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El control biológico de nematodos (II)

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Nos hemos referido anteriormente al hecho de que la biodiversidad en el suelo permite un equilibrio en las poblaciones de los distintos organismos que constituyen su microfauna y microflora. De esta forma no se corre el riesgo de que se puedan convertir en una plaga. Para demostrarlo, vamos a referirnos a algunos descubrimientos que en las últimas dos décadas han permitido descubrir la interacción que existe entre los distintos organismos presentes en el suelo y que suponen un control muy eficaz de posibles plagas.

Por Víctor Bataller Gómez

            En 1998 los científicos Chen y Dickson fueron los primeros en tratar en profundidad sobre la biología y capacidad de control biológico de la bacteria Pasteuria penetrans sobre los nematodos formadores de agallas. Se probó en más de trescientas especies de nematodos diferentes dando resultados positivos en muchos cultivos afectados de Belonolaimus longicaudatus, Heterodera sp., Meloidogyne sp. y Xiphinema diversicaudatum. Por el contrario no son concluyentes los estudios realizados en cultivos hidropónicos. Pasteuria penetrans produce una endospora que se fija sobre la cutícula del nematodo. Cuando este entra en la raíz de la planta que va a parasitar las esporas que van adheridas también entran con él. Entonces las esporas se desarrollan en el interior del nematodo hembra generándose nuevas bacterias que crean sus bolsas de esporas. Esto provoca que la hembra no pueda reproducirse y posteriormente muere al reventar bajo la presión que generan las esporas, las cuales se liberan nuevamente al suelo y se reinicia el ciclo. Tiene una capacidad de control sobre nematodos de hasta un 80% y puede permanecer mucho tiempo en el suelo siempre y cuando las condiciones de humedad y temperatura sean las correctas.

             La bacteria Pseudomonas cepacia tipo Wisconsin, también conocida como Bulklorderia cepacia, ha sido identificada como colonizadora de las raíces de muchas plantas. Esta bacteria produce antibióticos, los cuales son efectivos contra un amplio rango de hongos patógenos de las plantas. Cuando se aplica a las semillas no sólo la protege a esta, sino que también coloniza el sistema de raíces en desarrollo y protege a la planta. No es patógeno de humanos ni de animales. Ha demostrado una gran eficacia contra los nematodos de Meloidogyne spp., Pratylenchus spp., Helicotylenchus spp., Hoplolaimus spp. y Belonolaimus spp.

             Además de las bacterias otro grupo importante para el control de parasitadores son los denominados “hongos nematófagos”, que son unos microrganismos con la capacidad de atacar, matar y digerir nematodos en sus distintas etapas fisiológicas (adultos, juveniles y huevos). Además estos hongos pueden vivir en la materia orgánica en descomposición, atacar a otros hongos o colonizar raíces de plantas como endófitos. Hay más de 300 especies de “hongos nematófagos” descritos. Habitan los suelos muy ricos en materia orgánica. Los nutrientes que obtienen de la ingestión de los nematodos son utilizados para formar nuevas estructuras biológicas como hifas, esporas, etc… Los “hongos nematófagos” se dividen en:

           –        Hongos captadores de nematodos: estos hongos poseen órganos específicos en sus hifas con los que atrapan a los nematodos. Disponen de dos mecanismos diferentes a la hora de atrapar a los nematodos: trampas adhesivas y trampas mecánicas. Su forma de actuar es siempre la misma independiente de la trampa. El hongo penetra en la cutícula del nematodo usando su trampa y forma el bulbo de infección en el interior del nematodo, a partir del cual crecen sus hifas por el interior del cuerpo y digieren sus contenidos. Hongos captadores de nematodos son los de la familia Arthtrobotrys y Monacrosporium.

 –        Hongos endoparásitos: utilizan sus esporas para infectar y casi siempre son parásitos obligados de nematodos. Las esporas de estos hongos pueden ser: zoosporas móviles, esporas asexuales con flagelos que le permiten moverse, como las de Catenaria spp. Se adhieren al nematodo y penetran en él atravesando su cutícula conidios adhesivos, esporas asexuales inmóviles creadas a partir de una hifa, por ejemplo las del hongo Drechmeria coniosporaconidio s ingeridos, como es el caso del Harposporium spp. Solo son eficaces contra los nematodos parasitadores de raíces que se alimentan de bacterias, los “nematodos bacteriófagos”.

 –        Hongos productores de toxinas: de entre los que destaca un hongo descomponedor de la madera Pleurotus ostreatus, también conocido como “seta yesquera” porque una vez seca se utiliza como combustible de hogueras en el campo. Las hifas de estos hongos contienen una gota de toxina que al tocarlo paraliza al nematodo para que sus hifas entren a través de su boca y se alimenten de él.

             En 1992 los investigadores Dos Santos, Ferraz y Muchovej estudiaron especies de hongos aislados de raíces y suelos recolectados por toda la geografía brasileña para su uso como agentes de control biológico del nematodo Meloidogyne incognita. Los resultados más interesantes se dieron con los hongos de la especie Monacrosporium ellipsosporum, ya que el número de agallas y de huevos en las raíces se redujo significativamente. También se demostró que el hongo Paecilomyces lilacinus presenta gran eficacia en el control biológico de nematodos de Meloidogyne javanica, ya que redujo el número de agallas radiculares en una gran diversidad de suelos y con un alto potencial parasitario. El hongo P. lilacinus parasita huevos y hembras de nematodos, causando deformaciones de los ovarios y limitando la eclosión de huevos. También demostraron que en condiciones de pH ligeramente ácido, produce toxinas que alteran el sistema nervioso de los nematodos.

             En un estudio sobre el control biológico del nematodo Tylenchulus semipenetrans se han descubierto algunas especies de hongos que parasitan sus huevos. Son el Fusarium solani, Cylindrocarponcylindroides y Paecilomyces lilacinus. Su eficacia en el control está entorno al 50 % y aumenta a medida que los niveles de hembras son más altos y los de huevos son más bajos. Esto ocurre sobre todo en primavera y verano. También se ve favorecido con niveles elevados de magnesio en el suelo y porcentajes de fósforo y arenas bajos.

             En 1998 los científicos americanos Kim y Rigss aislaron un hongo denominado ARF18 que actúa como agente biocontrolador del nematodo Heterodera glycines. Cuando este hongo está presente en el suelo afecta de forma muy negativa a la cantidad de huevos de este nematodo. También demostraron que muchos fitosanitarios como el benomilo, el metiltiofanato, el carbaryl, el carboxin o el myclobutanilo inhibieron a este hongo impidiendo su desarrollo en el suelo. Ese mismo año otros dos investigadores, Meyer y Wergin, estudiaron el control que el hongo Verticillium lecanii ejerce sobre H. glycines y descubrieron la gran capacidad de penetración que este hongo tenía en las hembras, sin embargo, su capacidad de colonizar las raíces de las plantas es muy pobre.

             En otros estudios realizados del hongo Paecilomyces lilacinus se descubrió que redujo las poblaciones del nematodo Meloidogyne incognita en el suelo y en las raíces. Parasitó sus huevos, disminuyó la producción de agallas en las raíces e incrementó los rendimientos y los beneficios económicos en muchos cultivos. Este organismo es muy específico porque no afectó a las poblaciones de otros nematodos estudiados como Rotylenchulus reniformis o Helicotylenchus dihystera.

             El hongo hifomiceto Myrothecius, spp. fue una cepa aislada inicialmente del nematodo Heterodera glycines que ha demostrado una gran eficacia en el control biológico del Meloidogyne incognita. Este hongo es un saprófito presente en muchos suelos de todo el mundo.

             Otros hongos hifomicetos que se alimentan con nematodos fitoparásitos son Dactylella brochophaga, Arthrobotrys oligospora y Arthrobotrys botryospora, los cuales realizan su acción contra los nematodos de varias formas distintas. En algunas ocasiones las prolongaciones filamentosas del hongo tienen ramificaciones, las cuales forman lazos circulares y estos lazos en movimiento forman redes tridimensionales. Esta red segrega una sustancia pegajosa cuando entra en contacto con los nematodos que los mantiene atrapados en la red. Luego emite otras ramificaciones que penetran dentro del nematodo y absorben sus tejidos.

             Tras lo mostrado podemos concluir que para que podamos disponer de un equilibrio biológico en el suelo que nos permita controlar con mayor eficacia posibles plagas en nuestros cultivos debemos fomentar los siguientes aspectos:

             1º Evitar el uso de fitosanitarios químicos o de síntesis. Muchas de sus sustancias activas favorecen la desaparición de una gran variedad de organismos que puede provocar la aparición de otros en forma de plagas. La falta de equilibrio biológico hace que determinados microorganismos se reproduzcan de manera muy elevada con explosiones demográficas y necesiten una gran cantidad de raíces para poder sobrevivir con lo que afectan a cultivos de miles y miles de plantas. Casi todas las sustancias activas de síntesis trabajan a nivel de flancos genéticos inhibiendo o mutando un aspecto fundamental en el desarrollo vital del organismo en cuestión. Si trabajamos a este nivel y tras años de constantes y repetidas exposiciones pueden aparecer fenómenos de resistencia que a la larga hacen que ese producto y otros similares dejen de ser útiles para el control de plagas, generando dependencia de los mismos, pues el desequilibrio natural es tan elevado que depender del control biológico supone muchos años de sacrificio.

             2º Evitar la implantación de monocultivos. Muchos nematodos son específicos de determinadas plantas porque presentan una gran afinidad por sus tejidos o su savia. Con ello se consigue la diversificación y el equilibrio dentro de la microfauna y microflora del suelo. En muchas zonas rurales los nematodos nunca llegaron a ser un problema; sólo comenzaron a causar inconvenientes cuando las multinacionales implantaron grandes extensiones de monocultivos como el plátano, el café o el tomate. En España pasó un caso similar con el pimiento en invernadero; era tan fuerte la carga parasitaria en sus suelos que se debían preparar las siembras con tratamientos químicos tan esquilmantes que suponían respetar como mínimo dos meses de plazo de seguridad. Mientras, a pocos metros, los cultivos ecológicos solucionaban el problema combinando o rotando el cultivo con otras variedades de plantas como maíz o leguminosas.

             3º Evitar el aporte de fertilización mineral rica en sales. Las alteraciones en el pH del suelo no sólo tienen consecuencias químicas que afectan a la asimilación de nutrientes por parte de la planta sino también tiene consecuencias en el desarrollo vital de los microrganismos. Todos los abonos minerales están fabricados a base de sales minerales que aportan un pH elevado al suelo, medio idóneo para la proliferación de nematodos, pero no porque sea su medio idóneo sino porque inhibe el desarrollo de otros microrganisos que compiten con ellos.

             4º Favorecer la presencia de materia orgánica en el suelo. Como hemos visto gran parte de los controladores biológicos de los nematodos usan la materia orgánica como alimento o como sustento vital. La materia orgánica en el suelo tiene innumerables funciones beneficiosas. Por un lado los ácidos húmicos aportan efecto estructurante al suelo, formando agregados sólidos que dejan espacios libres que permiten el paso de aire y agua, permitiendo la presencia de oxígeno en el suelo. Por otro lado los ácidos fúlvicos, cadenas más cortas de compuestos orgánicos, muchos de ellos identificados como ácidos orgánicos que actúan como alimento de microrganismos y como agentes quelatantes que facilitan la asimilación de nutrientes tan difíciles de tomar como el fósforo. Uno de los productos más recomendados desde este punto de son los abonos líquidos diseñados a partir de materia orgánica totalmente soluble de origen vegetal muy rica en ácidos fúlvicos y que también dispongan de ácidos húmicos. Sus características naturales garantizan un aporte de sustento nutritivo para la microfauna y microflora del suelo y por otro lado garantiza un pH ligeramente ácido que favorece totalmente las funciones químicas y biológicas del suelo. Combinado con materia orgánica sólida autóctona favorece su descomposición y asimilación más rápida.

             Otra alternativa muy fiable y cuyos resultados están más que demostrados es el Neem, concretamente en dos formatos, extracto y harina o polvo. El extracto, al estar exento de aceites y resinas, es más fácil de asimilar por parte de la planta por vía radicular. El AIN EXTRACTO cuenta con 10000 ppm de azadirachtina; con ésta riqueza garantiza un resultado total inhibiendo el desarrollo de los huevos y esterilizando a los adultos de nematodos. La forma de aplicarlo es al comienzo del cultivo, con 5 a 10 hojas por planta, a una dosis de 5 c.c. por planta en un riego corto y con síntomas iniciales de falta de agua para que sea absorbido de forma inmediata. Repetir este tratamiento al mes con 10 a 15 c.c. por planta. De esta forma también se garantiza acción sistémica contra algunos chupadores como araña roja y mosca blanca.

             El Neem sólido en forma de polvo mojable lo tenemos en el PRONEEM. En éste caso las formas de aplicarlo son en la mezcla con el sustrato de siembra o aplicarlo junto al cuello de la planta en pequeños montones de forma que el agua de riego lo vaya diluyendo poco a poco.

Tratamientos Bio-Ecológicos SA.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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