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El cannabis durante la Edad Media

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© Isidro Marín Gutiérrez

Estudios paleobotánicos han descubierto que el cáñamo fue cultivado, sobre todo para conseguir de ella fibra, en el sureste de Inglaterra aproximadamente desde el año 400. Los anglo-sajones emigraron a las Islas Británicas y llevaron el cannabis alrededor del siglo V. Las muestras de cannabis, en ropas, cuerdas o redes en Gran Bretaña fueron fabricadas fuera del país (Rudgley, 1999:91). Es también en las Islas Británicas donde se comienza a utilizar el término “hanf” para designar el término cáñamo. El cáñamo también se incluyó en sus textos médicos. En el libro de Trivialidades (LXIII C. folio 147) se da un “rito para la salvia, parcialmente irlandés” que contiene cáñamo, como emplasto sagrado: “(servirás) betónica y clavel silvestre y cáñamo, frambuesa, salvia y sabina, hierba de obispo y romero” (Robinson, 1999:122).

La reina merovingia Arnegunda (muerta en el año 570) la encontraron rodeada de un tesoro espectacular. La tumba de piedra caliza se encontraba en la Basílica de Saint Denis de París. Estaba vestida con un traje de seda y con alhajas de oro. El cuerpo estaba envuelto en una tela gruesa de cáñamo, mostrando así la alta estima en que se tenía esta fibra (Rudgley, 1999:91).

En el siglo VI (hacia 500-570) se realizó el Constantinopolitanus, un libro de botánica en donde se incluyó un dibujo de la planta de cannabis (es el dibujo sobre libro más antiguo que se conoce de la planta) y Aecio de Amida, natural de Mesopotamia, redacta también en Constantinopla una enciclopedia médica de 16 tomos: el Tetrabibloi en la que nombra al cáñamo (Conrad, 1998:29).

También se han encontrado sogas de cáñamo en Islandia que fueron llevadas por los vikingos. Junto con restos de tela y redes de cáñamo en tumbas vikingas de Noruega y semillas de cannabis en naves vikingas del año 850 (Rudgley, 1999:91). Pero parece ser que los vikingos no utilizaban el cannabis como droga recreativa. En los Eddas vikingos se habla más del hidromiel que era una bebida propia de los dioses.

Primeras leyes referidas al cannabis

La primera ley escrita que se refiere al cáñamo fue promulgada por Carlomagno (742-814) en el año 800. En la obra “Capitulare” obligaba a sus súbditos a cultivar cáñamo y los campesinos podían pagar sus impuestos con semillas de cáñamo. En la obra “Medicina Antiqua” del siglo IX se recomienda el cáñamo (“canapé”) para el tratamiento de los dolores en los pezones y para los enfriamientos. Y también en Alemania la monja, sanadora y visionaria Hildegard von Bingen (1098-1179), cultiva el “cannabus” en su huerto y lo recomendaba para los dolores de estómago y las náuseas (Broeckers, 2002:128, 136). Hildegard documentó en detalle que el cannabis aliviaba la cefalea. Novecientos años después, todavía se considera que los cannabinoides son un futuro tratamiento de la migraña. El cannabis fue redescubierto por los cruzados al volver de Tierra Santa ya que tras la caída del Imperio Romano y la consolidación del cristianismo, el cáñamo desapareció de la farmacopea europea.

En tratados de botánica medievales como los de William Turner, Mattiolli y Dioscobas Taberamontanus, se consideró que el cannabis merecía una honorable mención como planta curativa (Robinson, 1999: 122).

En la Edad Media se utilizaba el cáñamo para obtener fibra pero la utilización de sus cogollos fue prohibido estrictamente por el clero. La población que no estaba en contacto directo con el cannabis olvidó los efectos psíquicos que producía. Sólo los alquimistas lo siguieron utilizando pero eran sumamente proteccionistas y callados por razones obvias. Los alquimistas eran los protegidos de los reyes y emperadores, nobles y príncipes ya que estaban buscando la fórmula de la piedra filosofal. Esto era una tapadera perfecta para poder coleccionar plantas raras y prohibidas mientras operaban en laboratorios extravagantes para poder dirigir sus experimentos.

La situación en España

Durante el siglo XII y XIII la escuela de traductores de Toledo, bajo los auspicios de Alfonso X, salva del olvido el legado científico, filosófico y médico griego. En Toledo se encontraban sabios mozárabes, mudéjares y judíos que traducían al latín obras de los clásicos como Aristóteles, Galeno o Ptolomeo. También traducían textos árabes de Avicena o Averroes. Los temas preferidos eran los de medicina, filosofía, astronomía, la alquimia y la aritmética. Los textos clásicos que hablaban del cannabis habían salido del olvido.

Se obtuvieron resultados positivos al analizar la cazoleta de una pipa que aún quedaban restos de cannabis del castillo de Cornellà de Llobregat (Barcelona) de los siglos XI al XIII. Este hallazgo es importante ya que demuestra que en la Edad Media el consumo de cannabis no se ciñó únicamente al mundo musulmán sino que también al territorio cristiano (Juan-Tresserras, 2000:261-274). Es en la Edad Media cuando el cultivo de cáñamo aumenta encontrando restos por toda la península ibérica como en Estanya (prepirineo leridano) a comienzos del siglo XIV. Aunque el comienzo del cultivo sea en torno a los años 600 a 650 (López Sáez et al., 2008: 23)

En España la primera referencia literaria del hachís encontrada hasta el momento (aunque adelantándose en más de un siglo a cualquier otra lengua europea) no llega hasta la obra de Enrique de Villena, Arte cisoria (1423), bajo la forma alhaxixa.

El España en el auto primero de La Celestina, Pármeno cataloga la “yerva paxarera” entre los ingredientes simples para aceites faciales usados por la trotaconventos (La Celestina, 1975:88). La identidad de esta hierba con el cáñamo es confirmada por Alfonso Martínez de Toledo: “Destilan el agua por cáñamo crudo… e se faze xabón” (Arcipreste de Talavera, 1985:134); y por Covarrubias la voz “Cañamón”: “es el pasto de los pajaritos enjaulados”(Covarrubias, 1994:260).

A finales de la Edad Media, concretamente el 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón zarpa del puerto de Palos (Huelva) para realizar un viaje incierto cuyo destino era llegar a Cipango (Japón) por motivos comerciales para la corona de Castilla. Las dos carabelas y una nao tripuladas con 90 hombres y conducidas por Colón llegan a América el 12 de octubre de 1492; llevaban 80 toneladas de cáñamo entre cuerdas, redes, velas y demás útiles navales. Posiblemente ya en el segundo viaje de Colón a América se llevaran semillas de cáñamo junto a caña de azúcar, arroz, trigo, vid, azafrán, naranjos. Dicho viaje salió el 25 de septiembre de 1493 del puerto de Cádiz con una flota de 17 barcos y unos 1.500 hombres (Nacher, 2001:85).

Giovanni Boccaccio

Giovanni (París 1313–1375) era italiano, aunque nacido en París, vivió en Nápoles desde su juventud. Fue su amor por la princesa de esta ciudad, María, la fuente de inspiración de sus poemas. Fue biógrafo de otro gran autor, Dante. Dante da Alighiero di Bellincione d’Alighiero (1265-1321) fue un iniciado Gran Maestre de una corriente que era continuación de la Orden del Temple llamada “Los Fedeli d’Amore”. Tendría conocimientos del cannabis ya que perteneció al gremio de los médicos y farmacéuticos. Fue el autor de la Divina Comedia.

La obra maestra de Boccaccio es el “Decamerón“; es un conjunto de cuentos erótico-humorísticos de corte muy explícito. Dentro de esta obra se refiere en un momento dado al “Viejo de las Montañas” y a una poción misteriosa, pero nunca lo identifica como cannabis. Escribió también la “Genealogía de los Dioses”. Gracias a sus aportaciones es uno de los precursores del Humanismo. En el Decamerón en la novela octava una mujer harta de las palizas de su marido, Ferondo, recurre a un monje para que le ayude a que su marido se comporte con ella mejor. El monje le va a dar un escarmiento al marido gracias a “unos polvos” (cannabis), gracias a esta sustancia hará que pase el marido de vivo a muerto y es enterrado como muerto por el abad (que “disfrutará” de su mujer). Posteriormente es sacado de la tumba, hecho prisionero y persuadido de que está en el purgatorio, y luego, resucitado. Finalmente cría como hijo suyo a un niño de su mujer y del abad. El párrafo referido al Viejo de la Montaña en el Decameron es:

Y dicho esto, habiéndole puesto ocultamente en la mano un bellísimo anillo, la despidió. La mujer, alegre con el regalo y esperando tener otros, volviendo con sus compañeras, maravillosas cosas empezó a decir sobre la santidad del abad. De allí a pocos días se fue Ferondo a la abadía, y en cuanto lo vio el abad pensó en mandarlo al purgatorio; y encontrados unos polvos de maravillosa virtud que en tierras de Levante había obtenido de un gran príncipe que afirmaba que solía usarlos el Viejo de la Montaña cuando quería mandar a alguien (haciéndole dormir) a su paraíso o traerlo de allí, y que, en mayor o menor cantidad dados, sin ninguna lesión hacían de tal manera dormir más o menos a quien los tomaba que, mientras duraba su poder no se habría dicho que tenía vida, y habiendo tomado de ellos cuantos fuesen suficientes para hacer dormir tres días, en un vaso de vino todavía un poco turbio, en su celda, sin que Ferondo se diese cuenta, se los dio a beber; y con él lo llevó al claustro y con otros de sus monjes empezaron a reírse de él y de sus tonterías.

Lo que no duró mucho porque, obrando los polvos, se le subió a éste un sueño tan súbito y fiero a la cabeza que estando todavía en pie se durmió, y cayó dormido. El abad, mostrándose perturbado por el accidente, haciéndolo desceñir y haciendo traer agua fría y echándosela en la cara, y haciéndole aplicar muchos otros remedios cómo si de alguna flatulencia de estómago o de otra cosa que tomado le hubiera quisiera recuperarle la desmayada vida y el sentido, viendo el abad y los monjes que con todo aquello no recobraba el sentido, tomándole el pulso y no encontrándolo, todos tuvieron por cierto que estuviese muerto; por lo que, mandándolo a decir a la mujer y a sus parientes, todos los cuales aquí vinieron prontamente, y habiéndolo la mujer con sus parientes llorado un tanto, vestido como estaba lo hizo el abad poner en una sepultura.” (Boccaccio, 1965: 231)

Mientras que el vino era aceptado como materia de sacramento y se era indulgente con la cerveza, licores y tabaco (al final en el siglo XVI) la Inquisición prohibió la ingestión del cannabis en España en el siglo XII y en Francia en el XIII. Muchos otros remedios naturales fueron prohibidos también por aquella época. Aquella persona que utilizara el cáñamo para “flipar” o curar era tachada de bruja (Herer, 1999:147). La Inquisición consideraba herejes a quienes administren a mujeres filtros de amor. Así la caza de brujas comenzó aproximadamente en 1326 y no terminó hasta el 1800 (Historia y Vida, nº 204: 124-125).

Bibliografía

  • Boccaccio, G. El Decameron. Ed. Círculo de Lectores, Barcelona (1965)
  • Broeckrs, M. Cannabis. Editorial Cáñamo, Vicenza (2002)
  • Covarrubias. Tesoro de la lengua castellana o española. Ed. Castalia, Madrid (1994)
  • Herer, J. El emperador está desnudo, Castellarte S.L., Castellar de la Fra. (1999)
  • Juan-Tresserras J. La Arqueología de las drogas en la Península Ibérica. Una síntesis de las recientes investigaciones arqueobotánicas. Complutum. 2000;11:261-74.
  • La Celestina. Ed. Bruguera, Barcelona (1975)
  • López Sáez et al. (2008) “Historia de la vegetación en el litoral norte de Girona entre los siglos VIII y XX d. C.” Arqueología y Territorio Medieval nº 15
  • Nacher Malvaioli, G. Don Cristóbal Colón. Edición electrónica Santuarios.com (2001)
  • Robinson, R. (1999). El gran libro del cannabis: Gui completa de los usos medicinales, comerciales y ambientales de la planta más extraordinaria del mundo. Inner Traditions / Bear & Company
  • Rudgley, R. Enciclopedia de las substancias psicoactivas, Paidos Divulgación, Barcelona (1999)

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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