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El consumo de cannabis en los pueblos escitas

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El cannabis a lo largo de milenios se desplaza de Asia hacia Europa del Este. Las evidencias de su uso pueden remontarse a la última parte del tercer milenio antes de Cristo. Por ejemplo, existe un enterramiento en Rumania en donde se han encontrado una “taza-pipa”, procedente de una excavación de principios de la Edad del Bronce en el norte del Cáucaso, que contiene restos de semillas de cannabis (Rudgley. 1999:87). En 1896, el arqueólogo alemán, Hermann Busse, desenterró una vieja tumba en Wilmersdorf (Branderburgo), con una urna funeraria del siglo V a. C. en el que se encontró semillas de cannabis.

© Isidro Marín Gutiérrez

Guerreros escitas

El pueblo escita

El primer testimonio de su ebriedad se refiere a la población nómada de los escitas. Eran un grupo de guerreros arios que salieron en el siglo VII a. C. de Siberia buscando nuevas tierras para sus animales. Controlaron un territorio extenso que iba desde el norte de Grecia, el mar Negro hasta las montañas de Siberia Central. Eran unos buenos jinetes y fueron grandes conquistadores experimentados en la guerra, entre los siglos V y III a. C. Según Heródoto (484 al 425 a.C.) describe una especie de sauna donde los escitas arrojaban grandes trozos de cáñamo (unos investigadores piensan en forma de haschisch, otros investigadores piensan que eran cogollos de cannabis y otros piensan en cañamones) sobre piedras calentadas; se embriagan aspirando el humo (como los griegos bebiendo el vino) lo utilizaban para curar enfermedades y para rituales de entierro, con fines religiosos y festivos (Escohotado, 1999:105). Exactamente el texto es el siguiente sobre el consumo de cannabis por parte de la población en el río Araxes: “…Tienen unos árboles que dan frutos extraños. Cuando aquellos hombres se reúnen, sentados formando un círculo alrededor del fuego, echan granos en la hoguera y se emborrachan con el humo que respiran, exactamente igual que le sucede a los griegos con el vino; y cuanto más fruto arrojan sobre él fuego, más se intoxicaban, hasta que se levantaban y danzaban, y se entregaban al canto” (Szasz, 1990).

Los escitas, al morir algún pariente cercano, los llevaban encima de un carro a casa de sus amigos y éstos ofrecen una comida al séquito dando al muerto la misma comida que a los otros, el cadáver era transportado durante cuarenta días, luego era sepultado. También, al morir un gran jefe escita eran sacrificados cincuenta de sus guardias personales junto con sus caballos. Se les sacrificaban y se les abría sus cuerpos para sacar sus entrañas. Sus caballos eran sacrificados y empalados en estacas colocadas en círculos alrededor de la tumba del jefe. Luego se alzaba los cuerpos sin vida de los guardianes hacia los caballos y se dejaban hasta que se pudrieran.

Tanto para uno como para otro enterramiento se utilizaba la misma purificación. Una vez enterrado los escitas se purificaban de la siguiente manera; primero se lavaban sus cuerpos con aceites. Luego clavaban tres palos en el suelo inclinados el uno hacia el otro, extienden encima y por los alrededores frazadas de lana y, acoplándolas lo mejor posible, ponen piedras al rojo vivo en un recipiente ubicado en el centro del espacio que forman los palos, bajo las frazadas. En aquella región crece, ya espontáneamente, ya cultivadas, la planta de cáñamo. Los escitas después de haber recogido las semillas (las semillas no tienen efectos narcóticos así que supongo que fuera hachís o cogollos) se introducen en la tienda y luego tiran las semillas sobre las piedras enrojecidas por el calor. Las semillas arrojadas producen humo y emanan un vapor tal que ningún baño de vapor griego podría superarlo. Los escitas, ebrios a causa del humo, daban gritos de alegría.

Los nómadas escitas introdujeron esta costumbre en otras tribus, como por ejemplo en los tracios, que vivían en los Balcanes que acabaron consumiendo cannabis. En el 450 a. C. Heródoto escribía de ellos que vestían con tela de cáñamo en vez de lino (Abel, 1980).

Entre la verdad y la leyenda

Pero los enterramientos escitas ¿Eran ciertos o fue una leyenda? En 1929 el arqueólogo ruso S. I. Rudenko descubrió un hallazgo fantástico en el valle del Pazyryk en Siberia central. Excavando algunas ruinas antiguas cerca de la montaña de Altai en la frontera entre Siberia y Mongolia, Rudenko encontró una trinchera de 5 metros cuadrados y un metro de profundidad; en el perímetro de la trinchera encontró los esqueletos de varios caballos y dentro de la trinchera el cuerpo embalsamado de un hombre y un caldero de bronce lleno de semillas de cannabis quemadas (Rudenko, 1970: 285) Rudenko también encontró algunas camisas tejidas con fibra de cannabis. Rudenko opinaba que al inhalar el humo de las semillas al arder y en un contexto religioso podía producir estados alterados de conciencia (Artamanov, 1965:101-109).

Está práctica estuvo muy extendida durante estos periodos como lo demostró el arqueólogo ruso Rudenko en las excavaciones de Pazyryk en Siberia del sur, donde encontró el mismo equipo de tienda escita pero a miles de kilómetros del informe de Heródoto en la zona del mar Negro (Rudgley.1999:89). Los descendientes de los escitas se extendieron hacia Europa oriental y, sobre todo, a los estados bálticos.

Otros arqueólogos rusos descubrieron en la meseta de Umok (Siberia) la tumba de una joven princesa escita de 2.000 años de antigüedad. Con la princesa estaban enterrados 6 caballos engalanados. La chica tenía el cuerpo tatuado. Llevaba puesto un vestido de seda blanca, una falda de lana roja, medias de fieltro blanco y un tocado con una pluma asimismo de fieltro. Su cuerpo estaba enterrado en el tronco ahuecado de un árbol de alerce, una conífera, decorado con figuras de cuero de onzas y venados, en una cámara de troncos, junto con un cepillo, varios platos, un espejo y un cacharrillo que contenía cannabis. Esta tumba es muy parecida a la de un jefe escita descubierta en Siberia en 1929 y coincide perfectamente con las descripciones que hace Heródoto sobre los entierros escitas (Robinson, 1999:112).

Los ritos siguen en la actualidad

Hoy en día se mantienen ritos en el que el actor principal es el cáñamo. Como, por ejemplo, en las vísperas de San Juan los campesinos daban a comer a su ganado, para protegerlos del mal y las enfermedades. El cáñamo era un remedio casero muy popular con el que se trataba los dolores de muelas, se facilitaban los partos, se reducía las convulsiones, fiebres e inflamaciones (sobre todo las coyunturas) y se curaba el reumatismo y la ictericia.

El cáñamo se encuentra presente en los festivales de fuego de varios países europeos. En las Ardenas de Francia se creía que era vital que las mujeres se intoxicaran la noche del primer domingo de cuaresma para que el cáñamo creciera alto en esa estación. Los campesinos franceses debían bailar durante el carnaval de cuaresma, para que su cáñamo creciera. En las montañas de la región de los Vosges, la gente bailaba por que creciera su cáñamo.

En la Suevia medieval, al suroeste de Alemania los hombres y mujeres en edad casadera brincaban tomados de la mano sobre una fogata, exclamando: “¡Crece, para que el cáñamo mida tres anas de alto!”. Se pensaba que quienes saltaban no padecerían dolores de espalda cuando levantaran la cosecha, y que los padres de los jóvenes que saltaran más alto gozarían de la cosecha más abundante. Cuando a la fogata de un campesino le faltaba algo, todos sus cultivos eran malditos y el cáñamo en particular estaba destinado al fracaso (Robinson, 1999:119).

En Ucrania las chicas con cañamones en sus cinturones saltan sobre un montón de cáñamo, cantando: “Andrei, Andrei, planto sobre ti las semillas de cáñamo. Que Dios me haga saber: ¿Con quién dormiré?”; luego se quitaban la blusa, se llenaban la boca de agua y escupían sobre los cañamones y también daban tres vueltas a sus casas (Rudgley, 1999, 93).

También en Ucrania los campesinos tiraban cogollos en la víspera de San Juan ya que creían que esto impediría que el mal de ojo hiriese a sus animales de granja (Abel, 1980). Los bailes que tenían relación con el cannabis eran también comunes en la Europa del Este, muy vinculados a la magia del crecimiento del cannabis y con las bodas (al igual que los japoneses), los banquetes y todo lo relacionado con el matrimonio.

En algunas partes de Europa del Este una costumbre relacionada con la muerte es la de tirar un puñado de cañamones al fuego como ofrenda a los muertos en la época de la cosecha del cáñamo. Una costumbre muy parecida a la de los escitas y de las tribus de Pazyryk, de hace unos 3.000 años. El cáñamo tampoco ha perdido su conexión con el culto a los muertos. En Vísperas de Navidad, los lituanos (también en Polonia y antiguamente en Rusia) sirven una sopa hecha con cañamones (el semieniatka) “para las almas de la muerte”, ya que esa noche las almas de los familiares les visitarán y les gusta saborear dicho plato (Benet, 1975: 43). Ritos similares tienen en Letonia y en Ucrania. Otra costumbre parecida de la Europa Occidental era la de tirar semillas de cáñamo (cañamones) al fuego durante el tiempo de la cosecha como ofrenda al muerto. Una costumbre escita que aparentemente se ha ido reproduciendo a lo largo del tiempo de generación en generación hasta nuestros días durante 2.500 años (Abel, 1980).

En Polonia, Rusia y Lituania los campesinos confiaban en el vapor emitido por el cáñamo ardiente pero sin llama para quitar los dolores de muelas. También para aliviar los partos, reducir la inflamación y las fiebres.

La cultura del cannabis llegó a Europa por el norte y no por el sur (Schultes y Hoffmann.1982:145) (Escohotado.1999:201); en esta zona se encontraban los celtas (pueblos de origen centroeuropeos que a partir del siglo X a. C. se dispersaron por toda Europa: Galias, norte de Hispania, Britania, Irlanda, Balcanes, etc…). Amiano Marcelino comenta que no cultivaban vid ni bebían vino, pero fabricaban otro tipo de bebidas con virtudes semejantes.

Bibliografía

 

  • Abel, E. Marihuana: The first 12,000 years. Plenum Press, Nueva York (1980)
  • Artamanov Frozen tombs of the scythians, Scientific American 212 (1965)
  • Benet, S. Early Diffusion and Folk Uses of Hemp, en V. Rubin Cannabis in culture, Mouton. The Hague (1975)
  • Emboden, W. A. Flesh of the Gods Praeger Press ,Nueva York (1974)
  • Escohotado, A. Historia general de las drogas Espasa Fórum, Madrid (1999)
  • Herer, J. El emperador está desnudo Ed. Castellarte S.L., Castellar de la Fra. (1999)
  • Rice T. T. The Scythians. Praeger, New York (1970)
  • Robinson, R. (1999). El gran libro del cannabis: Gui completa de los usos medicinales, comerciales y ambientales de la planta más extraordinaria del mundo. Inner Traditions / Bear & Company.
  • Rudenko S. I. Frozen tombs of Siberia University of California Press, Berkeley (1970)
  • Rudgley, R. Enciclopedia de las substancias psicoactivas. Ed. Paidos Divulgación, Barcelona (1999)
  • Szasz, T. Drogas y ritual: la persecución ritual de drogas, adictos e inductores. Fondo de cultura económica, Madrid (1990)

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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