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Casas de cannabis: el rentable retorno del cáñamo como material de construcción

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El cáñamo se ha utilizado para construir viviendas al menos desde tiempos de los romanos. Ahora está viviendo un nuevo renacer.

Hoy asociamos el cannabis a la droga recreacional más conocida como marihuana, pero durante siglos la planta tuvo una amplia utilidad como material textil en toda Eurasia.

En concreto, las fibras y el tallo de la planta (cuyo nombre, cáñamo, se usaba indistintamente para referirse a la especie y al textil que se obtenía de ésta), se utilizaban para confeccionar vestidos, cuerdas o papel. Su resistencia era especialmente apreciada en el mar. Desde el siglo V a. C. hasta finales del siglo XIX el 90 % de las cuerdas y velas para navegación y muchas redes de pesca se hacían con cáñamo.

El material también se utilizaba para la construcción, al menos desde tiempos de los romanos, pero su uso para tal fin desapareció durante siglos. Fue en los años 90 cuando al constructor francés Charles Rasetti se le ocurrió realizar un relleno de mortero con cal y cáñamo para rehabilitar su casa, un material que resultó ser todo un éxito y que empezó a extenderse por el país, que hoy por hoy es líder en el cultivo y transformación de cáñamo de uso industrial.

Mezclar las fibras leñosas del cáñamo con la cal produce una suerte de hormigón ligero y natural que regula la temperatura, es altamente aislante, tiene buena acústica y resiste la humedad.

El cáñamo que se cultiva para uso industrial tiene solo un 0,2-0,3% de THC, la sustancia psicotrópica que en las variedades recreativas alcanza el 20%. Además, solo se usa el tallo, que no tiene ningún uso como droga. Pese a esto, en muchos países la planta cuenta con una regulación especial.

En Estados Unidos, a diferencia de Europa, el cultivo del cannabis ha estado prohibido hasta hace muy poco en todas sus variedades. Pero de un tiempo a esta parte, sobre todo desde la legalización de la marihuana en California, se ha despertado un enorme interés por el material.

En 2010, se levantó en Carolina del Norte la primera casa construida con cañamo en el país. Hoy, como informa Adam Popescu en The New York Times, hay ya unas 50. Se trata, además, de una tendencia mundial. Además de en Francia, el país pionero, hay empresas que construyen con cáñamo en Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda, Nepal o Israel. Y también en España.

Una de las casas con morteros de cal y cañamo que está construyendo la empresa Harmless Home en EEUU / Harmless Home

Un mercado pequeño, pero en auge

Desde 1999, la arquitecta Monika Brümmer comercializa en nuestro país su propio bloque de cáñamo, Cannabric, que fabrica en Guadíx (Granada). En vez de cal lleva un conglomerado de tierra, que se adapta mejor al clima de la península, tiene una menor huella de carbono y puede utilizarse sin depender de estructuras de madera.

Como ha explicado a La Información, en la actualidad existen en España unas 150 casas unifamiliares construidas con su ladrillo, que utilizan además el cáñamo en toda la envolvente. A estas hay que añadir las, por lo menos, 2000 reformas que se han realizado con este material.

“La mayoría son viviendas unifamiliares o edificios de hasta 300 m2”, explica Brümmer. “Es el tipo de cliente que se interesa por estas construcciones. En las obras grandes no puede entrar como muro de carga, pero sí como cerramiento exterior, pero necesitaría unas certificaciones que no son viables con el volumen de producción que tengo, ajustado a la demanda actual”.

Todavía no existen estándares internacionales para construir con cáñamo, ni tampoco códigos que regulen cómo se debe usar de forma segura. En Francia, el país donde más se ha avanzado en el asunto, existen reglas profesionales, pero solo para algunos sistemas de cáñamo-cal que no servirían en el mercado español. 

ASTM International, la organización que mantiene el liderazgo en la definición de materiales para la construcción, formó un comité para abordar el asunto en 2017, pero hoy por hoy el cáñamo sigue sin poder usarse en la mayor parte de las grandes construcciones.

“En los últimos 70 años se han eliminado los materiales naturales de las obras y se ha aplicado el mismo sistema en las pequeñas obras que en los rascacielos”, explica Brümmer. “Esto es un problema porque los conocimientos tradicionales se han dejado de transmitir y se ha sustituido confort térmico por elevada resistencia mecánica”.

El cáñamo, y otros materiales ecológicos, no pueden mezclarse, por ejemplo, con cemento Portland, pues pierden sus capacidades térmicas, acústicas y bioclimáticas. Lo mismo ocurre con el adobe, el método de construcción tradicional de buena parte de la meseta, que pierde sus propiedades y sufre patologías si se reviste con cemento.

Es la pescadilla que se muerde la cola: como todavía se construye poco con cáñamo no hay volumen suficiente para obtener certificaciones, que a su vez hace que el material siga siendo desconocido, por lo que no se utiliza en obras relevantes.

Un material sostenible (y que podría ser barato)

Hoy por hoy construir con cáñamo es más caro que hacerlo con materiales convencionales, aunque, según explica Brümmer, la inversión se amortiza en unos cinco años, a través del ahorro energético que se logra con el material.

Pero si se avanzara en su implantación podría ser un material relativamente asequible. En realidad, el cáñamo es una planta que crece casi en cualquier parte, muy rápido y sin demasiados cuidados. Una hectárea de cáñamo puede producir tanta fibra útil como dos de algodón. Y, además, el clima español es especialmente favorable para la planta. España fue, de hecho, el principal productor de Europa entre 1997 y 1999, con 20.000 hectáreas anuales.

En la actualidad sigue habiendo cultivos de cañamo en Callosa de Segura (Alicante), que ha sido uno de los centros tradicionales de producción del material en nuestro país –y donde existe, incluso, un Museo del Cáñamo–, así como en zonas de Cataluña, Galicia y Andalucia. Por desgracia, la industria transformadora que había en nuestro país cerró, y sin ella es más rentable importar la fibra.

“La inversión para la puesta en marcha de una industria de transformación del cáñamo competitiva en Europa es considerable, y por eso nadie hasta ahora ha vuelto a ubicar una transformadora en España”, explica la arquitecta.

Pese a esto, es optimista sobre el futuro del material: “En Guadix en particular y España en general hay empresas de materiales de construcción que han cerrado y nosotros no y esto es debido a que el mercado de bioconstrucción es un mercado en crecimiento y no ha sido tan afectado por la crisis”.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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