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El cannabis NO cura el cáncer: el timo de Rick Simpson (II)

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Algunas páginas web prometen la curación del cáncer y otras enfermedades utilizando cannabis. El aceite de cannabis de Rick Simpson es el método más popular y comentado de todos los que pueden encontrarse en Internet. En esta segunda y última entrega de la serie analizaremos los motivos por los cuales esta historia se trata de un fraude sin ningún respaldo científico, que puede hacer mucho daño a personas con enfermedades graves o incurables.

Por Dr. Fernando Caudevilla

Prueba — Recordarán nuestros lectores que en el número anterior resumimos el video de Youtube sobre el aceite de cannabis de Rick Simspon. Para los que no sean habituales de esta revista, para quienes no leyeran el artículo o simplemente no lo recuerden, les hago un breve resumen del documental que pueden encontrar en su integridad en Youtube (simplemente tecleen en el buscador “Rick Simpson cannabis” o “Rick Simpson español” y encontrarán decenas de versiones, algunas con cientos de miles de visitas).

Rick Simpson vive en un pueblo tranquilo de Canadá, un día le da por ponerse a investigar y descubre que el aceite de cannabis cura todo: el cáncer, la diabetes, la artrosis, la artritis, la diarrea, las infecciones, el dolor…al menos estos son los testimonios de las personas que salen en el video. Cuando las autoridades sanitarias se enteran de que en el pueblo todo el mundo está tratando sus enfermedades con el milagroso invento de Rick, le cierran el chiringuito y le denuncian. Pero en realidad el motivo por el que actúan contra él es porque Rick está desenmascarando una conspiración liderada por la industria farmacéutica con ramificaciones político-mediático-judicial-legislativas. Todos estos agentes saben que el aceite de cannabis es curativo, pero no quieren que el público se entere. Ríase usted de la trama Gürtel, el caso Noos y el Malaya.

Rick Simpson
Rick Simpson

Aunque en el capítulo anterior ya dimos algunas pistas, en este número analizaremos si, desde una perspectiva lógica existe algún elemento que señale alguna posible validez o utilidad médica del aceite de Rick Simpson. Pero ya les adelanto que la respuesta en negativa. El método de Rick Simpson sirve para lo mismo que el método de Homer Simpson, o sea, para nada. O al menos no existe ningún elemento objetivo que sugiera ningún tipo de utilidad.

Empezaremos señalando algo tan sencillo como que las enfermedades se producen por causas diferentes. Una infección es una agresión de un agente externo (virus, bacteria, hongo…), los trastornos metabólicos como la diabetes son consecuencia de la interacción de factores genéticos y ambientales (alimentación, estilo de vida…), el desgaste del cuerpo a lo largo de la vida da lugar a degeneraciones como la artrosis…Lo que se entiende comúnmente como “cáncer” es en realidad un conjunto heterogéneo de más de 200 enfermedades con mecanismos de producción, diagnósticos, tratamientos y pronósticos muy distintos…A través de la comprensión exacta de los mecanismos que subyacen en cada enfermedad, es posible buscar tratamientos específicos para curarlas o, en la mayoría de los casos paliar los síntomas. Al menos esto es lo que pretende el método científico. Suponer que existe una planta milagrosa que sirve lo mismo para el cáncer de tiroides que para la diarrea, los ronquidos o los juanetes supone tirar por tierra todo el conocimiento desde Hipócrates. Aunque, vaya usted a saber, igual Hipócrates también sabía lo del cannabis y estaba metido en la conspiración para prohibir su uso.

El video explica detalladamente cómo elaborar el aceite de cannabis. Primero dicen esto de “no se le ocurra hacer esto por su cuenta, nosotros no nos hacemos responsables” y después explican el proceso con todo lujo de detalles.  Pero no se hace ni una sola mención al tipo de variedad que es necesario utilizar, la concentración necesaria para obtener los supuestos efectos positivos, la forma de dosificación…En ciencia, todos los fármacos necesitan de una dosis y frecuencia adecuados, tienen posibles efectos adversos y toxicidad por sobredosificación. En el mercado actual hay variedades de cannabis con concentraciones y proporciones muy diferentes de cannabinoides. Algunas marihuanas tienen un 2% de principios activos mientras que en otras la potencia puede ser diez veces superior. En algunas plantas el cannabinoide expresado es sólo THC, mientras que otras tienen proporciones muy significativas de CBD o CBN, que pueden hacer variar sus efectos de forma significativa. Nada de esto parece importar en el caso del milagroso aceite, en el que lo de las cantidades no parece importar mucho. “Uso una gota por la mañana y otra por la noche, porque no tengo nada terminal” dice uno de los testimonios. Las dosis oscilan entre “la cabeza de un alfiler” y “un grano de arroz”. A eso se le llama precisión farmacológica.

La página web oficial de Rick Simpson no comercializa directamente aceite de cannabis y el único servicio de pago que ofrecen es la descarga del libro por el precio de diez dólares. Pero en Internet es también sencillo encontrar páginas web que comercializan este aceite con supuestas cualidades curativas. No puede saberse con seguridad si los autores del video guardan o no relación con estas páginas, aunque la sensación es que han aprovechado el tirón de visitas en Youtube para intentar hacer su agosto a consta de la salud ajena.

Rick Simpson

La historia tiene además todos los elementos de las teorías conspirativas: grupos secretos que manejan los hilos desde la oscuridad, hechos que no son más que apariencias, un puñado de heroicos resistentes que han descubierto la verdad…a nivel sociológico este tipo de historias tienen todos los elementos para adquirir popularidad. En este caso el oscuro enemigo es una especie de alianza histórica entre la industria farmacéutica y la clase política. Desde luego que la industria del medicamento tiene muchos puntos oscuros, algunos de ellos bien conocidos y otros muchos sobre los que no estamos al tanto. Como cualquier industria privada, busca rentabilizar sus inversiones y maximizar sus beneficios, y en demasiadas ocasiones esto pasa por encima de los principios éticos mínimos. Pero no es nada distinto a lo que sucede con cualquier otra empresa en un sistema de economía de mercado como en el que vivimos. Desde luego, la industria farmacéutica trabaja con un material particularmente sensible como es la salud humana, y sería deseable un plus de control (o bien que las instituciones públicas destinaran más dinero a investigación en fármacos en lugar de dejarlo en manos privadas, pero eso nos llevaría a otro debate…). Es también cierto que la medicina tradicional ha ido perdiendo parte de su carácter humanístico en favor del desarrollo tecnológico y que la calidad percibida por el paciente muchas veces es muy mejorable.

Pero de ahí a concluir que existe una conspiración activa para evitar que las personas puedan curarse a sí mismas todas las enfermedades utilizando aceite de cannabis hay un abismo. ¿Tiene realmente interés la industria del medicamento en dejar morir a sus potenciales clientes? Cuando los jefes de la industria o los políticos de turno se ponen malitos ¿usan fármacos o cannabis? ¿Está demostrado que los consumidores de cannabis vivan más y mejor que los no consumidores? ¿Nadie se había dado cuenta de esto antes en los cuatro mil años de uso médico del cannabis? ¿O es que los antiguos emperadores chinos también andaban en la conspiración?

La mayoría de los datos que se presentan en el documental están descontextualizados, son verdades a medias o directamente falaces. A nivel histórico, es cierto que el cannabis se prohibió en la mayoría de los países a lo largo de la primera mitad del siglo XX pero los motivos que se aducen no son correctos. Entre el conglomerado de razones históricas, sociológicas, económicas y morales que los distintos historiadores de las drogas han detallado en múltiples obras de referencia, nadie jamás ha considerado que las propiedades terapéuticas del cannabis fueran un motivo o elemento relevante para su prohibición.

En el documental se citan investigaciones científicas sobre los cannabinoides sacadas fuera de contexto. Por ejemplo, los trabajos de Manuel Guzmán, uno de nuestros más brillantes investigadores, se citan como evidencia de las propiedades antitumorales del cannabis sin señalar que, en su mayor parte, son datos de investigación básica con aplicaciones muy limitadas en el momento actual. Es cierto que se trata de un campo de investigación extremadamente interesante, ya que el sistema de los endocannabinoides está implicado en la regulación que el hace el sistema inmunológico sobre el crecimiento de los tumores. El conocimiento avanza rápidamente pero, por desgracia, aún no ha sido posible desentrañar entre los miles de señales, ligandos, receptores y vías metabólicas aquellas que puedan ser aplicadas a la práctica. Por cierto que el documental también sugiere un ocultamiento o dificultad para acceder al resultado de estas investigaciones, que son perfectamente accesibles desde cualquier base de datos médica y han sido publicadas en las más prestigiosas revistas científicas del mundo.

 Otros datos sobre epidemiología son inexactos, o se presentan de forma efectista. E ejemplo más claro es el supuesto “incremento en la incidencia de cáncer” de las últimas décadas, sin tener en cuenta factores como el incremento de la esperanza de vida de la población o la mayor sensibilidad de las técnicas diagnósticas.

Aceite de cannabis

A la hora de formular cualquier hipótesis, quien la presenta es el responsable de aportar todos los elementos para poder convencer a los demás de que su idea es cierta. Los argumentos deben presentarse de forma coherente, lógica y se deben aportar pruebas fehacientes sobre aquello que se pretende demostrar. Cualquier investigación científica que pretenda denominarse como tal debe detallar de forma minuciosa el método que se ha seguido para llegar a un determinado resultado. Nada de esto se encuentra en el documental sobre el milagroso aceite de cannabis, en el que un señor delante de un ordenador habla sobre las “investigaciones” sin una sola palabra sobre en qué consistieron, cómo se planificaron, en base a qué datos, qué método se utilizó…Cuando Rick Simpson dice en el documental la frase ”nadie ha podido demostrar que el aceite de cannabis no cure” pone de manifiesto uno de los rasgos característicos de las teorías conspirativas: la inversión de la carga de la prueba. No somos los demás quienes tenemos que demostrar que el no miente, sino que es su documental el que debería aportar datos suficientes sobre la veracidad de su tesis. De lo contrario, tendríamos que aceptar las bases de OVNIS nazis en la luna, la existencia de los vampiros o la ocultación por parte de la CIA de pruebas de vida extraterrestre. Tampoco nadie ha podido demostrar que todo esto sea falso.

Señalábamos antes que la historia de Rick Simpson ha tenido una enorme difusión a través de Internet, ya que los mitos suelen ser mucho más interesantes, emocionantes y divertidos que la vida real. Pero gran parte de su popularidad tiene que ver con la cultura cannábica. La mayoría de las webs, revistas, páginas de redes sociales y blogs han acogido y retransmitido el discurso de Rick Simpson y su aceite milagroso sin ningún espíritu crítico. Cuesta encontrar fuentes de información que pongan en duda el método cuando cualquiera que dedique cinco minutos a pensar sobre el tema puede darse cuenta del fraude. Podría parecer que, como el periodismo amarillo, cuando se trata de defender a la planta del cannabis no hay que dejar que la realidad estropee una bonita historia. Pero cuando esa historia implica ofrecer esperanzas a personas con enfermedades graves o incurables sin ninguna base científica que lo sustente hay que ser mucho más serios. Defender el derecho a utilizar psicoactivos libremente por placer o reivindicar el derecho a la automedicación con cannabis debe ser compatible con la veracidad. Porque, si no, tendremos que terminar por dar la razón a los cruzados antidroga cuando acusan a este sector de “transmitir mensajes falsos sobre los usos terapéuticos del cannabis”.

Acerca del autor

Fernando Caudevilla (DoctorX)
Médico de Familia y experto universitario en drogodependencias. Compagina su actividad asistencial como Médico de Familia en el Servicio Público de Salud con distintas actividades de investigación, divulgación, formación y atención directa a pacientes en campos como el chemsex, nuevas drogas, criptomercados y cannabis terapéutico, entre otros.

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