohol o el tabaco según todos los estudios objetivos). Sin embargo, el cannabis sigue siendo una droga ilegal en la mayoría de los países y su posesión, tenencia o venta está severamente castigada en muchos lugares del mundo.
Por otra parte, existen centenares de moléculas que pueden unirse a los receptores de los cannabinoides. En su gran mayoría se trata de fármacos experimentales que no han sido probados en humanos y que sólo tienen estudios en cultivos celulares y, en el mejor de los casos, en animales de investigación. Como estas moléculas no están técnicamente ilegalizadas, se venden como aditivos de mezclas herbales como supuesta “marihuana sintética”, con unos riesgos y peligros potenciales para la salud mucho más elevados que los de la planta del cannabis. La respuesta de las autoridades consiste en ilegalizarlas. Con esto se dificulta la investigación científica sobre estos fármacos y no se controla el problema, ya que cada mes aparecen y se comercializan decenas de variantes nuevas.
Los cannabinoides sintéticos son ya un auténtico problema sanitario en algunos países. Un estudio extraído de la Global Drug Survey (la encuesta más importante sobre drogas a través de internet en todo el mundo) y publicado en 2015, señala que el riesgo de necesitar asistencia médica de urgencias es treinta veces mayor en el caso de los cannabinoides sintéticos que con la planta, y que los síntomas y cuadros son mucho más graves en el primer caso1. En otro estudio que analizaba 3.797 casos de intoxicación aguda y sobredosis por drogas en Nueva York, publicado este mismo año2, también se señala que la toxicidad de los cannabinoides sintéticos es mucho más elevada que la de la marihuana, destacando tanto sus problemas de neurotoxicidad como su potencial para la aparición de arritmias cardiacas.
Lo mismo sucede con los problemas de tipo psiquiátrico. El cannabis natural puede producir estados de ansiedad con síntomas psicóticos en la intoxicación aguda (sobre todo con dosis elevadas, variantes de elevada potencia y personas poco habituadas a su uso) y puede desencadenar o precipitar problemas psiquiátricos crónicos en personalidades vulnerables. Pero este riesgo es más elevado en el uso de cannabinoides sintéticos. Un estudio israelí en el que se analizaron los datos de 560 pacientes que necesitaron intervención psiquiátrica de urgencias por el uso de cannabinoides comparaba el cannabis frente a los cannabinoides sintéticos. En los resultados del estudio se demostró que el riesgo de problemas es cuatro veces más elevado en usuarios de cannabinoides sintéticos que en fumadores de hachís o marihuana3.
Existen algunos datos sobre las frecuencias de uso de este tipo de sustancias que invitan a la reflexión. En Estados Unidos, el número de adolescentes que refieren haber tomado estas sustancias en el último año está entre el 4 y el 11%4. Las frecuencias de consumo en Alemania están entre el 4 y el 7%, en Reino Unido entre el 3-5% y en España entre el 0.1-0.5%. Las encuestas son incompletas y los datos limitados, pero permiten aventurar algunas hipótesis.
El cannabis es una droga accesible y barata en países como España. En otros como Reino Unido o Estados Unidos es, sin embargo, mucho más cara, de menor calidad y difícil de encontrar. Ya que los cannabinoides sintéticos son muy baratos (una bolsa de tamaño medio en torno a 10 euros da para preparar entre 8 y 10 porros) y pueden adquirirse fácilmente a través de internet, no es descabellado pensar que en aquellos países en los que la accesibilidad al cannabis natural es sencilla los usuarios estén protegidos del uso de cannabinoides sintéticos, que como hemos visto son más perjudiciales para la salud.
El precio bajo no es el único motivo que explica el auge de los cannabinoides sintéticos. Una de las “ventajas” de este tipo de productos es que permiten eludir fácilmente los controles de orina. Instituciones penitenciarias, centros de menores, programas de tratamiento o controles en determinados puestos de trabajo (pilotos, militares, policía…) incluyen en sus revisiones médicas la detección en orina de drogas. Los test que se utilizan para detectar el uso de cannabis reaccionan frente a determinados metabolitos del THC. Y en muchos casos, estos test pueden dar positivo semanas después de haber consumido y no permiten discriminar entre un uso puntual, habitual o compulsivo. Pero un resultado positivo puede suponer un agravamiento de la pena en la cárcel o la expulsión de un puesto de trabajo. Así que algunas personas buscan sustancias que creen que tienen efectos parecidos al cannabis pero que no darán positivo ante un test de orina. Los cannabinoides sintéticos actúan sobre los receptores del cannabis pero su estructura molecular es completamente distinta a la del THC o el CBD, por lo que no darán positivo en un hipotético test de orina. Teniendo en cuenta que existen más de 300 cannabinoides sintéticos pertenecientes a 10 familias químicas distintas y que en la mayoría de los casos su metabolismo en humanos no está estudiado, es absurdo plantear la detección sistemática de cannabinoides sintéticos5.
Los cannabinoides sintéticos pueden adquirirse a través de webs convencionales, ya que técnicamente no se trata de “drogas ilegales”. Se ha comunicado un incremento importante de páginas web dedicadas a la venta de estos productos, sobre todo en Alemania, Reino Unido y Francia. En estas páginas se distribuyen cannabinoides sintéticos destinados al consumidor, mientras los productores a gran escala parecen situarse sobre todo en China y en menor medida en otros países del Sudeste Asiático, como India o Tailandia. Si en 2008 había 30 webs dedicadas a la venta de estos productos en 2015 eran más de 400. El problema con estas webs es que no pueden obtenerse datos sobre el número de ventas, ni siquiera saber si se trata de páginas reales o de timos.
Pero existe otra forma de adquirir cannabinoides sintéticos que puede proporcionar algunas conclusiones interesantes. La Red Profunda es una zona de internet a la que no se puede acceder a través de los navegadores convencionales como Chrome, Mozilla Firefox o Explorer y que otorga a los usuarios un razonable grado de anonimato. Utilizando una moneda virtual (bitcoin) existen páginas web que funcionan como eBay o Amazon pero con drogas y permiten a los usuarios adquirir sustancias fiscalizadas en unas condiciones razonables de seguridad y pureza en la mayoría de los casos. Silk Road fue el pionero de estos mercados y, tras su cierre en octubre de 2013, el fenómeno se ha multiplicado. En la actualidad hay más de 50 mercados y tiendas virtuales en la Red Profunda que facturan millones de euros todos los meses en drogas ilegales6.
A nivel de investigación, una de las ventajas de los Mercados Virtuales de la Red Profunda es que permiten extraer datos sobre el número de compras y ventas. Como sucede con eBay, es posible ver el número de ventas de un determinado producto o grupo de compuestos. En un estudio presentado en el III Congreso Internacional sobre Nuevas Drogas Sintéticas se analizaron las compras y las ventas de cannabis y cannabinoides sintéticos en los mercados de drogas virtuales de la red profunda7.
El estudio analizó los datos de Silk Road 2.0, una de las páginas más populares entre 2014 y 2015. De un total de 8.474 productos distintos ofrecidos, más del 20% pertenecían a la categoría de “New Psycoactive Substances” (NPS o sustancias técnicamente legales, con escasa o nula experimentación en humanos y con riesgos más importantes que los de las “drogas clásicas”), dentro de la cual se incluyen a los cannabinoides sintéticos. En total se encontraron 67 vendedores que ofrecían 235 cannabinoides sintéticos de 13 familias químicas distintas.
Sin embargo, al analizar las compras (los productos que los consumidores deciden adquirir) el panorama resultó distinto. El 98.5% de los consumidores de cannabis adquirió productos naturales (en forma de marihuana, hachís, resina o aceite) y sólo un 1,4% compró cannabinoides sintéticos. El volumen de venta de cannabis o derivados naturales se estimó en más de tres millones de euros durante nueve meses, mientras que la factura de cannabinoides sintéticos ascendió a poco más de 15.000 euros. Es decir, en condiciones parecidas a las de un mercado libre, los usuarios (que no son tontos) prefieren el producto original a derivados sintéticos con efectos y riesgos impredecibles.
Las conclusiones de este estudio apoyan la hipótesis que aventurábamos previamente sobre el efecto de la disponibilidad de cannabis en las frecuencias de consumo de cannabinoides sintéticos. Si el usuario tiene la oportunidad de elegir, escoge la opción que plantea menos riesgos y protege su salud. En aquellos casos en los que el cannabis no está disponible o hay factores que dificulten su uso es más probable que consuman productos que son técnicamente legales, que evitan los positivos en controles de orina pero que, a cambio, ponen en riesgo la salud de forma significativa.
Suele argumentarse, en defensa del cannabis natural, que “no produce muertes”. La idea es algo simplona (no todos los riesgos de las drogas tienen que ver con la mortalidad) pero esencialmente cierta. Sin embargo, los casos de muerte, toxicidad hepática, renal, neurológica, cardiológica y psiquiátrica están suficientemente documentados a día de hoy. Y nos encontramos ante la paradoja de que unas drogas de legalidad indeterminada son mucho más peligrosas que su forma original. La solución no pasa por ilegalizar los cannabinoides sintéticos, sino por facilitar el acceso al cannabis a aquellas personas que deciden usarlo.
REFERENCIAS
- Winstock A, Lynskey M, Borschmann R, Waldron J. Risk of emergency medical treatment following consumption of cannabis or synthetic cannabinoids in a large global sample. J Psychopharmacol (Oxford). 2015;29(6):698-703.
- Zaurova M, Hoffman RS, Vlahov D, Manini AF. Clinical Effects of Synthetic Cannabinoid Receptor Agonists Compared with Marijuana in Emergency Department Patients with Acute Drug Overdose. J Med Toxicol. 2016;
- Nia AB, Medrano B, Perkel C, Galynker I, Hurd YL. Psychiatric comorbidity associated with synthetic cannabinoid use compared to cannabis. J Psychopharmacol (Oxford). 2016.
- Keyes KM, Rutherford C, Hamilton A, Palamar JJ. Age, period, and cohort effects in synthetic cannabinoid use among US adolescents, 2011-2015. Drug Alcohol Depend. 2016;166:159-67.
- Ninnemann AL, Lechner WV, Borges A, Lejuez CW. Synthetic cannabinoids to avoid urine drug screens: Implications for contingency management and other treatments for drug dependence. Addict Behav. 2016;63:72-73.
- Kruithof K, Aldridge J, Décary-Hétu D, Sim M, Dujso E, Hoorens S Cover: Internet-facilitated drugs trade: An analysis of the size, scope and the role of the Netherlands. RAND, 2016. Documento on-line disponible en: http://goo.gl/LqTGey.
- Caudevilla F. The importance of NPS in online drug markets: data from Silk Road 2.0. Third international conference on novel psychoactive substances, 15 de mayo de 2014, Roma.
Fernando Caudevilla (DoctorX)
Médico de Familia y experto universitario en drogodependencias. Compagina su actividad asistencial como Médico de Familia en el Servicio Público de Salud con distintas actividades de investigación, divulgación, formación y atención directa a pacientes en campos como el chemsex, nuevas drogas, criptomercados y cannabis terapéutico, entre otros.