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Cazadores de Mitos: Palomiscina

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Se dice, se cuenta, se comenta que los excrementos de las palomas, una vez secos, tienen un alto poder estimulante, alucinógeno y adictivo. ¿Será verdad? ¿Será mentira? ¿Qué será… será? Sigan ustedes leyendo y, muy pronto, lo sabrán

Por Eduardo Hidalgo

Cuando, en su día, escribí un artículo sobre el supuesto potencial psicoactivo de las telarañas y lo envié a la revista Cannabis Magazine para su publicación, el Redactor Jefe, mi buen amigo y compañero Raúl del Pino, me comentó, atribulado y sorprendido, lo mucho que, según le dictaba su intuición, le parecía haber contribuido a la propagación de este mito. Al efecto, me hizo saber que, tras haber escuchado de la boca de un colombiano que, en su país, los presos se fumaban las telarañas, incluyó el siguiente comentario en la pionera y célebre Web Psiconáutica, de la que él mismo era, es y ha sido siempre el Webmaster:

“La curiosidad del ser humano por encontrar sustancias para su evasión lo ha llevado a probar multitud de combinaciones. En las cárceles de Sudamérica, es muy común fumar telas de araña para conseguir efectos alucinógenos o de embriaguez. Existen muy pocos datos que aportar acerca del consumo de telas de araña.”

Por aquel entonces, corría el año 1995. No obstante, pasado el tiempo, Raúl supo darse cuenta de que tal aseveración no respondía más que a un simple bulo, de tal manera que, bien pronto, se ocupó de borrar toda referencia al mismo en su portal de Internet. Con todo, al leer mi artículo no pudo dejar de sorprenderse al constatar que aquella frase que él mismo había escrito y borrado hacía años, aún circulaba por ahí, casi tres lustros después; y no sólo es que circulase sino que, aparece una y otra vez –tal cual fue escrita- en infinidad de páginas e hilos dedicados a abordar el tema de las drogas caseras.

En razón de ello, mi amigo se mostraba –con razón- enormemente sorprendido del poder que tiene la Red para crear y propagar, entre otras cosas, mitos, rumores y leyendas urbanas. De modo que, en plan jocoso, nos propuso, a unos compañeros y a mí, que nos inventáramos alguno para echarnos unas risitas y ver lo que sucedía.

Lamentable o afortunadamente, no nos ocupamos de hacerlo. Sin embargo, poco después, cuando estaba documentándome para escribir un artículo sobre el Jenkem publicado hace no mucho en esta misma revista, me topé con un hilo sobre drogas caseras en el Cannabis Café que apuntaba –no sé si en tono burlesco o como testimonio real y verídico- a que, la práctica de inhalar los gases resultantes de la descomposición de excrementos con la finalidad de obtener efectos psicoactivos, bien pudiera haberse iniciado en España antes que en Zambia.

En concreto, esto es lo que venía a preguntar y a afirmar Electrosioux el día 14 de septiembre de 2008:

¿Nadie en su juventud escuchó hablar de unos tíos que se colocaban con el metano de truños de vaca?

TRUÑO DE VACA

DESCRIPCION: Boñiga de tipo aplastado de consistencia pastosa en sus primeros estadios. Con un color parduzco que se torna blanquecino (muestra de la perdida del principio activo) con el paso del tiempo.

USO: Se colocan los truños frescos en un recipiente cerrado, el cual viene provisto de diferentes salidas, con tubitos de inhalación.        

EFECTOS: Están por catalogar. Resultaría interesante que algún enteonauta experimentado en este tipo de substancias, reportase experiencias personales acerca de los efectos del Metano fresco.

Y el caso es que, a raíz del comentario del mencionado cibernauta, en apenas unas horas, fue ideado, mediante las sucesivas intervenciones de diversos foreros, un nuevo mito sobre drogas caseras, perfecta y elocuentemente elaborado, estructurado y desarrollado; tanto o más y mejor, mucho mejor, que la inmensa mayoría de los bulos circulantes al respecto de estos asuntos y que millones de personas creen a pies juntillas.

Así que, a continuación, transcribiremos literalmente los mensajes que unos y otros integrantes del Cannabis Café fueron redactando para dar forma a esta nueva leyenda urbana, y, más adelante, haremos unos comentarios finales. Deléitense, pues, con el asunto, que ahí va:

Psyko – 14/09/2008.

Me acabo de acordar de las cagadas de paloma.

Fuente Wikipedia.

DESCRIPCIÓN Y CARACTERÍSTICAS: Zurillito blanco pastosillo cuando está recién hecha, pero una vez seca adquiere un aspecto áspero y rocoso, fácil de triturar.

Con el contacto en la ropa la mancha permanentemente, y con el contacto con las chapas metálicas pintadas (coches, motos, ventanas, fachadas, etc.) las destiñe. Eso es debido a su alcaloide principal, la palominina, que es altamente tóxica en estado húmedo (léase más abajo: usos y recomendaciones).

USOS Y RECOMENDACIONES: Se recomienda usar siempre las cagadas de paloma una vez que están completamente secas, si no –en estado húmedo- sus alcaloides tóxicos están más activos. Siempre hay que escoger la cagada de paloma (a ser posible palomo, contiene más palomiscina, su alcaloide psicoactivo) que tenga olor a añejo, eso es fácil de saberlo porque es un olor muy parecido al de las abuelas.

Se puede consumir vía nasal y oral (se diluye bien en el agua).

EFECTOS: Ligeramente estimulante sobre el SNC, con un fuerte efecto alucinógeno.
DOSIS: La dosis media está entre 200-600mg

Touchée – 14/09/2008.

Os animo a iniciaros en el Consumo de Palominina (secad bien los excrementos). Es un producto natural, se puede conseguir en cualquier sitio (lejos de intereses de camellos y de Estados) e incluso se puede producir de manera particular (con 5 palomas tienes para el consumo propio e incluso de amigos).

Desaconsejo su consumo oral. Puede hacer daño al estomago, y eso enturbia la experiencia. La mejor forma de administración es la inyección intra-medular. Sé que suena fuerte, pero es muy sencillo, económico (hay kits de punción lumbar en ebay por menos de 4 €, y son reutilizables) y supone la mejor experiencia alucinógena.

Hay muchas fuentes al respecto: Don Juan no consiguió convencer a Castaneda de incluirlo en sus escritos, pero sale reflejada en los apéndices. Las culturas mediterráneas minoicas, consumidoras del “Eter Columbus” (palominina en estado natural) elevaron a la Paloma a la categoría de “pajaro de la paz” debido a los estados de gracia que infundía. Esa categoría de animal sagrado la ha acompañado hasta nuestros días, en todas las ciudades es un animal que comparte su vida con los humanos en los parques y plazas.

Por otro lado, no tenéis más que pensar en el odio que determinadas personas profesan a estos animalitos. ¿Acaso no es un reflejo de la Maldad en estado puro? La belleza de la Paloma, y de los niños o abuelos que las alimentan, queda contrastada con la Oscuridad de los que las matan o piden a los ayuntamientos que las exterminen. Es sólo una prueba más de su categoría de animal divino.

Al igual que los Hongos Mágicos han acompañado al hombre en su evolución, la Paloma y su Sagrada Deposición nos conducen “al lugar donde todo empezó, para poder verlo con ojos de niño y de anciano a la vez”.

Planificacio – 14/09/2008.

Bueno…
Yo durante años fui consumidor de palomina, empecé con unos amigos, luego los fines de semana y finalmente ya me era imposible sacármelas de encima (textualmente).

Estuve perdido en el mundo, veía todo negro si no tenia mi palomina. Llegué a comer cerebros crudos de paloma para aprovechar mejor su glándula palominaria. Una que otra vez tuve que vender mi cuerpo por palomina, por favor para los que lean esto, consumir palomina es sumamente adictivo, parece un juego cuando los colegas lo hacen pero cuidado…

Touchée – 14/09/2008.

Por culpa de gente como tú y tu consumo irresponsable tenemos que fastidiarnos el resto. La adicción palomínica no viene determinada por la sustancia propiamente dicha, sino por el contexto y la adulteración de la sustancia con guano, otro conocido estimulante del SNC (de éste ya hablaremos en otro hilo). Yo tuve una mala época hasta que empecé a proveerme de mi propia Palomina, de hecho ya me estoy haciendo un sibarita y no cato más que las variedades de torcaz y de zurita.

Symposion – 14/09/2008.

Como con otras sustancias, la Paloma y su secreto enteógeno no han sido un problema hasta que se ha perdido el contexto cultural que sostenía su consumo.

Mientras que las culturas minoicas, pero también las vikingas -que robaron el conocimiento de las tierras gallegas que atacaron- y posteriormente los otomanos que, debido a la influencia de la colombofilia de los ingleses que ocuparon su área tras el derrumbe de su imperio, tenían un rígido contexto para el consumo de palomina, que incluía ayunos, purgaciones, enemas con plantas delirógenas, y finalmente relaciones sexuales grupales de carácter religioso, siempre y de forma necesaria antes del consumo de la palomina de la paz espiritual.

Como sustancia, ninguna droga es más potente ni más adictiva, y de ahí el férreo control del agente embriagante que capacitó a los hombres de todas las épocas para las más increíbles hazañas: desde desvirgar a 333 vírgenes en una noche, a luchar contra un ejército en una proporción de 1 contra mil y vencer.

La leyenda dice que quien poseía palomina, podía controlar los elementos y a los animales con su pensamiento y voluntad.

Haberlo sacado de ese contexto y haberlo dado a conocer a una juventud desmotivada y sin claros valores religiosos, y en contextos de marginalidad y búsqueda de sensaciones extremas, es lo que ha provocado que una droga tan maravillosa y con un potencial único en el mundo para el sexo, la paz entre todos los consumidores, y las revelaciones místicas, acabase en la lista de sustancias prohibidas y reprimidas por el “stablishment”, hasta el punto de preferir hablar de la heroína o la metanfetamina, antes que mencionar siquiera esta potente droga natural.

¡No colaboremos con la incultura farmacológica! Divulguemos.

Pero tampoco favorezcamos el uso incorrecto y destructivo de la palomina, no podemos dejar que siga habiendo familias destrozadas por un mal uso del sacramento absoluto. Este dilema debería ser resuelto antes de seguir desarrollando este tema. Opino.

Lo dicho: un mito sobre drogas tanto o mejor ideado y desarrollado que cualquiera de los restantes que circulan por ahí. Y, evidentemente, igual de estúpido y descabellado que los demás. Tan sólo que, éste, a diferencia de los otros, aparece entremedias de un largo hilo de Internet en el que, por lo demás, se deja constar expresamente que no se trata más que de una coña marinera con la que tuvieron a bien entretenerse unos cuantos asiduos al Cannabis Café. De tal manera, que resulta completamente comprensible que su plasmación y expansión como leyenda urbana no haya tenido la menor trascendencia. Otro gallo hubiese cantado si, en lugar de figurar como una sucesión de mails en tono de guasa, hubiese sido redactado en un único documento y, posteriormente, plasmado a modo de “noticia”, testimonio o “entrada” en un Blog, en una Web o en una revistilla o fanzine sobre drogas (al estilo de lo que sucedió con la Bananadina). En tal caso, no lo duden, no hubiese sido de extrañar que el mito de la palomiscina hubiese circulado universalmente por la Red; que algún reputado periodista se hubiese hecho eco del asunto; que los expertos en drogodependencias se hubiesen dedicado a alertar a las instituciones públicas, a las familias y a los adolescentes sobre los riesgos de esta temible droga; y que, lógicamente, hubiesen surgido mil y un testimonios de chavales que afirmarían taxativamente esnifar cagadas secas de paloma y colocarse con ellas.

Y es que, al fin y al cabo, así es como funciona –o suele funcionar- la creación y la propagación de las leyendas urbanas sobre drogas. De tal manera que, tras mostrarles nuestra gratitud a los mencionados cibernautas que tuvieron la ocurrencia de pergeñar elocuentemente este bulo (y a los cuales, consecuentemente, les corresponde, en realidad y en última instancia, la autoría de este artículo), pondremos el punto y final.

¡Cheapeu, machotes! Un saludo, buenos humos, y felices fiestas a todos, todos.

Acerca del autor

Eduardo Hidalgo
Yonki politoxicómano. Renunció forzosamente a la ominitoxicomanía a la tierna edad de 18 años, tras sufrir una psicosis cannábica. Psicólogo, Master en Drogodependencias, Coordinador durante 10 años de Energy Control en Madrid. Es autor de varios libros y de otras tantas desgracias que mejor ni contar.

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