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Crianza cannábica casera

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¿Qué es la crianza cannábica casera?

¿En qué consiste la crianza cannábica? ¿Cualquiera puede llevarla a cabo? ¿Qué conocimientos son necesarios? Estas son algunas de las preguntas que voy a responder en este primer artículo.

Todos nos hacemos una idea de lo que puede ser la crianza de cannabis: básicamente se trata de reproducir las plantas sexualmente para conseguir ejemplares con unos rasgos genéticos determinados. En resumidas cuentas, podríamos definir así el concepto.

En la naturaleza se estiman entre 12 y 18 variedades de cannabis puras o landraces (aunque algunos expertos sitúan las cifras en hasta 32 variedades autóctonas), que han conservado sus rasgos genéticos debido a que su ubicación geográfica las protege de polinizaciones externas.

Gracias a la selección natural, las plantas pueden realizar cambios en su metabolismo y morfología para adaptarse al medio a través de la evolución, perdurando a lo largo de las generaciones las características que mejor le permiten desarrollarse en un entorno determinado. Esto  mismo ocurre también en las especies animales. Una característica muy importante de las llamadas landraces es su estabilidad para realizar cruces, ya que sus ancestros se han reproducido entre ellos.

En el caso de la cría selectiva, la finalidad no es la evolución para perdurar, sino obtener los rasgos genéticos que el criador considere convenientes. No obstante, a través de este proceso de selección se han conseguido ejemplares altamente estables, hasta el punto que casi podrían considerarse como una variedad pura. Ejemplos de ello son las legendarias White Widow o Haze, que hoy en día están presentes en un gran número de híbridos, aunque profundizaré en este tema un poco más adelante.

En este artículo, y a lo largo de los siguientes, te voy a explicar el proceso para llevar a cabo una crianza cannábica casera. Es un procedimiento largo que requiere de bastante tiempo y paciencia. Los resultados siempre irán en proporción a los medios utilizados y, por supuesto, al ojo del criador. En esta primera parte te voy a introducir en el mundo de la genética, explicándote brevemente sus normas más importantes.

Cerca del año 1866, un monje agustino de Austria llamado Gregor Mendel publicó su trabajo “Experimentos sobre hibridación de plantas”, donde explicaba unas leyes que se observaban en la crianza de distintos vegetales. Estas premisas son conocidas como las tres leyes de Mendel, y son una guía básica para poder predecir con gran precisión los caracteres que puede heredar la descendencia. Aunque sus coetáneos no dieron gran importancia a sus descubrimientos, estos fueron de tal magnitud que en la actualidad a Mendel se le conoce como el padre de la genética.

No obstante, antes de comenzar con sus leyes, conviene aclarar la diferencia entre fenotipo y genotipo, ya que es un error muy común confundirlos. El fenotipo es el conjunto de características que vienen determinadas por las condiciones ambientales, mientras que el genotipo se encuentra directamente impreso en el ADN. Aunque normalmente, dependiendo del genotipo, habrá unos fenotipos u otros, ya que estos son la expresión del mismo en un entorno determinado.

En cuanto a las tres leyes, ten en cuenta que Mendel realizaba sus experimentos con guisantes, observando su color y textura. Para representar de forma más gráfica sus conclusiones, utilizó un sistema de anotación donde expresaba los genes dominantes en mayúsculas y los recesivos en minúsculas. Siendo los genes dominantes aquellos que tienden a manifestarse por encima de los demás en la descendencia y los recesivos, aquellos que aunque se hayan heredado no son mostrados en el fenotipo.

Sé que esta parte del artículo puede ser un poco compleja y tediosa, pero si realmente quieres adentrarte en el mundo de la crianza cannábica, te aconsejo que le prestes atención, ya que si estas bases quedan claras, el resto del trabajo será mucho más sencillo.

La primera ley de Mendel, llamada “Ley de la uniformidad de los híbridos de la primera generación filial” nos dice que si cruzamos dos variedades puras, obtendremos descendientes totalmente iguales entre sí, tanto en fenotipo como en genotipo. Se expresaría de la siguiente manera:

AA + aa = Aa Aa Aa Aa

Donde A es amarillo y a es verde. En este caso, la descendencia manifestaría únicamente el gen A, por ser el dominante, lo que significa que todos los guisantes serían amarillos a pesar de contener en sí el gen verde.

La segunda ley de Mendel se llama “Ley de la segregación de los caracteres en la segunda generación filial” y lo que dice es que cuando cruzamos dos variedades híbridas, la descendencia ya no es igual, sino que se puede observar como aparecen distintas proporciones según sus rasgos. Esta ley se expresaría así:

Aa + Aa = AA Aa Aa aa

En este caso, al ser el gen amarillo A el dominante, el 75% de la descendencia es amarilla y el 25% es verde, a pesar de que el 50% contiene también el gen verde a. De esta forma podemos observar que en el caso del guisante el gen amarillo predomina, mientras que el gen verde se queda en segundo plano.

La tercera ley de Mendel, es la “Ley de independencia de los caracteres hereditarios”. Esta ley indica que los diferentes rasgos son heredados de forma independiente entre sí, lo que quiere decir que el patrón de herencia de un rasgo no afectará al de otro. Expresado en letras sería algo así:

AL + al = Al, AL, aL, al

Donde cada letra es un rasgo genético distinto. Si seguimos con el ejemplo de los guisantes, el gen L correspondería a la piel lisa y el l, a la rugosa.

De esta forma, cuando volvamos a cruzar entre sí observaremos los resultados siguientes:

AALL, AALl, AAlL, AAll, AaLL, AaLl, AalL, Aall, aALL, aALl, aAlL, aAll, aaLL, aaLl, aalL, aall

En este caso, se dan todas las combinaciones posibles, incluidas las que contienen únicamente genes recesivos. La aplicación práctica de esta ley se traduce en que podemos escoger el rasgo que queramos sin tener que perder otro que hayamos seleccionado previamente. Por supuesto, esta cadena de caracteres genéticos se complica un poco más en el caso del cannabis, ya que suelen ser bastantes rasgos los que queremos escoger en la crianza de variedades de cannabis.

Estas leyes se deben tener en cuenta a la hora de realizar una crianza cannábica casera, ya que de no ser así lo más probable es que el resultado sea una infinidad de generaciones, las cuales serán siempre inestables, lo que se traducirá en ejemplares totalmente diferentes entre sí en genotipo y fenotipo.

Aunque todo esto te pueda sonar a chino ahora mismo, a lo largo de tu camino en la crianza cannábica podrás comprobar que esa predicción realizada por las leyes de Mendel es correcta, y además es de gran ayuda a la hora de organizar las selecciones.

Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es la variedad a utilizar para realizar tus cruces. Una landrace o una variedad muy estable te va a permitir controlar mejor los caracteres que se heredan a lo largo de las generaciones. En cambio, si quieres realizar tus cruces a partir de variedades muy mezcladas, tendrás un trabajo mucho más largo, ya que la piscina de genes será inmensa debido a su ascendencia híbrida. Así que si estás interesado en hacer tu propia variedad, te aconsejo que la hagas a partir de dos variedades puras (landraces), y a partir del resultado vayas creando tus híbridos, ya que intentar rescatar un rasgo determinado de un polihíbrido con muchos cruces puede convertirse en una tarea imposible sin tener una instalación inmensa. De todas formas, en la tercera parte de esta serie aclararé un poco más a fondo el proceso de selección, así te será mucho más fácil poder comenzar tu aventura en el mundo de la crianza del cannabis.

Otra cuestión de gran importancia será la selección del macho que vas a emplear en el cruce. Todos los que cultivamos sabemos como nos gusta el cogollo y los rasgos principales que se suelen dar en cada variedad, pero en el caso del macho, el asunto se complica. Normalmente no solemos cultivar plantas macho por su baja psicoactividad y los posibles destrozos que puedan ocasionar en el resto del cultivo (cuando intentamos cultivar sinsemilla). Sin embargo, en este caso deberás aprender a seleccionarlo y cultivarlo, y comprender cuáles son los rasgos morfológicos más adecuados, ya que el objetivo final de la crianza de cannabis es conseguir una variedad con los rasgos que más nos puedan interesar.

Obviamente, lo primero que viene a la mente cuando pensamos en qué características nos interesan es “cantidad y calidad”. Creo que estos son los rasgos más respetados, aunque no son los únicos que se buscan. Hay otros factores importantes, como pueden ser la resistencia a las plagas, la forma de la planta, el color, etc. Recuerda que cualquier característica de una planta está escrita en su ADN, y por tanto es un rasgo genético que se puede seleccionar. Hay que tener en cuenta que no todos los rasgos son visibles a simple vista, sino que también los hay que forman parte de las características del metabolismo interno de las plantas. Un ejemplo de ello podría ser la facilidad que tiene un individuo para asimilar los nutrientes. Asimismo, las plantas también nos muestran los aspectos que no nos interesan, así que la agudeza visual y los conocimientos sobre cultivo se vuelven dos herramientas indispensables.

En el número 115 publiqué un artículo sobre la selección de plantas madre. Si no lo has leído, te aconsejo que le des una ojeada, ya que allí explico muchas claves para que aprendas a observar correctamente la planta y puedas seleccionar los rasgos que desees, teniendo en cuenta que hay otras características que pueden ser perjudiciales en el cultivo.

Cada criador es un mundo, por lo que la variedad a crear la define el propio cultivador. Así que no hay unas normas a la hora de escoger un rasgo u otro, sino que cada criador escogerá las que quiera aplicar a su crianza cannábica. Se requiere tan sólo un mínimo espacio para cultivar y por supuesto haber atendido al rollo de Mendel y sus leyes.

Hay muchos cultivadores que han decidido crear su propia variedad. Algunos de ellos han subido sus seguimientos a foros como CannabisCafe.net, donde se aprecian resultados realmente impresionantes. Obviamente conseguidos con pocos recursos y siguiendo los pasos para una óptima crianza cannábica casera. Un tópico que en este caso es se ajusta a la realidad, es que el tiempo será tu mejor aliado a la hora de perfeccionar tus selecciones.

Comienza haciendo tus cruces con semillas regulares, que siempre se muestran un poco más estables. Cuando hayas conseguido estabilizar un cruce con las características que buscas, será el mejor momento para comenzar a crear semillas feminizadas. No requerirás de una gran inversión de dinero para iniciarte en la crianza de cannabis o, por lo menos, no mucha más que en un cultivo para fumar. Obviamente me refiero a llevar a cabo una crianza casera y no profesional, ya que para hacerlo profesionalmente se requiere de una inversión bastante elevada.

La idea de que cualquiera puede hacer un banco de semillas es equivocada, ya que no es lo mismo llevar a cabo una crianza cannábica casera donde a lo largo de los años se pueda estabilizar una o dos variedades, que llevar a cabo una crianza cannábica profesional, que requerirá de mayores instalaciones, sistema de empaquetado y distribución y un sinfín de cosas aburridas que poco tienen que ver con el cultivo. Además, no es lo mismo hacer una selección de 25 ejemplares, que una de 1000.  Esto no quiere decir que tu variedad vaya a ser peor, simplemente vas a tener que emplear más tiempo en conseguir un híbrido de mucha calidad y estabilidad.

Toda la información que te brinde en esta serie de artículos irá referida a una crianza cannábica casera que, como ya he dicho, casi cualquiera puede llevar a cabo.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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