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Drogas en el deporte – Las sustancias dopantes (VI)

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Continuamos la descripción de las prácticas de dopaje en el deporte a lo largo de la historia.
Leer primera parte. Segunda parte. Tercera parte. Cuarta parte. Quinta parte.

Pioneros de la coca y la cocaína

Los atletas griegos utilizaban ciertas prácticas para potenciar el rendimiento en el entrenamiento y las competiciones: manipulación dietética (comer abundancia de carne a fin de aportar proteínas extra, junto con muchos alimentos energéticos a base de almidones, como legumbres y cereales), plantas, extractos de órganos (testículo de toro entre ellos, en la creencia de que la agresividad y la potencia se transmiten al ingerirlos), pequeñas cantidades de bebidas alcohólicas con extracto de nux vomica (estricnina), y preparaciones varias para aplacar el dolor debido al esfuerzo excesivo y las lesiones (opio). Por ejemplo, en un testimonio tan antiguo como La Iliada se cita el uso de drogas calmantes: “Tan pronto como vio la heri­da causada por la cruel saeta, chupó la sangre y aplicó con pericia drogas calmantes (…) la rubia Agamede, la hija mayor, que co­nocía cuantas drogas produce la vasta tierra” (1). La estricnina es un potente excitante del sistema nervioso, incluido actualmente entre los estimulantes mayores, junto a la cocaína y las anfetaminas. En cantidades mayores a quince miligramos puede ser letal y tiene un estrecho margen de seguridad entre la dosis activa y la tóxica, razón por la que a finales del siglo XIX y comienzos del XX los deportistas fueron abandonando su uso, cuando ya existían otros estimulantes más seguros.

Varias fuentes afirman que algunos atletas griegos llegaban a extirparse el bazo para evitar que, en caso de congestionarse, les molestara en las carreras. No obstante, lo consideramos un testimonio dudoso, dados los escasos medios quirúrgicos de aquel entonces y mientras no contemos con citas fiables de autores de la época.

Los romanos continuaron las tradiciones griegas -si bien en un estilo más práctico y belicoso que sus predecesores- y desarrollaron sus actividades deportivas en los anfiteatros y los circos, donde los gladiadores eran toda una institución y la droga preferida era la estricnina. Nuestro conocimiento de las prácticas dopantes en la antigüedad es limitado porque, como suele suceder con otros muchos aspectos de la historia, nos ha llegado sólo una pequeña parte de los escritos farmacológicos de aquel período, tras la sistemática eliminación de libros por parte de las religiones monoteístas -el Cristianismo y el Islam-, como por ejemplo la destrucción de la magnífica Biblioteca de Alejandría, donde estaba recopilada toda la sabiduría clásica.

En relación con esto, el ascenso del cristianismo pone fin a las manifestaciones atléticas grecorromanas. El emperador Constantino, en el año 313, concede en el Edicto de Milán amplios privilegios a esta religión, cuyos gerifaltes se introducen en todos los ámbitos de poder; y el emperador Teodosio, en el año 380, convierte con el Edicto de Tesalónica al cristianismo en la religión oficial, prohíbe de un plumazo toda otra creencia -incluyendo las herejías internas-, proscribe el paganismo (cierra los santuarios de Eleusis, entre otros), da la puntilla definitiva al helenismo e inicia la larga noche de oscurantismo que aún hoy día impregna la cultura. Tampoco el deporte volverá nunca a ser igual -ni siquiera en nuestro tiempo- debido al odio cristiano a las exhibiciones públicas, al espectáculo de los cuerpos desnudos, a la actividad física y al culto al hombre íntegro, aversión que aún pervive en nuestra psicología colectiva.

Los siglos de oscuridad


Aunque con un carácter muy distinto al de Grecia y Roma, la Edad Media no careció de deporte, que estuvo siempre relacionado con el personaje del señor medieval y con el entrenamiento guerrero. Destacaban las modalidades de lucha y de combate con armas, la caza y la pesca, así como dos juegos de pelota: la palma, con cierto parecido al tenis moderno, y la soule, antecedente del fútbol, en el que se conducía una pelota a un sitio del campo contrario.

En la época del Renacimiento, los humanistas, entre los que destaca Jerónimo Mercurial, redescubren la “Gimnástica” de la antigüedad y hay una cierta vuelta al culto al físico que se refleja en el arte; pero debemos esperar hasta el siglo XIX, en pleno apogeo de la Revolución Industrial, para contemplar el nacimiento del deporte en su versión actual.

Los tiempos modernos


No hace falta ser determinista sociológico ni marxista (tan de capa caída en las últimas décadas) para saber que cualquier acontecimiento tiene relación con la sociedad en que surge, con las personas que en ella viven, con la forma de vida, con el modo de producción económica. Por eso el deporte, tal como se nos muestra hoy día, es la expresión cultural de una sociedad en desarrollo, en la que algunos sectores lo practican y asisten a sus espectáculos porque disfrutan de tiempo libre. Además, espoleados por el movimiento higienista, los miembros de clases acomodadas que no realizan trabajo físico toman conciencia de la necesidad de mantenerse activos para evitar las enfermedades originadas por el sedentarismo. De este modo, a partir de mediados del siglo XIX maduran innumerables disciplinas deportivas, especialmente en Inglaterra, cuna de la industrialización, desde donde se extenderán por todo el mundo gracias a los contactos comerciales. El fútbol, deporte rey en la actualidad, pronto se convertirá en el más popular; y el atletismo junto a él, en el intento de revivir el espíritu olímpico. Tras el ensayo fallido del griego Evangelos Zappas de resucitar las Olimpiadas en su país a mediados del siglo XIX, en 1896 se celebran los primeros Juegos Olímpicos de la época moderna en Atenas, gracias a los esfuerzos del barón de Coubertin.

Nace el deporte como fenómeno de masas y, por su importancia, por las cantidades de dinero que pronto entran en juego y el prestigio que conlleva la victoria, no es de extrañar que los atletas pretendan rendir al máximo manipulando la alimentación y tomando suplementos naturales o sustancias dopantes. A pesar de las buenas intenciones del juramento olímpico, el uso de drogas estará ligado a la historia del deporte moderno desde sus comienzos. A las sustancias antiguas se unirán ahora las descubiertas en los inicios de la era de los alcaloides. A la estricnina se suman la nitroglicerina, la digitalina, la cocaína, la cafeína; algo después la efedrina y las anfetaminas; más tarde los anabolizantes y el dopaje sanguíneo, y ya en tiempos recientes la hormona del crecimiento y la EPO.

(Continuará)

Referencias:


(1) Homero. La Iliada.

Web Drogas Inteligentes

 

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