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Chocolate y cannabis, una relación que mejora con los años

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La relación que mantienen el chocolate y el cannabis dentro de la cadena alimentaria, a cada año que pasa demuestra no sólo ser más sólida y armoniosa, sino también sirve de base a la infinita creatividad de los cocineros cannabicos.

A finales del mes de febrero de este año se celebró en Barcelona la VI Spannabis. Fue gratificante observar que la culinaria cannábica se encuentra en permanente estado de expansión y que las ofertas de delicatessens a base de chocolate y cannabis son cada vez más frecuentes y variadas.

Esta relación no solamente no es casual sino que tiene fundamentos que nos hacen suponer que ha de extenderse en el tiempo y, porque no, en el espacio. Ambos elementos, el chocolate y el cannabis, acompañan a la Humanidad desde hace algunos milenios; ambos han sido objeto de vaivenes políticos y económicos. Ambos afectan los mecanismos de serotonina de nuestro cerebro contribuyendo a elevar nuestro umbral de placer.

Tal es el valor que el chocolate ha tenido desde tiempos inmemoriales que hasta hace pocas décadas sólo se lo encontraba en la misma forma que el oro: en polvo, en barras y en monedas.

En este momento en que nos encontramos saliendo del invierno, todavía presentes los recuerdos del frío, pensar en chocolate es pensar en una taza humeante, llena de una bebida dulce y espesa, en la mayoría de las veces acompañada de un par de churros recién fritos, que nos hace entrar en calor inmediatamente. Pero, no nos limitemos a eso. El chocolate, versátil como el cannabis, nos permite confeccionar deliciosas bebidas refrescantes, postres helados, salsas de verano en recetas que, por su tenor y calidad de las grasas que contienen sirven como excelente vehiculo para aprovechar las propiedades psicoactivas del THC.

A partir de este numero y mientras dure el verano iremos publicando simultáneamente las recetas refrescantes de cannabis y chocolate con una síntesis en varios capítulos de la historia del chocolate ya que la de la Maria fue publicada en los números 51, 52 y 53.

Un poco de historia

Lo que hoy conocemos como “chocolate” es la preparación que se obtiene a partir de beneficiar dos productos derivados de la manipulación de sus semillas: una materia sólida (la pasta de cacao) y una materia grasa (la manteca de cacao) con vainilla, azúcar, leche y, en la mayoría de los casos con almendras avellanas o nueces. Si bien estamos acostumbrados a pensar en el chocolate como algo dulce, su punto de partida, la semilla del cacao es terriblemente amarga.

La palabra chocolate es un derivado de la palabra nahuatl xocol?tl, que podría traducirse como «bebida espumosa hecha de cacao» y cuyo significado literal es agua agria. Según el misionero inglés Thomas Gage, que se refirió al chocolate en 1648, el término tendría un origen onomatopéyico, pues xoc imitaría el ruido que producía la bebida cuando se agitaba en el recipiente en el que se preparaba o batía.

En 2008 fueron publicados diversos estudios que afirman haber pruebas suficientes del consumo de cacao en América Central a partir del año 1.500 a.C. Los científicos analizaron vasijas con la forma del fruto del cacao y por los residuos encontrados en su interior, concluyeron que habrían sido usadas para hacer fermentar la bebida.

¡Sí, eso mismo!

El chocolate, antes de ser comido, fue una bebida fermentada y de sabor amargo algo así como una “cerveza de chocolate”. Como sucede con el cannabis, no se conocen con certeza los orígenes del árbol de cacao (Theobroma cacao), pero las pruebas señalan que en la América precolombina fue cultivado desde el Amazonas hasta el norte de México.

En la actualidad y, desde hace aproximadamente dos siglos, una de las regiones donde más se cultiva el cacao se encuentra al sur del Estado brasileño de Bahía, cuya tierra y clima favorecen también, el cultivo de cannabis.

La planta del cacao fue bautizada por el naturalista sueco Carl von Linne en 1753, con el nombre de Theobroma cacao, a su vez un nombre griego que significa “alimento de los dioses”. Contiene cafeína, teobrina, serotonina y fenitelitamina. Se le atribuyen poderes afrodisíacos por los elementos antes mencionados que convierten a la bebida en antidepresiva y útil para combatir el estrés, intensificando las actividades placenteras como hacer el amor. Además contiene elementos psicoactivadores.

En los primeros tiempos el consumo parece haber sido en forma de una especie de «cerveza»; es decir, una bebida basada en la fermentación de los granos del cacao. Tal «cerveza de chocolate», tendría una importante función ritual y muy probablemente se utilizaba en las celebraciones de matrimonios.

Una leyenda mexicana relata que el mismo dios Quetzalcóatl en tiempos ancestrales dio a los hombres en sus manos las primeras semillas de cacao (1). En la América precolombina, cuando de bebida pasó a ser un alimento, se lo preparaba tostando las semillas para luego triturarlas hasta obtener una pasta que después se mezclaba con agua. Esta mezcla se calentaba hasta que la manteca o grasa del cacao subía a la superficie. Se le quitaba la espuma y luego se volvía a mezclar (2) -según ciertas proporciones- con la bebida; finalmente se batía enérgicamente para formar un líquido con una espuma consistente que se bebía frío. A esta preparación de base se le añadían -según el gusto- diferentes ingredientes, como chile, achiote, vainilla, miel como endulzante y harina de maíz como emulsionante básico para absorber la manteca de cacao. El resultado era una bebida sumamente energética pero también muy amarga y picante. (3)

El chocolate primero se bebió y luego se comió.

En los capítulos siguientes relataremos los ciclos y vicisitudes de este curioso alimento a través de los siglos y de las diferentes culturas que lo transformaron en sinónimo de dulzura.

Pero, como el cannabis, el chocolate va por más. En un movimiento que podríamos denominar “revisionismo histórico”, hoy comienzan a aparecer tiendas de personas que sirven el chocolate de la forma más parecida posible al uso ancestral. Inclusive, algunas marcas de chocolate suizo, ya ofrecen variedades con 85 % de cacao condimentado con chili.

Vemos, entonces  que la expresión “como agua para el chocolate” puede transformar profundamente su significado. En función de todo lo dicho, sugerimos dos recetas deliciosas a base de agua en lugar de leche

Sorbete de Chocolate

Rinde 4 porciones
Tiempo de preparación: 15 minutos
Más el tiempo de enfriar y congelar.
Tiempo de cocción: 10 minutos

Ingredientes

600ml de agua
350gr de azúcar moreno
100 gr. de cacao en polvo
50 gr. Chocolate sin leche (70% cacao) picado bien fino
2 cucharaditas de esencia de vainilla
1 pizca de canela
1 pizca de clavo de olor en polvo
Cantidad de hachis igual a la que se emplearía para que cuatro personas fumasen. (4)

Preparación

Mezclamos en el agua el cacao y el azúcar y los llevamos a hervir, revolviendo siempre. Cuando rompe el hervor, bajamos el fuego y, siempre revolviendo, lo mantenemos  a fuego lento aproximadamente 8 minutos.
Fuera del fuego, le agregamos el chocolate picado, el hachis, la canela, la vainilla y el clavo de olor, revolviendo bien para que los ingredientes se mezclen de forma homogénea.
Una vez frío, al frigorífico y al congelador, después.
Es recomendable retirarlo del congelador  media hora antes de servir.
Queda muy bien si lo servimos decorado con nata montada

Horchata

Rinde 4 porciones

Ingredientes:

300 gr. de almendras peladas
300 gr. de azúcar morena
150 gr. de cacao en polvo
Canela en rama
Clavo de olor
Pimienta de Jamaica
Cantidad de hachis como para 4 personas.

Preparación

Un secreto para que esta horchata además de refrescante resulte digestiva es colocar las almendras ya peladas pero  todavía con la cutícula marrón, en remojo durante unas horas para facilitar la remoción de la mencionada película amarronada.
Una vez peladas, en un litro de agua las pasamos por la licuadora y llevamos el líquido obtenido al fuego por algunos minutos. Colamos la mezcla en un paño o cedazo.
Ya con la mezcla colada, agregamos el azúcar, el cacao en polvo, la canela el clavo y la pimienta y lo llevamos al fuego otra vez por algunos minutos.
Antes de que hierva, lo retiramos del fuego y le agregamos el hachis. Continuamos removiendo manualmente hasta verificar que todos los ingredientes se encuentren homogéneamente integrados.
Lo llevamos a la nevera donde se transformará en una deliciosa y refrescante bebida. Antes de servirlo volvemos a mezclar bien los componentes; quedará muy bien si se le coloca a cada vaso una hojita de menta.

(1) Otras leyendas hacen igual referencia al Cannabis
(2) En un proceso semejante a que se sigue para obtener el ghee
(3) Fuente www.wikipedia.org
(4) Es importante no emplear hachis comprado en el mercado negro debido a los aditivos “non santos” que contiene. Lo ideal seria utilizar hachis casero o de procedencia idónea.

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