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Autoconstrucción con ladrillos de cáñamo (I)

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 Fabricación manual de Hemp-Bricks

Por David Hurtado

Introducción

En este primer capítulo de una serie de tres, vamos a profundizar en el concepto del ladrillo vegetal de cáñamo, los hemp-bricks.

Los últimos años se han puesto de moda debido al aumento de concciencia sobre la problemática medioambiental y sobre el necesario cambio de modelo que requerimos en este momento tan delicado del desarrollo capitalista, en el que queramos o no estamos involucrados.

Para grupos de apoyo mutuo, familias agrarias, asociaciones de cannabis o agrupaciones de todo tipo puede resultar muy útil afrontar una bioconstrucción por sus propios medios sin tener que recurrir a los bancos o tener que realizar una gran inversión en material.

Esa es la vocación informativa o divulgativa de este artículo y de los siguientes dedicados al ladrillo de cáñamo.

Antes de meternos de lleno merece la pena recordar un poco de la historia más antigua de ladrillo en general, como unidad constructiva.

El concepto de ladrillo ha sido utilizado desde tiempos tan remotos como los de la antigua cultura Mesopotámica allá por el 6000 a.C.

También en Jericó, en Cisjornadia, que es considerada una de las primeras ciudades de la humanidad, su empleo fue determinante para lograr que este emplazamiento se consolidara como un importante asentamiento humano.

El hecho de dividir una pesada construcción en numerosas células mucho más pequeñas, ha permitido a lo largo de los siglos que la autoconstrucción fuera viable incluso para las clases sociales más desfavorecidas y con menores capacidades económicas.

Este acto creativo e intuitivo ha sido una realidad desde el neolítico precerámico en el que los agricultores fabricaron sus ladrillos de barro ante la ausencia de materiales como la madera y la piedra.

 La expresión “divide y vencerás” es perfectamente aplicable al ladrillo como solución al descomunal peso que representa una construcción frente al esfuerzo y la carga de un humano.

El Dr. Joseph Davidovits , fundador del instituto de geopolímeros de Francia postuló que gracias al dominio del licuado de la piedra caliza, rica en caolinita, por parte de los constructores Egipcios, (incluido el gran Hermes), fue posible materializar las pirámides como una realidad. Diversas pruebas realizadas en varios laboratorios han reforzado sus postulados.

El ladrillo ha sido uno de los grandes inventos de la humanidad y desde la antigua cultura China hasta la Roma de los Césares, así como los árabes de Al-andalus, ha permitido crear edificaciones majestuosas.

Pues bien, aunque el ladrillo de cáñamo no posee en un principio la resistencia del barro cocido o de la piedra, sí permite realizar obras muy eficaces para las dimensiones humanas y con mejores prestaciones de aislamiento y confort para nuestras condiciones ideales de vida. Posteriormente explicaremos en que reside la diferencia fundamental.

Enlazando con lo anteriormente dicho, una vivienda construida con cáñamo permite una tasa de renovación de aire muy saludable, así como una insonorización y un aislamiento térmico intrínsecos al material, ya que las virutas del tallo decorticado unidas a la cal poseen esta doble propiedad, que es progresiva al aumento de grosor que demos al muro. Además, su plasticidad y fácil adaptación a moldes, hacen del mortero de cáñamo un material muy versátil para adoptar la forma que deseemos en cualquier parte de la casa, desde muros de separación hasta armarios empotrados.

Las ventajas de construir con muro de ladrillo de cáñamo en contraposición al empleo del método del encofrado las veremos más adelante, pero ahora es importante señalar algunos datos sobre el coste de estas construcciones.

Es por la conjunción de los valores de asilamiento térmico y acústico por los que se considera o justifica de más valor añadido una construcción de este tipo, lo cual, aunque tiene su fundamento no deja de tener sus matices basados en la siguiente argumentación energética, que más bien apuntan en la dirección contraria.

Si analizamos los gastos totales de petróleo que intervienen en la fabricación y colocación en obra de un ladrillo convencional, incluidos todos los indirectos como los de transporte, etc.. etc, contra los costes de cultivo de biomasa del cáñamo, su transformación y el uso final de un destrío como la cañamiza, sobrante del proceso de obtención de fibra, dicho balance es menor en el cáñamo, y de hecho así es publicitado.

No digamos ya, lo que se argumenta sobre las propiedades de fijación de CO2 de los morteros de cáñamo, queriendo meterlos en el mediático negocio que generan como balances negativos de carbono y que así justifican las inversiones en bonos de emisiones al servicio de la industria del calentamiento. Esta cualidad de captura del dióxido de carbono, es una cuestión de moda y de conveniencia para la venta de productos “positivos” para el medio ambiente y que tocan la fibra sensible del comprador concienciado, ya que sitúan al gas inerte CO2, no como una molécula nutriente en el ciclo del carbono, sino como un contaminante. Nadie habla en igual medida del azufre atmosférico que enfría el planeta ni de las dioxinas que están generando tantos cánceres.

 Lo curioso es que si la cal es más barata de producir, y la cañamiza es un producto secundario con un valor muy bajo por tonelada para las industrias del mayoreo, ¿Por qué es tan carísimo construir con cáñamo cuando debía ser más barato? Precisamente los mercados dominantes son aquellos que ofrecen los productos de más calidad a mejor precio.

¿Son caros porque no hay demanda?, o más bien ¿no hay demanda porque son caros?, ¿dando mucho margen económico toda venta compensa con creces?

Esto es algo que el sentido común de cada uno debe contestar.

A igualdad de medidas entre ladrillos cerámicos y de cáñamo los últimos son algo más del doble de precio. No digamos ya comparando las dimensiones de una termoarcilla de Longitud/espesor/altura 30 x 29 x 19 contra las dimensiones de un ladrillo de cáñamo de 30 x 14,5 x 10,5.

En el mercado de Francia existen ladrillos de cáñamo/cal realmente grandes de 20 cm de espesor, 30 cm x 60 cm de tamaño denominados ladrillos tecnicos de Chanvre (cáñamo) pero su precio es también muy elevado.

Con los ladrillos convencionales de cáñamo para construir la misma edificación hacen falta bastantes más unidades que usando termoarcilla (a la que se ha denominado muy apresuradamente ecológica) aunque bien es cierto que el primero es un ladrillo macizo y el segundo uno hueco con diferentes propiedades, y no son comparables excepto por esta denominación de productos “Eco”.

La cervecería de Suffolk en Inglaterra de un coste total de 30 millones de dólares, utilizó 90000 bloques de cáñamo y cal para su construcción, pero sus dueños aseguran que la amortización está garantizada en ahorro energético a largo plazo, a pesar de ser un 15% más cara de lo normal.

Respecto a esto cabe señalar que es un edificio “productivo” y no es comparable a una vivienda, difícilmente amortizable al no generar economía real, y por muy alto que sea el ahorro en energía, no es nulo y por tanto la tasa de amortización es aún más larga en el tiempo, por lo que debe ser minuciosamente valorado por sus dueños. Solamente si se recurre a la geotermia el coste anual en energía baja en picado, explicado en el capítulo anterior.

Para valorar los costes es vital analizar la relación cal versus cemento portland OPC, y para ello extracto el siguiente texto de la página www.practicalaction.org

La cal tiene mayores ventajas económicas que el OPC, el cual es relativamente caro de

producir para muchos países en desarrollo, ya que requiere costosas técnicas y

combustibles importados. La cal no tiene ninguna de estas desventajas y se considera

generalmente más barata de producir, no necesita grandes capitales para empezar su

producción y no requiere tanta tecnología y equipos importados. También se puede

producir la cal en pequeñas cantidades para un mercado local, lo que reduce grandemente

el coste de transporte y provee oportunidades de desarrollo a la industria local.

La cal hidráhulica además, debería ser más económica que la convencional, puesto que su elevado contenido en arcilla, hasta 25%,(que la hace fraguar mejor en condiciones de humedad y endurecer algo más rápido) es menos rica en cal, que es el material que soporta el coste energético.

Por tanto si un material más noble, ecológico y de más calidad que los convencionales como es la cal y el cáñamo, posee funciones propias extras de aislamiento acústico y térmico, a mejor nivel económico de partida, incrementar su precio por equipararlo a las prestaciones de otros materiales de mayor coste de fabricación resta competitividad a estas opciones más saludables que deberían ser más accesibles al consumidor por su precio.

Esta lógica de que lo ecológico debe ser más caro por ser de más calidad, lleva frenando la progresión y expansión en toda Europa de los mercados verdes, y no es siempre aplicable a todos los productos ecológicos, que en muchos casos si poseen desventajas productivas y costes extras para el productor, como son los agroalimentarios, por ejemplo. El apoyo en I+D para que estos sectores sean competitivos es lo que se necesita si queremos que su consumo despegue y baje el precio, pero no es todos los casos ya que en algunos es viable a día de hoy que pudieran extenderse con más facilidad.

Esto de nuevo aporta argumentos a favor del bajo precio que deberían tener las opciones más ecológicas para que el público se pudiera decantar por su consumo, y más durante los periodos de cambio económico como el que estamos viviendo en el que el poder adquisitivo de la población trabajadora ha ido mermando o incluso ha sido casi anulado.

Mezcla de mortero previa para preparar los ladrillos.

Para elaborar los ladrillos por el método artesanal es relativamente sencillo, pero lo primero es lograr una buena provisión de los materiales básicos, cáñamo, cal, arcilla, polvo de sílice y arena para la creación del mortero.

Si bien esta mezcla puede variar muchísimo cuando se trata de morteros para carga o enlucido, la proporción para ladrillos debe ser valorada según la resistencia que queramos darle a los muros y debería ser supervisada por nuestro arquitecto.

No obstante, si no se exceden los límites normales o standar de carga para este tipo de ladrillos vegetales, la tolerancia para variar las mezclas es muy alta y admite incluso dosis más elevadas de arena, con la que aumentamos el rendimiento, para aquellas zonas en las que no importa que aumente el peso del muro o que aumente un poco más la transmisión de calor. Igualmente o incluso mejor que aumentar la dosis de arena es aumentar la dosis de arcilla, que es un silicato de aluminio. Por cierto que existen mezclas de morteros de cáñamo para muros encofrados que utilizan tierra.

La cal en general no suele exceder como mucho el 6% del total de la mezcla y para que sirva de dosis orientativa señalaremos las siguientes proporciones para una hormigonera convencional a la que se le pueden quitar las palas internas, pero que no es del todo forzoso, pudiendo también trabajarse con ellas. Todo depende del volumen de la maquinaria de la que dispongamos, y que si es de eje vertical trabajaríamos en las condiciones ideales para morteros aligerados. http://www.icpa.org.ar/publico/files/hormliv2.pdf

La siguiente proporción está basada de forma genérica para todo mortero aligerado y reduciendo un poco el nivel de arena que de por si es un poco más alto, por lo que no es una guía “Ex cathedra” sino una proporción genérica.

Como decíamos para un volumen del 100% de cañamiza, le corresponden otros volúmenes de arena al 40%, de arcilla al 10% y de sílice al 5% (prescindible). 

Podría también junto a la cal añadirse un poco de cemento blanco, que no deja de ser un cemento portland (poco ecológico) mejorado que aceleraría el fraguado y conferiría un poco más de resistencia inicial.

Recordemos que la cal ha de carbonatarse en el tiempo para que logre su máximo nivel de dureza, que puede llegar a ser el de la misma piedra caliza.

Es muy importante no excederse en la humedad de la mezcla, ya que el ladrillo no requiere demasiada agua teniendo en cuenta lo absorbente que es el material del cáñamo, por lo que la arena y la cal sirven de ligamento entre las partículas de cañamiza.

Sólo quedaría decantarse por el molde que escogiéramos, el cual puede crearse como un bastidor múltiple de madera o cualquier otro material como el plástico que tampoco se adhiere fácilmente, y sobre él vertemos la mezcla, compactamos ligeramente por capas y dejamos secar en condiciones lo más constantes posibles evitando a toda costa cambios bruscos de temperatura.

 En el siguiente capítulo continuaremos tratando sobre los morteros, así como de las máquinas específicas para fabricar ladrillos artesanalmente.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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