Descubre la traducción exclusiva del artículo de Sigmund Freud sobre los efectos y usos terapéuticos de la cocaína, un texto fundamental en la historia del psicoanálisis y su relación con esta controvertida sustancia
Sigmund Freud – J. C. Ruiz Franco
En esta entrega de la serie que estamos dedicando monográficamente a la coca, ofrecemos nuestra propia traducción de un artículo que no podía faltar, el clásico del conocido médico, psiquiatra y escritor Sigmund Freud, del que mucha gente habla, pero que pocos han llegado a leer. Para ayudar a enmendar este inconveniente, en exclusiva para los lectores de Cannabis Magazine, nuestra versión del tan citado artículo del fundador del psicoanálisis, que no sólo recomendaba la hoja de coca, sino también el consumo de su alcaloide, la cocaína, poco después de que fuera descubierto y en una época de optimismo por las nuevas drogas que el mundo occidental tenía a su disposición, evidentemente anterior al prohibicionismo que nació a comienzos del siglo XX y que aún seguimos padeciendo.
La planta de coca
La planta de coca, Erythroxylon coca, es un arbusto de cuatro a seis pies de alto [Nota del traductor: de ciento veinte a ciento ochenta centímetros]. Su cultivo está muy extendido en Sudamérica, especialmente en Perú y Bolivia. Las enormes dimensiones de la producción (se afirma que llega a treinta millones de libras al año) convierte a la hoja de coca en un artículo importante tanto para el comercio como para los impuestos, en los países donde se cultiva.
En las hojas de coca se ha descubierto, además de cocaína, un tipo especial de cera, el ácido cocatánico; y una base volátil, la higrina, que tiene un olor que recuerda al de la trimetilamina. Basándonos en los informes de los químicos, hay más sustancias en las hojas de coca que aún no han sido descubiertas.
Desde el descubrimiento de la cocaína, numerosos observadores han estudiado los efectos de la coca en animales y en seres humanos sanos y enfermos; en algunas ocasiones han utilizado algún preparado descrito como cocaína, y en otras las mismas hojas de coca, en infusión o a la manera en que la toman los indios.
Las primeras investigaciones generaron una enorme desilusión y llevaron a creer que los efectos del consumo de la coca, tal como se habían relatado con tanto entusiasmo en Sudamérica, no podrían reproducirse de igual modo en Europa. No obstante, los experimentos efectuados recientemente con la cocaína sintetizada por Merck en Darmstadt justifican por sí mismos la afirmación de que es el verdadero principio activo responsable del efecto de la coca, y que pueden tener lugar tanto en Europa como en Sudamérica.
El efecto de la cocaína en el ser humano sano
He realizado experimentos y estudiado, en mí mismo y en otras personas, los efectos de la coca sobre el cuerpo humano sano; mis descubrimientos coinciden fundamentalmente con la descripción que Mantegazza hace de los efectos de las hojas de coca.
La primera vez tomé 0,05 gramos de cloruro de cocaína en una solución acuosa al 1 %, en un momento en que me sentía cansado por la fatiga. Unos minutos después de tomar cocaína, se nota súbitamente euforia y ligereza. Durante mi primer ensayo experimenté un breve período de efectos tóxicos que no se repitieron en los experimentos siguientes. La respiración se hizo más lenta y profunda, y me sentí cansado y somnoliento. En pocos minutos comenzó la euforia propia de esta droga, e inmediatamente después sentí una ligera disminución del pulso y más tarde un moderado incremento.
He observado estos mismos síntomas físicos en otras personas, en su mayor parte de mi misma edad. A menudo, al inicio del efecto de la cocaína, los sujetos afirmaban experimentar una intensa sensación de calor en la cabeza. Yo también lo noté en mí mismo en posteriores experimentos, pero en otras ocasiones no aparecía. Solamente en dos casos me produjo mareos. En general, los efectos tóxicos de la coca son de duración breve, y mucho menos intensos que los producidos por dosis efectivas de quinina o de salicilato de soda; parecen debilitarse aún más con el uso repetido de la cocaína.
Mantegazza menciona los siguientes efectos ocasionales de la coca: eritema transitorio, un incremento de la cantidad de orina, sequedad de las membranas mucosas conjuntival y nasal. La sequedad de la mucosa de la boca y la garganta es un síntoma habitual que se prolonga durante varias horas. Se dice que hay personas que no toleran la coca en absoluto; por otro lado, he conocido no pocos a quienes no les ha afectado una cantidad de 0,05 gramos, que para mí y para otras personas es una dosis efectiva.
El efecto psíquico del cloruro de cocaína en dosis de 0,05 a 0,10 gramos consiste en optimismo y en una euforia prolongada, la cual no se diferencia en modo alguno de la normal en una persona sana. Se nota un incremento del autocontrol y más energía y más capacidad de trabajar. El sujeto se siente normal y le cuesta creer que se encuentra bajo los efectos de una droga.
Esto último nos lleva a pensar que el estado de ánimo inducido por la coca a esas dosis no se debe tanto a la estimulación directa como a la desaparición de los elementos individuales que causan depresión. Se podría suponer que la euforia producida por la buena salud no es más que la condición normal de una corteza cerebral bien alimentada que ‘no es consciente’ de los órganos del cuerpo al cual pertenece.
Durante la embriaguez de la cocaína aparecen los síntomas que se han descrito como el maravilloso efecto estimulante de la coca. Puede realizarse trabajo intenso, físico o mental, sin notar fatiga; parece como si la necesidad de alimento y descanso, que se convierte en algo perentorio en determinados momentos del día, desapareciera por completo. Estando bajo los efectos de la cocaína se puede, si uno lo desea, comer abundantemente y sin problemas; pero tenemos la sensación de que la comida es superflua. De igual modo, cuando el efecto está desapareciendo, es posible quedarse dormido si uno se mete en la cama, pero el hecho de dormir puede omitirse sin consecuencias desagradables. Durante las primeras horas del efecto de la coca no se puede dormir, pero esto no resulta molesto de ningún modo.
El efecto parece durar más tiempo si no se realiza trabajo muscular. Es unánime la opinión de que la euforia inducida por la coca no es seguida por ninguna sensación de lasitud u otra forma de depresión. Tengo la impresión de que, después de dosis moderadas (0,05 – 0,10 gramos), al menos parte del efecto se prolonga durante más de veinticuatro horas. En mi caso, he comprobado que incluso el día después de tomar coca, mi estado es algo mejor que el habitual.
Parece probable, basándonos en los informes de los que disponemos, que la coca, si se utiliza durante largos períodos, pero con moderación, no es perjudicial para el cuerpo. Me parece digno de señalar —y he comprobado esto en mí mismo y en otros experimentadores que pudieron juzgar el asunto— que ni la primera dosis ni dosis repetidas producen el deseo compulsivo de seguir utilizando el estimulante; por el contrario, se nota cierta inmotivada aversión a la sustancia.
Los usos terapéuticos de la coca
Era inevitable que una planta con esa reputación en su región de origen, gracias a sus maravillosos efectos, fuera utilizada para tratar los más diversos trastornos y enfermedades del cuerpo humano. Los primeros europeos que fueron conscientes de ello también recomendaron el empleo de la coca con entusiasmo. Algunas de las evidencias que pueden citarse en favor de su uso han demostrado su validez más allá de cualquier duda, mientras que otras merecen al menos una investigación sin prejuicios.
- La coca como estimulante. El uso principal de la coca es, sin duda, el mismo que los indios han hecho durante siglos: es de gran valor en todos los casos en que el principal objetivo sea aumentar las capacidades físicas del cuerpo durante un breve período de tiempo y mantener energía de reserva para cubrir futuras demandas, especialmente cuando las circunstancias externas excluyen la posibilidad de obtener el descanso y los alimentos necesarios para los grandes esfuerzos. La coca es un estimulante mucho más potente y mucho menos perjudicial que el alcohol, y su uso generalizado sólo lo impide su precio tan alto.
Muchos médicos creen que la coca podría tener un papel muy importante y llenar un vacío en el arsenal farmacológico de la psiquiatría. Es un hecho bien conocido que los psiquiatras disponen de un amplio surtido de productos para reducir la excitación de los centros nerviosos, pero ninguno que les sirva para aumentar la reducción del funcionamiento del sistema nervioso. Por ello se ha prescrito coca para los más diversos tipos de debilidad psíquica: histeria, hipocondría, inhibición melancólica, estupor y problemas similares.
En términos generales, la eficacia de la coca en los casos de debilidad nerviosa y psíquica requiere más investigación, la cual seguramente llegará a conclusiones parcialmente favorables.
- b) El uso de coca para los trastornos del estómago. Esta es la aplicación más antigua y con más fundamento de la coca, y al mismo tiempo la que mejor entendemos. De acuerdo con los testimonios unánimes tanto de las autoridades más antiguas como de las más recientes, la coca, en sus diversas formas, elimina los problemas de dispepsia y los trastornos y la debilidad asociados a ella, y tras un uso continuado produce una curación permanente. Yo mismo lo he comprobado.
- c) La coca en la caquexia. El uso a largo plazo de la coca también se recomienda fervientemente —y por eso se ha probado con éxito— en todas las enfermedades que implican degeneración de los tejidos, como por ejemplo la anemia severa, la tisis, las fiebres prolongadas, etc.; y también durante la recuperación de esas enfermedades.
- d) La coca para tratar la adicción a la morfina y al alcohol. En América se acaba de descubrir que las preparaciones a base de coca tienen el poder de suprimir el ansia por la morfina de los adictos, y también de reducir hasta proporciones insignificantes los síntomas severos de colapso que aparecen mientras el paciente se libra del hábito.
Hay alrededor de dieciséis informes de casos en los que el paciente ha logrado librarse de la adicción; sólo en un caso la coca no ha logrado aliviar la adicción a la morfina.
En cuanto al procedimiento para retirar la droga, debemos decir que en la mayoría de los casos se efectuó una reducción gradual de la dosis habitual, acompañada por un aumento de la dosis de coca; sin embargo, también se ha probado una retirada inmediata de la droga. En este caso, Palmer recomienda administrar dosis de coca a lo largo del día, cuando surja el deseo de tomar morfina. La dosis diaria de coca se reduce después gradualmente hasta que es posible abandonar totalmente el antídoto. Desde el inicio, los ataques sufridos durante la abstinencia fueron leves o se suavizaron después de algunos días.
- La coca y el asma. Tschudi y Markham dicen que masticando hojas de coca se libraron de los síntomas habituales del llamado ‘mal de montaña’ cuando escalaron los Andes; este complejo de síntomas incluye dificultad para respirar, palpitaciones del corazón, mareo, etc. Poizat informa de que los ataques asmáticos de un paciente remitieron con el consumo de coca.
- La coca como afrodisíaco. Los nativos de Sudamérica, que representaban a su diosa del amor con hojas de coca en su mano, no dudaban del efecto estimulante de la coca sobre los genitales. Mantegazza confirma que los coqueros mantienen una gran potencia sexual en su vejez; incluso cuenta casos de recuperación de la potencia y de desaparición de las debilidades funcionales al utilizar coca, aunque no cree que produzca ese efecto en todos los individuos.
- Aplicación local de la coca. La cocaína y sus sales tienen un marcado efecto anestésico cuando entran en contacto con la piel y las membranas mucosas en solución concentrada; esta propiedad sugiere su uso ocasional como anestésico local, especialmente en afecciones de la membrana mucosa.
REFERENCIAS
“Über coca”, Therapie. 2, 289-314, julio 1884.
Versión inglesa: “On coca”. Traducción de Steven A. Edminster.
Incluido en Cocaine Papers, edición de Robert Byck, The Stonehill Publishing Company, 1974.
Acerca del autor
]. C. Ruiz Franco es licenciado en Filosofía y DEA del doctorado de la misma carrera, cuenta con un posgrado en Sociología y otro en Nutrición Deportiva. Se considera principalmente filósofo, y es desde esa posición de pensador como contempla el mundo y la vida. Se interesa principalmente por las sustancias menos conocidas, y sobre ellas publica mensualmente en la revista Cannabis Magazine.