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Cultivo en Arlita

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Cuando una persona se decide a cultivar cannabis para autoconsumo, una de las primeras cosas que debe decidir es cómo va a cultivar esas plantas. Hoy en día la tierra está “pasada de moda” para muchos y proliferan los sistemas de cultivo “llave en mano” con todo lo necesario para iniciar el cultivo integrado en un solo “aparato” más o menos automatizado. Lo que en principio parece sencillo se convierte en una difícil decisión a causa del desconocimiento y las dudas asaltan al cannabicultor novel.

Fotos y Texto: Luis Hidalgo

El mundo del autocultivo de cannabis ha penetrado con fuerza entre los consumidores durante los últimos años, debido a distintos motivos. Quizá el más importante haya sido la proliferación de tiendas especializadas en este tipo de cultivo a lo largo y ancho de la península ibérica, lo que unido a las publicaciones del sector que ya llevan años dando información sobre todo lo relacionado con el mundo de la marihuana.

Si a lo anterior unimos las llamadas por algunos “Ferias Cannábicas” que se realizan desde años en Barcelona, Madrid y Málaga, y que reúnen a tiendas, fabricantes y público final mostrando las últimas novedades, entre las que se suelen encontrar sistemas de cultivo cada vez más automatizados y sencillos de utilizar por cualquiera sin unos conocimientos previos, podremos comprender porqué cada vez mas gente abandona el cultivo en tierra para pasar a uno de estos sistemas hidropónicos.

 

Cultivo sin Suelo

El cultivo sin tierra tiene una serie de ventajas para el cannabicultor casero, empezando por la comodidad y la discreción. Pongamos un ejemplo, un cultivo de dos metros cuadrados en tierra con 30 plantas en macetas de 10 litros son 300 litros de tierra, o sea, 6 sacos de 50 litros, a la que habrá que añadir algún agente aireador tipo perlita, además del material que usemos para el drenaje de las macetas.

En cuanto a la discreción, pues imaginemos que tenemos que trasladar todo ese material desde la tienda a nuestro portal y de ahí a nuestra casa. Una vez allí, preparar las macetas, añadir el aireador y otros posibles añadidos a la tierra (humus, guano…) y remezclarla, y rellenar las macetas. Y ahí no acaba la cosa: Si trasplantamos para la floración, cosa bastante habitual cultivando en tierra, tendremos que repetir toda la operación más o menos un mes después de la plantada. Para terminar, tras la cosecha tendremos que vaciar las macetas y deshacernos de toda la tierra ya inservible, pero llena de raíces y tallos delatores.

Tras reflexionar sobre todo lo anterior, podemos deducir que además del problema de la discreción hemos de tener en cuenta los esfuerzos físicos a realizar, que sin ser exagerados, si que pueden ser excesivos para algunas personas con determinadas enfermedades o lesiones físicas. El cultivo sin suelo viene a paliar estos dos problemas, pues los materiales que se utilizan como soporte para las raíces suelen ser reciclables y de largo uso, poco pesados y muy manejables, limpios y discretos.

Estos sistemas de cultivo, al utilizar sustratos inertes evitan los problemas más usuales del cultivo en tierra, como texturas inadecuadas para tal o cual cultivo, incertidumbre sobre su mayor o menor fertilidad real, o el posible exceso o falta de calcio. A veces incluso podemos encontrar tierras comerciales con marcados desequilibrios nutricionales (C/N, Na/K, Ca/Mg), o contaminadas por parásitos o huevos y larvas que se desarrollarán una vez avanzado el cultivo. En definitiva, el cultivo en tierra es frecuentemente sorpresivo y podríamos decir que inapropiado para llevar a cabo una producción controlada y homogénea, y de ahí la necesidad de prescindir de todos aquellos factores que pueden ocasionar problemas y buscar soluciones en los denominados cultivos hidropónicos.

Los cultivos realizados en un sustrato, dependiendo de las metodologías de cultivo que utilicemos, pueden funcionar por inundación periódica del sustrato, ya sea por subirrigación, con recogida del retorno en la misma balsa donde se guarda la solución nutritiva, o distribuyendo la solución nutritiva mediante sistemas de goteo. Los sustratos que se caracterizan por su baja capacidad para retener el agua y los nutrientes (grava, arlita) requieren un aporte de agua y soluciones nutritivas casi continuo. Los sistemas más utilizados (lana de roca, perlita, fibra de coco, arena), que se caracterizan por su mayor capacidad de retención de agua, permiten utilizar riegos menos frecuentes. De los tres sistemas descritos, los dos primeros trabajan en circuito cerrado, mientras que el tercero puede trabajar en circuito abierto o cerrado.

Ventajas e inconvenientes

En el XXIV Congreso Internacional de la Sociedad Internacional de Ciencias Hortícolas, celebrado en Kyoto (Japón) en 1994, Benoit y Ceustemans, presentaron a modo de decálogo las principales ventajas que ofrecen los sistemas de cultivo hidropónicos; estas ventajas son las siguientes:

– Permiten obtener cultivos más homogéneos y, de forma especial, favorecen el desarrollo de un sistema radicular más homogéneo.

– Los cultivos son más limpios y en principio están exentos de problemas fitopatológicos relacionados con enfermedades producidas por los denominados hongos del suelo (damping off), lo que permite reducir el empleo de sustancias desinfectantes, algunas de las cuales están siendo cada vez más cuestionadas y prohibidas.

– Reducen el esfuerzo empleado en las labores relacionadas con la preparación inicial de los elementos para la siembra o plantación.

– Proporcionan una mayor eficiencia en el uso del agua, lo que representa un menor consumo de por gramo producido.

– Los cultivos hidropónicos utilizan los nutrientes minerales de forma más eficiente que los cultivos en tierra.

– El desarrollo vegetativo y productivo de las plantas se controla más fácilmente que en cultivos tradicionales realizados sobre un suelo normal.

– Mayor producción, más calidad y más rapidez para cosechar

– Permiten una programación de actividades más fácil y racional.

– Admiten la posibilidad de automatizar y robotizar el sistema de cultivo.

Como podemos imaginar no todo son ventajas. Algunos de los inconvenientes más importantes que se presentan hoy por hoy a la hora de cultivar cannabis en hidroponía son los siguientes:

– La inversión inicial en la infraestructura y material que componen el sistema de cultivo.

– El coste añadido en tiempo que representa el mantenimiento del sistema.

– El precio de la electricidad consumida si el tamaño del cultivo es medio o grande.

– La producción de residuos sólidos, a veces difíciles de reciclar.

– La acumulación de drenajes cuando se riega con aguas de mala calidad.

– La contaminación de acuíferos cuando se practican vertidos improcedentes.

– La energía necesaria para reutilizar parte de los drenajes producidos.

 

Tipos de Sustrato

Antes de entrar de lleno en el mundo de la arlita, vamos a hacer un repaso rápido de algunos conceptos básicos. Un sustrato de cultivo es un medio físico en el que se desarrollan y soportan las raíces de las plantas, limitado físicamente en su volumen, aislado del suelo para impedir el desarrollo de las raíces en el mismo y capaz de proporcionar a la planta el agua y los elementos nutritivos que demande, y a las raíces el oxígeno necesario para su respiración. Dependiendo de los diferentes tipos de materiales utilizados como sustrato, podemos categorizarlos según su origen y proceso de manufacturación, de la siguiente forma: Orgánicos, inorgánicos, de origen natural, sin manufacturación o con manufacturación y sintéticos. Los sustratos orgánicos más conocidos y de uso más común son las turbas, acícula de pino, cascarilla de arroz, serrín, etc.

Por otro lado, están los sustratos sintéticos, entre los que se incluyen el poliestireno y el poliuretano y que sólo son utilizados por cannabicultores de vanguardia muy especializados, o para investigación y desarrollo en cannabicultura.

Dentro de los sustratos inorgánicos de origen natural, y que no sufren proceso alguno previo a su uso, se incluyen a las gravas, las arenas de distintas granulometrías y las tierras de origen volcánico. En los sustratos inorgánicos de origen natural, pero con procesos de manufacturación incorporados antes de su uso (normalmente tratamientos con calor), se incluyen la lana de roca, la vermiculita, la perlita y la arlita.

Los diferentes sustratos inertes se pueden utilizar solos o mezclados para el cultivo en macetas o sistemas integrados de cultivo, en semilleros y para el enraizamiento de esquejes. Algunos cannabicultores especializados en cultivo en tierra también los mezclan con el suelo y modificar, las propiedades del mismo. Es evidente que las posibilidades de utilización son numerosísimas, aunque en este curso nos centraremos en la arlita como medio.

En la próxima entrega haremos una descripción exhaustiva de las propiedades de la arlita, su uso en agricultura general y su aplicación a la cannabicultura casera y un amplio repaso de los distintos sistemas de cultivo hidropónico susceptibles de utilizar arlita como sustrato o medio de cultivo, de manera que el Lector cuente con toda la información disponible sobre ellos, incluyendo los pormenores de cada sistema, costes e inversión inicial y puesta en marcha, de manera que pueda tener un buen criterio a la hora de elegir el que mejor se adapte a sus necesidades. Hasta entonces, buenas cosechas.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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