De todos es conocido el amplio abanico de propiedades terapéuticas del cannabis, entre ellas destaca su aplicación para mitigar el dolor o las náuseas. También sabemos que para enfermos de cáncer ayuda mucho en su enfermedad.
Por Garru
Al otro lado del Atlántico, desde Canadá, Rick Simpson lleva años repartiendo gratuitamente extracto de cannabis a enfermos de cáncer y otras dolencias, y no a tres o cuatro, sino a más de 5.000. Muchos de ellos afirman que sus tumores se han reducido e incluso desaparecido. Dejando a un lado el escepticismo científico de algunos y la exaltación excesiva de otros, démosle una vuelta a los potenciales usos medicinales del cannabis.
Para centrarnos en el tema en cuestión, empezaremos conociendo la historia de Rick Simpson y de su aceite, luego os mostraremos cómo prepararlo y consumirlo.
Recordamos que este artículo no se escribe con intención de fomentar ningún tipo de consumo y, simplemente, pone de manifiesto ciertos usos y aplicaciones de la marihuana y sus derivados.
Rick Simpson
Rick Simpson nació en Canadá, en 1949. En 1997 sufre un accidente que desemboca en una lesión muy grave en la cabeza (síndrome de pos-conmoción cerebral) y tiene que padecer todo el día un zumbido en sus oídos parecido al de un corta césped durante cinco años. A lo largo de todo este tiempo, probó todos los medicamentos que le recetaban los médicos pero sin mejora alguna, incluso alguno empeoraba sus síntomas.
En 1999, Rick escuchó que el cannabis podía ser medicinal, así que llamó a un amigo para que le dejase fumar uno de sus porros. Tras las primeras caladas, notó un alivio que ningún medicamento antes había conseguido. Inmediatamente, se dirigió a su doctor para que le recetase cannabis, pero se negó a dársela. Aún así, pasaron los años sin volver a fumar, y los síntomas fueron empeorando sin permitirle vivir de manera normal, pensando incluso en el suicidio. Un día, recordó lo bien que le había sentado el cannabis y decidió empezar a cultivar marihuana, a hacer concentrados con ella y a consumirlo en dosis bajas. Desde el momento de empezar la auto medicación con cannabis, Rick notó que los dolores desaparecían, dormía mejor, redujo su sobrepeso y bajó su presión sanguínea.
En 2003 le diagnosticaron un melanoma cerca del ojo y se sometió a una intervención quirúrgica, pero sin llegar a poder eliminarlo del todo. Rick decidió aplicarse directamente el aceite de cannabis en el tumor. Unos días después, el cáncer había desaparecido. Volvió a comunicárselo a su doctor y, de nuevo, éste le ignoró. Probó su aceite sobre la piel de su madre que tenía psoriasis: las heridas desaparecieron y la piel se curó. Fue el momento en que decidió compartir su conocimiento con todo aquel que lo necesitase.
Desde ese año hasta hoy, Rick ha tratado gratuitamente a más de 5.000 pacientes de diversas patologías, entre ellas están todos los tipos de cáncer, leucemia, melanoma, diabetes, dolores crónicos, verrugas, psoriasis, infecciones virales o bacterianas… afirmando que el 70% de los enfermos tratados consigue una curación o una mejoría considerable.
Tras tanto tiempo y tantos pacientes, llegó a la conclusión de que la cantidad de aceite necesario para las enfermedades más duras es de 60 gramos, que se extrae de 500 gramos de cogollos de cannabis Indica, durante un período de tratamiento de tres meses. Y, en casos en los que el aceite llegue demasiado tarde, brinda al enfermo mejorar la calidad de vida.
En el año 2009, tras varias detenciones, arrestos y redadas, Rick decide abandonar Canadá y pedir asilo político en Europa. Se defiende afirmando que nunca ha cobrado a nadie por el aceite y sólo lo daba en casos de necesidad, no para uso lucrativo. Ese mismo año, publicó el documental Run from the cure (Huyendo de la cura) y la revista High Times lo nombra Combatiente de la Libertad del año.
A día de hoy, Rick Simpson sigue investigando con su aceite y difundiendo sus bondades a todo el mundo.
El aceite de Rick
Material a utilizar:
30 gramos de cogollos de cannabis Indica (debido a su nivel más elevado de CBD), para producir 4 gramos de aceite.
500 mililitros de alcohol isopropílico 99º de venta en farmacias (debido a su elevado coste, puedo deciros que, en cierto país de los Pirineos, se vende alcohol 96º a precios más asequibles).
Un cubo de plástico para la mezcla.
Una arrocera eléctrica o una bandeja de pírex y un fogón eléctrico.
1 – Meter el material bien seco en el cubo de plástico.
2 – Verter el alcohol sobre los cogollos, que queden bien remojados. El alcohol también disuelve la clorofila dando al aceite un color oscuro y no tan ambarino como si se usase butano o CO2. Los tres solventes son buenos y adecuados para su uso medicinal.
3 – Remover con un palo limpio durante unos tres minutos, procurando aplastar bien los cogollos para que se desprendan de las glándulas de resina.
4 – Seguir agregando solvente hasta que el material esté completamente cubierto y empapado. Con este proceso hacemos que el THC pase de la planta al alcohol.
5 – Verter el liquido con el aceite disuelto en otro recipiente y reservar la materia vegetal para repetir el proceso de nuevo. Ahora ya hemos conseguido el 80% del THC.
6 – Segundo lavado. Agregar solvente nuevo al material y trabajarlo otros tres minutos para sacar el 20% restante.
7 – Incorporar el segundo solvente-aceite en el recipiente que tiene la primera mezcla, y prensar bien la materia vegetal para escurrirla. Tras esto, ya se puede desechar, puesto que no tiene cannabinoides.
8 – Es el momento de evaporar el alcohol para que sólo nos quede el aceite.
Con un embudo y un filtro de café filtramos el líquido para eliminar cualquier resto vegetal que pudiese quedar. Tras el filtrado, ponemos el líquido en la arrocera o en la bandeja de pírex.
9 – Llenar la arrocera hasta poco más de la mitad, encenderla a temperatura alta. En el caso del pírex, encender el fogón a temperatura media. Es el momento más delicado de todos, ya que el alcohol produce vapores muy volátiles y es muy fácil que cualquier llama o chispa produzca una explosión. Realizar este proceso en una sala ventilada o en el exterior.
10 – Controlar el nivel de líquido, evitando que se evapore del todo, e ir añadiendo líquido mezcla hasta que ya lo hayamos puesto todo.
11 – En cuanto hayamos vertido todo el líquido, agregar unas diez gotas de agua, que ayudarán a evaporar mejor el alcohol y protegerán el aceite del exceso de calor.
12 – Cuando se haya evaporado el 60% del líquido, coger la arrocera o la bandeja con las manos (usar guantes) e ir removiendo suavemente.
13 – En cuanto nos quedemos casi sin líquido y la mezcla empiece a espesarse, bajaremos la potencia de la arrocera-fogón al nivel bajo para no sobrecalentar el aceite. En todo caso, no debería sobrepasar los 290º de temperatura.
14 – Es el momento de cambiar el aceite de recipiente para pasarlo a un cazo de metal o de pírex, tenerlo más concentrado y evitar que se queme. Ponemos el cazo sobre el fogón eléctrico a temperatura baja. Éste proceso se puede alargar unas horas.
15 – Cuando el aceite deja de burbujear y no se perciba ninguna actividad, habremos obtenido nuestra medicina preparada y lista para ser usada.
16 – Aprovechamos que el aceite está caliente para ponerlo en su recipiente definitivo. Aconsejamos un bote pequeño de vidrio o una jeringa de plástico, la cual ayuda en su posterior dosificación.
Una vez frío, el aceite adquiere una consistencia grasa, como queroseno y, según la variedad de cannabis, el aceite puede ser más o menos graso.
Tratamiento
Para una terapia completa se recomienda utilizar 500 gramos de cannabis mezclados con 7 litros de etanol, para producir unos 60 gramos de aceite Rick Simpson. Esta cantidad de aceite debe dosificarse a lo largo de 90 días y se puede consumir vaporizado (no lo recomiendo por contener trazas de alcohol), ingerido o de forma cutánea, tanto sólo como mezclado con cera de abeja (para este caso es mejor diluir el THC en aceite de oliva).
La genética dependerá de cada dolencia pero, a grandes rasgos, para la mayoría de las enfermedades es recomendable utilizar cannabis indica o cannabis afgana, por su alto contenido en CBD. En casos de depresión, utilizar cannabis sativa.
Dosificación
Rick Simpson aconseja empezar tomando una dosis del tamaño de un grano de arroz, tres veces al día, doblando la dosis cada cuatro días, tres dosis de mayor tamaño, hasta llegar a consumir 1 gramo al día durante el resto de los 90 días.
El problema de consumir en exceso el aceite no es mayor que el sueño que producirá al paciente, sin más daño alguno para el cuerpo.
Pasados los días de tratamiento, se aconseja continuar consumiendo aceite de manera preventiva, con 1 gramo al mes es suficiente para que no vuelva la enfermedad.
En el caso de Melanoma el tratamiento a seguir es untar la parte afectada con aceite y cubrirla con una tirita, cambiar el apósito cada tres días hasta que se reduzca o desaparezca.
Ahora que ya sabemos la historia, cómo preparar el aceite y cómo utilizarlo, podríamos preguntarnos si no se está hablando poco sobre sus propiedades y beneficios. Si deberíamos ir a las asociaciones de enfermos de cáncer a difundir la noticia y a insistir para que se realicen estudios médicos serios.
Si una persona decide someterse a la angustia y los dolores de la quimioterapia, podría ser que estuviese dispuesto a probar un aceite que, en su peor resultado, le producirá somnolencia y apetito. Más aún si puede reducir, mejorar e incluso curar su enfermedad. Lamentablemente, todos conocemos algún enfermo de cáncer o lo conoceremos. ¿Estamos dispuestos a no decir nada, a huir de la cura?
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.