Exploramos la evidencia científica y los testimonios sobre el uso del cannabidiol en mascotas, con un enfoque en su efectividad para tratar la epilepsia y otras dolencias comunes en perros
Cuando los profesionales de la salud hablan sobre usos paliativos o terapéuticos del cannabidiol (CBD) surgen diferentes puntos de vista sobre la dosificación, la vía de administración y la importancia del origen del CBD o de su interacción con otros cannabinoides y terpenos (el denominado “efecto séquito”); se cuestiona la dimensión del efecto placebo en productos derivados del cáñamo y, habitualmente, se hace hincapié en la necesidad de proyectar pretensiones realistas sobre el efecto que tendrá el cannabinoide. Podéis haceros una idea, entonces, de lo que ocurre cuando hablamos del uso de CBD en perros. En los artículos de septiembre y octubre haremos un pequeño homenaje a nuestros mejores amigos revisando lo dicho en publicaciones especializadas y medios de comunicación internacionales sobre el uso de CBD.
Hace apenas tres años, mi perra Nanú, que actualmente tiene casi ocho años, tuvo su primer ataque epiléptico. Desde aquel ataque hasta hoy ha padecido episodios erráticos, a veces repetitivos y otras no, le han hecho todo tipo de pruebas y han opinado al respecto unos cuantos veterinarios. El diagnóstico siempre ha sido “epilepsia idiopática o esencial”. En otras palabras, “no se ha encontrado una patología que provoque las convulsiones” y probablemente se trate de algo “de carácter neurológico difícil de identificar”. Por lo pronto, lo episodios no se dan con suficiente frecuencia, ni suponen niveles de estrés tan altos en la perra, como para que considere comenzar a medicarla.
Según diversos veterinarios, si los ataques aumentan en frecuencia e intensidad debo empezar a darle diazepam por vía rectal cuando se producen o inmediatamente después. El diazepam es un clásico entre humanos, mejor conocido como Valium. El principal motivo, pese a lo que pueda parecer, es tratar los espasmos musculares inmediatamente después de la crisis y, colateralmente, evitar que se produzcan episodios repetitivos derivados de la excitación y la ansiedad.
Si, definitivamente, el perro tiene ataques convulsivos con mucha frecuencia, el dueño debe considerar el uso de medicación específica, como el fenobarbital o el bromuro potásico. En vista al creciente diagnóstico de epilepsia en perros (debido, según algunos especialistas, a la también creciente interacción urbana entre hombre y perro[i]) las farmacéuticas han lanzado al mercado “novedosos” y prohibitivos medicamentos (como la zonisamida, el levetiracetam o la pregabalina) que no parecen ser más eficaces que los tradicionales remedios mencionados.
“Es muy probable que notes un cambio, drástico o progresivo, en la personalidad de tu perra”. Más bien habría que informar al dueño de que el fenobarbital es un barbitúrico y tiene efectos secundarios frecuentes tales como:
- Cambios de comportamiento: letargia, mayor ingesta de agua, mayor eliminación de orina o mayor ingesta de comida.
- Aumento de peso.
- Aumento del tamaño del hígado y del bazo.
- Dependencia y tolerancia al fármaco.
Pues bien, por estos parajes me hallaba yo hasta que mi querida amiga Patricia me preguntó: “¿Has pensado en usar CBD con Nanú?”. Después de cuatro años trabajando exhaustivamente con variedades ricas en cannabidiol, consumiendo prácticamente de forma exclusiva estas genéticas (porque son las que mejor me sientan) y escribiendo sobre su cultivo, y no se me había ocurrido investigar sobre si los efectos antiepilépticos del CBD podían extrapolarse a los perros.
Hace un tiempo, quizás un par de años, eché un vistazo a varios artículos sobre el uso de cannabis en mascotas y recuerdo no haber sacado nada en claro. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente en la actualidad. Antes incluso de producirse la demanda, el ser humano se las ingenia para saciarla. Otra cosa es que la fundamentación y explicación de los tratamientos (incluso la composición de productos que ya están a la venta de forma específica para algunos animales domésticos) sean claras.
Realidades científicas
Lo primero que se pasa por la cabeza del dueño de un perro epiléptico (o con cualquier otra dolencia que pueda mejorar con el uso de CBD) es si el cannabinoide va a ser efectivo también en el perro y, por supuesto, en qué medida, para poder dosificarlo.
En cuanto a los efectos de la marihuana sobre los canes, la primera investigación con cannabis y animales se publicó en el British Medical Journal (BMJ) en 1899[ii]. Escrito por el farmacólogo inglés Walter E. Dixon, el artículo incluye observaciones concretas sobre la respuesta de los perros al cannabis. Este artículo se publica, sin embargo, mucho antes de que se sepa qué es el sistema endocannabinoide (SEC).
Ascidias, nematodos y todas las especies de vertebrados poseen un SEC que ha ido evolucionando durante los últimos 600 millones de años, según diversos estudios científicos[iii]. Este sistema, desconocido hasta finales del siglo XX, se llama así porque se fundamenta en los cannabinoides, los mismos compuestos orgánicos que contiene el cannabis.
De acuerdo con la American Cancer Society y citando textualmente a Gregory T. Carter, profesor de medicina en la Universidad de Washington, los cannabinoides “activan receptores específicos que se encuentran en todo el cuerpo para producir efectos farmacológicos, especialmente en el sistema nervioso central y en el sistema inmunológico”[iv].
Robert J. Silver, veterinario y herborista, arroja otra forma de verlo: “Los receptores del SEC son como cerraduras y los cannabinoides como llaves. Se adaptan a la perfección. Cuando el cannabinoide se conecta al receptor, éste se cierra y se producen una serie de cambios en la membrana de la célula. Estos cambios son responsables de algunos de los efectos de los cannabinoides”[v].
Más allá de profundizar en la importancia (que es capital) y el funcionamiento del SEC quiero dejar claro que los perros tienen SEC y que, al igual que otros vertebrados, los receptores CB1 se encuentran principalmente en el cerebro (aunque también tienen presencia en las glándulas salivales y en folículos pilosos), mientras que los receptores CB2 se localizan en la piel, el sistema inmunológico, el sistema nervioso periférico y algunos órganos, tales como el hígado y los riñones.
Por último debemos destacar que los terpenoides o terpenos juegan un papel fundamental en los favorables efectos que muchas personas reportan a través de foros y comentarios a pie de artículo. Ethan B. Russo, de GW Pharmaceuticals, explica en un artículo publicado en el British Journal of Pharmacology (BJP) qué es el “efecto séquito” y cuál es el papel que juegan los terpenoides: “pueden resultar un complemento clave en los extractos medicinales a base de cannabis, especialmente con respecto al tratamiento del dolor, la inflamación, la depresión, la ansiedad, diversas adicciones, la epilepsia, el cáncer y las infecciones víricas y fúngicas”[vi]. Según Russo, este papel se centra en ayudar a que los cannabinoides atraviesen la barrera hematoencefálica (de hecho, ya se ha demostrado que concretamente el mirceno altera esta barrera).
De la misma forma que los terpenos son una parte fundamental del “efecto séquito”, científicos y usuarios se preguntan hasta qué punto el CBD aislado (o proveniente del cáñamo industrial) es tan efectivo como los extractos naturales de cannabis criado para uso lúdico, que a estas alturas ya puede contener muy poco THC, diversas cantidades de otros cannabinoides y una indudablemente mayor diversidad de terpenoides.
Antes de terminar la primera parte: ¿funciona?
Aunque en España estamos muy verdes en cuanto al uso de CBD en mascotas (ni siquiera disponemos de productos específicos a la venta), en Estados Unidos ya existen varias empresas que han visto el filón y se han puesto manos a la obra: la mayoría dicen vender el producto alimenticio del futuro, un producto que convertirá a tu mascota un ser superior gracias al cáñamo industrial.
En el próximo número de Cannabis Magazine hablaremos con más detenimiento de estos “productos milagro”, que apenas arrojan información sobre su composición o sobre la cantidad de CBD que les estamos dando a nuestros perros, y también nos detendremos en testimonios y artículos publicados en medios de comunicación como The Guardian, NBC News o Health, de Time, que parecen dejar lo suficientemente claro que sí, el CBD funciona en perros con epilepsia (y como tratamiento paliativo de diversas dolencias en canes y otros animales de compañía) pero queda mucho que investigar al respecto. Objetivo a corto plazo: conseguir que un veterinario se moje (después de haberse informado) sobre qué dosis de CBD debes darle a tu perro.
[i] Carolina Pinedo (2013). Epilepsia en perros, ¿tiene cura? 16/07/2016, de Consumer. Sitio web: http://goo.gl/nWmfM3.
[ii] Walter E. Dixon (1899). The pharmacology of Cannabis indica. British Medical Journal (BMJ), II:1354-1357.
[iii] Fundación Daya (2014). Sistema endocannabinoide. 20/07/2016. Sitio web: http://goo.gl/pBXIAK.
[iv] Gregory T. Carter (2014). The Use of Medical Marijuana to Manage Symptom Burden in Spinal Cord Injury. 13/17/2016, Universidad de Washington. Sitio web: http://goo.gl/5sYwpg.
[v] Susan Tasaki (2015). Medical Cannabis: Is it good for our dogs? 19/07/2016, The Bark. Sitio web: http://goo.gl/WGT8Tr.
[vi] Ethan B. Russo (2011). Taming THC: potential cannabis synergy and phytocannabinoid-terpenoid entourage effects. 24/07/2016, British Journal of Pharmacology (BJP). Sitio web: http://goo.gl/LX0O7Q.
[1] Carolina Pinedo (2013). Epilepsia en perros, ¿tiene cura? 16/07/2016, de Consumer. Sitio web: http://goo.gl/nWmfM3.
[1] Walter E. Dixon (1899). The pharmacology of Cannabis indica. British Medical Journal (BMJ), II:1354-1357.
[1] Fundación Daya (2014). Sistema endocannabinoide. 20/07/2016. Sitio web: http://goo.gl/pBXIAK.
[1] Gregory T. Carter (2014). The Use of Medical Marijuana to Manage Symptom Burden in Spinal Cord Injury. 13/17/2016, Universidad de Washington. Sitio web: http://goo.gl/5sYwpg.
[1] Susan Tasaki (2015). Medical Cannabis: Is it good for our dogs? 19/07/2016, The Bark. Sitio web: http://goo.gl/WGT8Tr.
[1] Ethan B. Russo (2011). Taming THC: potential cannabis synergy and phytocannabinoid-terpenoid entourage effects. 24/07/2016, British Journal of Pharmacology (BJP). Sitio web: http://goo.gl/LX0O7Q.
Acerca del autor
Xosé F. Barge se licenció en Periodismo en la UPSA. Posteriormente realizó el grado en Humanidades y se especializó en literatura distópica del s. XX. Es el Redactor jefe de Cannabis Magazine y El Cultivador.