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Adrenocromo (II)

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Se dice, se cuenta, se comenta que el adrenocromo no existe, que existe; que produce efectos psicoactivos, que no los produce; que esto, que aquesto y lo de más allá; que ni lo uno, ni lo otro sino todo lo contrario…. ¿Qué será… será, pues, y qué hará o qué dejará de hacer esta sustancia? Sigan ustedes leyendo y, muy pronto, lo sabrán.

Por Eduardo Hidalgo

En el artículo anterior nos habíamos quedado con las declaraciones autobiográficas de Arizona Wiler: Escalofriantes… aterradoras… tan sólo que, si Hunter S. Thompson iba y escribía colocado hasta la médula y contaba lo que le venía en gana siguiendo las directrices de un sub-género periodístico y literario que él mismo se había sacado de la manga, la señorita Wilder, más allá de lo accidentada que haya podido ser su vida y de lo mucho, poco o nada que, en realidad, haya podido intervenir como víctima y verdugo en los mencionados rituales, está, lisa y llanamente, como las mismísimas marcas de Machín. Y así viene a demostrarlo el hecho de que las declaraciones que acabamos de transcribir formen parte de un testimonio más extenso y completo en el que la susodicha pretende revelar al mundo los intríngulis, tejemanejes y pormenores de los modos de operar de los Illuminati y reptiloides en el planeta Tierra. En otras palabras: conspiranoia -pura, dura y elevada a su más alto y delirante extremo- que, inexorablemente, invalida el relato al completo, poniendo en tela de juicio cualquier posible hecho, declaración o argumento que pudiera tener el más mínimo viso de ser real, verídico o certero[1].

Una vez más, por lo tanto, mera patraña.

¿O no?

Pues no del todo, ya que, al parecer, las alusiones que, tanto Thompson como Wilder, hacen al respecto del adrenocromo y su vinculación con el satanismo, los rituales, la tortura y el canibalismo, resultan no ser tan gratuitas ni fantasiosas como, en un principio, pudiera pensarse… al menos, si tomamos en consideración que se ven fielmente reflejadas en los datos y argumentaciones que aportan otros individuos cuya reputación, fiabilidad y estabilidad mental está muy lejos de ser puestas en duda por nadie. Veamos, al efecto, la siguiente referencia:

4 –       La sustancias psicoactivas producidas por el cuerpo humano son numerosas y probablemente todavía quedan muchas por descubrir. Son producidas por diversos órganos y tejidos, desde la epífisis a las glándulas suprarrenales, y se distribuyen por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo. En cada momento de la vida de una persona su cuerpo contiene millares de moléculas psicoactivas de efectos sedantes, alucinógenos, euforizantes o estimulantes.

[…]

La adrenalina es la droga simpáticomimética por excelencia, aumenta la presión arterial y el latido cardiaco y es una molécula que con toda probabilidad está involucrada en los efectos psicoactivos de diferentes “preparaciones” caníbales. En la abrumadora mayoría de casos de antropofagia, la víctima humana está cargada de adrenalina, puesto que esta hormona se produce en grandes cantidades en las glándulas suprarrenales precisamente en los momentos de terror como son los momentos que anteceden a la matanza brutal de la víctima. Es por ello que adquiere un sentido la también frecuente tortura de la víctima antes de sacrificarla, pues induce una hiper producción de adrenalina y de sus productos metabólicos. Los ngarrindjeri australianos –por ejemplo- descubrían mediante profundas heridas las glándulas suprarrenales para rascarlas y comérselas teniendo cuidado de mantener a la víctima en vida, habían optimizado el descubrimiento de las propiedades estimulantes de la “grasa renal” potenciándolo con esta técnica, no sólo atroz sino también eficazmente.

Son particularmente interesantes algunas sustancias de la cadena metabólica de la adrenalina, en particular el adrenocromo, producido por la descomposición de la adrenalina y sospechoso de estar involucrado en los mecanismos patológicos de la esquizofrenia. Sus propiedades psicoactivas fueron constatadas en los años 1950, pero acto seguido fueron puestos en duda y actualmente la cuestión está en suspenso. Sin embargo, es difícil ignorar la mole de auto experimentos controlados y de datos anecdóticos sobre el adrenocromo y es bastante probable que en la cadena metabólica adrenalina-adrenocromo-adrenovolutina realmente haya algo psicoactivo.

Palabras de Giorgio Samorini, renombrado etnobotánico italiano, autor, entre otras obras, del libro Animales que se drogan.

Ufff… el temita empieza a ponerse emocionante… de modo que, si les parece, peguémonos un subidón de adrenalina escuchando el post-punk gótico de Sisters of Mercy y luego prosigamos con nuestras diatribas:

5 – Adrenochrome:

We’ll turn away in a passive decision
We’ll take the steps through the unmarked door
A look back for another collision
But the boys of the spires
Are boys no more

Not black and red boys
Frightened by the night
By the catholic monochrome
The catholic girls now
Stark in their dark and white
Dread in monochrome
The sisters of mercy
High tide
Wide eyed
Sped on adrenochrome
For the sisters of mercy
Filled with
Panic in their eyes
Rise
Dead on adrenochrome

We had the power
We had the space
We had a sense of time and place
We knew the words
We knew the score
We knew what we were fighting for
For the freedom
The time to choose
But time to think
Is time to lose
The signals clash
And disappear
The shade too loud
And the sound unclear
For the

High tide
Wide eyed
Dread in monochrome
Denied in spite
Disliked in monochrome
Panic in their eyes
Rise
Dead and monochrome
The sisters of mercy
Spite
On adrenochrome

The way is clear
The road is closed
The damage done
And the course
Imposed you[2]

Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw… esto nos ha puesto como una puta moto… si, ahora mismo, nos hincara el diente un guerrero mandinga se correría de gusto con la cantidad y la calidad del contenido de nuestras glándulas suprarrenales. ¡Vamos a tope, ja, ja, ja! Pero bueno, venga, ya está bien, vamos a relajarnos, que hay que centrarse, que tenemos un artículo entre manos y a este paso no lo vamos a acabar nunca. Volvamos, pues, sobre nuestros pasos y retomemos las pistas que veníamos siguiendo.

6 – Il caro amico Giorgio se refiere, concretamente, a la “hipótesis del adrenocromo” como causante de los desórdenes psicológicos propios de la esquizofrenia. Dicha teoría fue formulada en los años 50 por Abram Hoffer (psiquiatra y bioquímico canadiense) y Humphry Osmond… Si, han leído bien, Os-mond: nada más y nada menos que el psiquiatra británico que acuñó el término “psiquedélico”; el mismo que dedicara su vida a la investigación médica de las sustancias psicoactivas; aquel que le pasara a Aldous Huxley las dosis de mescalina que llevarían al escritor inglés a redactar Las puertas de la percepción. En otras palabras: en esta ocasión no estamos hablando de ningún freaky, de ningún zumbao… sino de un científico en toda regla y de un auténtico peso pesado en el ámbito de la psiconáutica. Y resulta que esto es, entre muchas otras cosas, lo que viene a decirnos al respecto de esta presunta droga que a tantos nos trae de cabeza:

Nosotros [Hoffer y Osmond] y nuestras esposas fuimos los primeros seres humanos que se administraron adrenocromo. […] El primer sujeto (A. Hoffer) recibió, vía subcutánea, lo que supusimos que era 1 mg en un ml de agua. Esto da lugar a un líquido de color similar a un fino vino de Oporto. La inyección vino acompañada de un penetrante y persistente dolor en la zona de punción. No hubo cambios psicológicos reconocibles. La presión sanguínea y el pulso, tomados cada cinco minutos durante media hora tampoco mostraron cambios.

El segundo sujeto (H. Osmond) recibió lo que creíamos que eran 0,5 mg. De nuevo, no se constataron cambios en la presión sanguínea pero se produjeron marcados cambios psicológicos.

Posteriores bio-ensayos con nuestras mujeres y con nosotros mismos –usando 1 mg subcutáneo- produjeron resultados menores, aunque, en ese momento, parece que nuestro adrenocromo, que es muy inestable[3], estaba empezando a deteriorarse. Cinco miligramos de esta disolución en proceso de deterioro le fueron administrados a H. Osmond y produjeron una reacción desagradablemente prolongada.

En tanto en cuanto las inyecciones subcutáneas eran tan dolorosas, la primera inyección intravenosa le fue administrada a un voluntario, Mr. C. R. Jillings, psicólogo clínico. Pensamos que el adrenocromo administrado por esta vía sería mucho menos doloroso. Así pues, 1 mg de adrenocromo fue diluido en 2 ml de suero fisiológico e inyectado en le vena antecubital derecha. Casi inmediatamente después de la inyección, Jillings sintió un dolor severo que se extendía a lo largo de su brazo hasta llegar a la zona precordial. Esto duró diez minutos y vino acompañado de palidez y sudoración. No hubo efectos psicológicos evidentes aparte de la alarma y la congoja en los investigadores. Más tarde, fue descubierto que, si la solución de adrenocromo se mezcla con sangre de la vena del paciente, el dolor, usualmente, puede ser evitado por completo.

Posteriormente, Hoffer y su mujer tomaron cada uno 10 mg por vía intravenosa y experimentaron marcados cambios, especialmente en el área afectiva y en el comportamiento. Hoffer se volvió hiperactivo, mostró juicio empobrecido y carencia de insight [no era consciente de estar bajo los efectos de una sustancia ni de los cambios que la administración de la droga le había provocado]. La mujer de Hoffer estuvo profundamente deprimida durante cuatro días, en unas condiciones que eran indistinguibles de la depresión endógena. Esta desagradable experiencia se vio agravada por la falta de insight, puesto que era incapaz de relacionar su depresión con la inyección de adrenocromo, aun cuando, el cambio en su estado de ánimo se produjo inmediatamente después de la punción.

Para aquellos que estén familiarizados con la mescalina y la dietilamida del ácido lisérgico, quisiéramos enfatizar que, en razón de la escasa experiencia que tenemos, pareciera que el adrenocromo es más insidioso que estos dos alucinógenos, sus efectos duran más y, posiblemente como consecuencia de ello, su administración viene acompañada de falta de insight. Dado que esto puede traer consigo serios resultados, los experimentadores deben vigilar a sus sujetos experimentales muy cuidadosamente.

Notas:

1 – Para quienes no estén al tanto de estas chorradas les resumiremos la película –a salto de mata- haciéndoles saber que los reptiloides son algo así como una especie inteligente que cohabita el planeta con los humanos, siendo su origen extraterrestre o pre-humano, y siendo su objetivo la dominación del mundo y el sometimiento de nuestra estirpe. Todo ello, viene a entremezclarse, en las modernas teorías conspiranoicas, con la sociedad secreta de los Illuminati, viniendo a afirmarse que el globo terráqueo estaría gobernado, desde hace siglos, por sagas de reptiloides que, bajo apariencia humana, ostentan los más altos cargos de poder en el orbe y bla, bla, bla, bla. En fin… un chocho de cojones, casi tan absurdo, incoherente y ridículo como los autos de fe de católicos, musulmanes, judaitas y toda la puta pléyade de sectas, religiones, hermandades, cofradías y congregaciones a las que -alegre, abnegada, y demasiadas veces, hipócritamente- se adhieren tantos y tantas… humanoides.

 

2 – Ésta no es más que una de las innumerables referencias culturales que existen en torno al adrenocromo: canciones dedicadas a la propia sustancia, grupos musicales que toman su nombre prestado, vías de escalada que se denominan así, infinidad de nicknames en Internet que aluden esta supuesta droga, chicas que la toman como mote para anunciarse en la Web (Adrenochromo, 12 peracings, 15 tatoos, bisexual…), etc., etc., etc.

 

3 – Ha de tenerse en cuenta que, en este punto, los autores se refieren a los primeros experimentos con la sustancia. Posteriormente, según sus propias declaraciones, la inestabilidad del adrenocromo vino a ser un escollo que se consiguió solventar con los avances de la técnica: «Esta preparación era una materia cristalina estable que, en su estado sólido, no se descomponía incluso después de varios meses a temperatura ambiente. Disoluciones de adrenocromo en agua se mantenían estables durante muchas horas, aunque las soluciones muy concentradas formaban precipitados amorfos».

Acerca del autor

Eduardo Hidalgo
Yonki politoxicómano. Renunció forzosamente a la ominitoxicomanía a la tierna edad de 18 años, tras sufrir una psicosis cannábica. Psicólogo, Master en Drogodependencias, Coordinador durante 10 años de Energy Control en Madrid. Es autor de varios libros y de otras tantas desgracias que mejor ni contar.

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