El loto azul

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Por Eduardo Hidalgo

 El presente artículo es el sumario de la investigación llevada a cabo por el autor acerca del loto azul. Si, ha leído usted bien: el loto azul. ¿Que le suena, pero no sabe muy bien lo que es? Pues razón de más para que se empolle este texto; y luego se lo cuenta a los colegas en el Tweeter. Un, dos, tres, ¡ar!

Riiiing… riiiing… El teléfono… Es el Raúl… A ver qué quiere éste ahora…

– ¿Siiiiii?

– ¿Qué passsa, mariquita?

– Nada, foshador de la pradera, no pasa naaaaaada.

– Oye, al tema: ¿has oído o leído algo de loto “asul”?

– ¿Del asul, asul como el sielo asul?

– Si, cabronaso, de ese mismo.

– Claro –como el cielo claro-, en su día algo leí, ¿por?

– Joder, Edu, ¿pues por qué va a ser?

– Paraaaaaaaaa… paaaaaaaa… raaaaa… ¿que investigue… tal vez? ¡Si! Me estás encargando otro caso… es eso, ¿verdad?

– Elemental, querido Watson, por eso te llamo [Dios Santo… pero si este menda no se entera de un carajo, ¡en qué momento se me ocurrió nombrarle investigador!]

– Ah, pos fale. Dalo por hecho. En cuanto tenga el informe te lo mando. Muchas gracias, jefe. El loto azul, me has dicho, ¿no?

– Si, tío, si, el loto asul.

– Mu guien. Hasta luego, tron.

– Hasta luego, maricón.

Clic.

Clic.

Joder, cada vez entiendo menos mis colaboraciones con esta revista. ¿Pero esto no era un rollo de fumetas? ¿Y por qué me encargan a mí estas movidas tan raras? ¿A cuento de qué vienen estas investigaciones tan estrambóticas? Además, si el caliginefóbico del Alejo Alberdi ya trató este tema en sus artículos sobre “Tintín y los estados modificados de consciencia”. En fin, si es lo que quiere el jefe, pues a sacar el curro adelante y punto pelota. A ver qué dicen en Wikipedia:

«El Loto Azul (Le Lotus bleu) es el quinto álbum de la serie Las aventuras de Tintín, creada por el historietista belga Hergé. Se publicó por entregas en el suplemento Le Petit Vingtième entre el 9 de agosto de 1934 y el 17 de octubre de 1935, a un ritmo de dos páginas semanales en blanco y negro. La primera edición en álbum, también en blanco y negro, apareció en 1936 en la editorial…»

Madre del amor hermoso… ¡menudo bodrio! Pasemos directamente a copiar y pegar del Alejo:

«Si bien El Loto Azul (1934) tiene como argumento principal la búsqueda de un antídoto para el radjaïdjah –sustancia enloquecedora que hace su primera aparición en la anterior aventura–, el tráfico de opio sigue desempeñando un papel importante. Esta vez es Mitsuhirato, un agente japonés que redondea su sueldo trabajando para Rastapopoulos, quien inunda el mundo, y especialmente China, con esta “droga mortal”. Como es lógico, Tintín terminará con el negocio ayudado por otra sociedad secreta –esta vez “buena” – llamada “Los Hijos del Dragón”, lo que da pie a Hergé para ilustrar con exquisito detalle el fumadero de opio que da nombre a la historia».

«El fumadero bautizado como El Loto Azul se parece poco a los antros –opium dens– descritos por las publicaciones sensacionalistas de la época, y se nos muestra como un local limpio y lujosamente decorado donde clientes tan distinguidos como el embajador de Poldavia disfrutan de sus ensueños opiáceos sin meterse con nadie. El propio Tintín, convenientemente disfrazado de chino en su primera visita al establecimiento, finge que fuma de una pipa –aunque digo yo que seguro que le da alguna caladilla para despistar- bajo un cartel que reza “Buenos augurios”. Otros lemas que figuran en los carteles del fumadero (siempre en caracteres chinos) son: “Que la prosperidad y la longevidad sean contigo”, “La felicidad consiste en hacer lo que a uno le gusta” y “En un camino ascendente, cuanto más subes, más deseas subir hasta lo más alto” (una clara advertencia contra el excesivo gusto por el opio, o reducción de daños avant la lettre)».

Bueno, pues ya está, ¿no? El que quiera saber más que se lea el tebeo, digo yo, vamos. Ahora adjunto unas fotillos y asunto acabado… Google Images, loto azul… ¿Eiiiiiiiin?, ¡Pero si aquí sólo salen flores y plantas! ¿Y Tintín? Bueno, venga, vamos a ver de qué va esto…

«Nymphaea caerulea, también conocida como “Loto de Egipto”, “Loto azul egipcio” o “Nenúfar azul”, es una especie de planta acuática perteneciente a la familia de las ninfáceas».

Pues mira tú qué bien…

«Su hábitat original puede haber sido a lo largo del Nilo y otras áreas del Este de África. Se extendió ya en tiempos antiguos a otros lugares como Tailandia y el Subcontinente Indio».

Fascinante, oiga.

«Históricamente ha sido conocido como el “loto azul” y el “loto sagrado”, sobre todo por su veneración entre los antiguos egipcios, nubios, abisinios y otras civilizaciones del África histórica del mundo antiguo».

No, si cada cual venera lo que le viene en gana, y está en su derecho, eso está claro.

«Las hojas son ampliamente redondas, de 25-40 cm de ancho, con una muesca en la hoja del tallo. Las flores son de 10-15 cm de diámetro».

Me pregunto cómo puedo haber vivido hasta ahora sin saberlo…

«El loto azul se consideró muy importante en la mitología egipcia, ya que se abría con la luz y se cerraba con la oscuridad».

¡¡¡Ohhh la la!!!

«En la cosmogonía de la Ogdóada, se creó el montículo sobre el cual engendraron el huevo del que surgió otro dios solar: Ra. Fue también el símbolo del dios egipcio Nefertum. Esta planta se emplea en perfumería y aromaterapia».

De nuevo, apasionante…

«Estudios recientes han demostrado que tiene propiedades psicoactivas, por lo que se piensa que pudo haber tenido un uso ritual en el Antiguo Egipto y en algunas culturas antiguas de América del Sur».

¡¡¡Hostias!!!

«Las dosis de 5 a 10 gramos de flores inducen una ligera estimulación, un cambio en los procesos de pensamiento y un aumento de la percepción visual».

¡¡¡Su puta madre!!!

«Nymphaea caerulea es una pariente lejana del loto sagrado (Nelumbo nucifera), y tiene principios activos similares. Una planta y la otra contienen alcaloides: nuciferina y aporfina. Sus efectos psicoactivos hacen del loto azul uno de los candidatos a ser identificados como la planta de los lotófagos de La Odisea».

Lotófagos, dice… como los opiófagos… amos a ver, Edu… que ya estás tardando en catar esto. Marchando un pedido y os cuento. Mientras me llega, a buscar en Erowid se ha dicho. Un momento, ¡no!, antes vamos a mirar qué se cuentan en La Odisea:

 «Arribamos a la tierra de los Lotófagos, los que comen flores de alimento. Descendimos a tierra, hicimos provisión de agua y al punto mis compañeros tomaron su comida junto a las veloces naves. Cuando nos habíamos hartado de comida y bebida, yo envié delante a unos compañeros para que fueran a indagar qué clase de hombres, de los que se alimentan de trigo, había en esa región; escogí a dos, y como tercer hombre les envié a un heraldo. Y marcharon enseguida y se encontraron con los Lotófagos. Éstos no decidieron matar a nuestros compañeros, sino que les dieron a comer loto, y el que de ellos comía el dulce fruto del loto ya no quería volver a informarnos ni regresar, sino que prefería quedarse allí con los Lotófagos, arrancando loto, y olvidándose del regreso. Pero yo los conduje a la fuerza, aunque lloraban, y en las cóncavas naves los arrastré y até bajo los bancos. Después ordené a mis demás leales compañeros que se apresuraran a embarcar en las rápidas naves, no fuera que alguno comiera del loto y se olvidara del regreso. Y rápidamente embarcaron y se sentaron sobre los bancos, y, sentados en fila, batían el canoso mar con los remos».

Wawwww, dicen que los que lo tomaban ya no querían regresar a informar. Igual si le cuento esto a Raúl se anima de una vez por todas a mandarme de viajecito a algún sitio (de hecho, la propia Ítaca –en Tortosa- no estaría nada mal; otra cosa es que la Familia Ulises me aguantara más de lo que dura una fiesta). Aparte de que, en este caso sólo tendría que pagarme el billete de ida… Bueno, me lo pensaré. Ahora a ver qué dicen en Erowid:

«El examen de los registros artísticos y míticos de la India y del sudeste asiático indica que el famoso psicótropo de los antiguos arios fue el loto, Nelumbo nucifera. Los epítetos, las metáforas y los mitos de los Vedas que describen las características físicas y comportamentales de la planta del “soma” como un sol, una serpiente, un águila dorada, etc., guardan relación, individualmente o como totalidad, con el loto».

«La información sobre el loto en la sociedad maya y los recientes datos sobre la química de esta planta sugieren que debemos reconsiderar el rol del loto. En una reevaluación de las fuentes literarias e iconográficas de la antigüedad, parece que tanto los hongos como el loto emergen como importantes psicotógenos rituales».

«Las referencias contemporáneas sobre el rol del loto y la mandrágora en los procesos curativos egipcios, así como el subsiguiente estudio de la iconografía del loto en los rituales chamánicos mayas sugieren la importancia de estas plantas en las curas chamánicas del Egipto dinástico. Sobre la base de una revisión en profundidad de estas dos plantas en la inconografía y los rituales mayas y egipcios, se argumenta que los segundos desarrollaron una forma de trance chamánico inducido por el consumo de estos vegetales».

Lo dicho: aquí hay temita. Fijo. Así que, esperamos a que llegue el pedido, lo degustamos y, entre teoría y práctica, otro caso finiquitado con éxito. Además, la factura del loto se la puedo pasar a Belén, que es muy enrollada y seguro que no me pone pegas. Y así me sale el negocio redondo. Joer, si es que esto de ser investigador es un puntazo (¡no sabe el Bouso ni ná!).

Envío recibido.

Pues no. No me ha llegado el pedido… (hijos de la Gran… Bretaña –es que la web era angla, no más-) y el plazo de entrega del artículo ha llegado a su fin. He esperado hasta el último momento y no tengo un plan B ni un “As” bajo la manga… De modo que, no pudiendo ofrecer un testimonio personal, me veo obligado a recurrir al de otras personas, lo cual, bien mirado, multiplicará la fiabilidad de mi informe por tres, por la sencilla razón de que ellos son tres y yo uno. Ahí van (tomados de Erowid, ¿de donde si no?):

Alex. Perfecto éxtasis somático.

«Ésta ha sido probablemente la experiencia enteogénica más positiva que haya tenido jamás. Treinta minutos después de ingerir la tintura de semillas de loto sentí un cálido resplandor de felicidad, alegría y energía recorrer todo mi cuerpo, recargando mis circuitos como una pila caliente».

Knoflicted. Basura azul.

«Compré un gramo de extracto x25. Puse el polvo marrón en alrededor de tres onzas de agua caliente. Lo dejé reposar durante diez minutos, después bebí el infecto líquido (con el estómago completamente vacío y sin haber consumido otras drogas). Y… nada ocurrió. Nada de nada».

Noloheb. Suave y agradable.

«Me recordó vagamente tanto a la marihuana como al opio, aunque menos arrebatador. No me quería mover, y algunas cosas parecían diferentes. Específicamente, una figurilla que hay en mi habitación me pareció de vital importancia, como si estuviese tratando de decirme algo. Me di cuenta de que no podía estar enfadado, triste o feliz. Mis emociones estaban desconectadas. Sedado –como me quedo con el opio-. También me di cuenta de que en este estado era capaz de contestar honestamente a algunas cuestiones profundamente personales que venía rumiando desde hacía tiempo. Fue una experiencia muy liberadora que me llevó a un nuevo plano psicológico. […] Definitivamente, volveré a consumirlo y se lo recomendaré a todo el mundo…»

Vamos, lo de siempre: a unos les sube mucho, a otros poco y a otros nada… a unos bien, a otros fatal y a otros normal. Pasa hasta con los porros… De tal manera que, ¿qué les vamos a contar? Si alguien quiere saber cómo le pega el loto sagrado, basta con que haga un pedido. Ahora bien, que nadie espere que yo sugiera dónde, porque, de momento, es más que evidente que carezco de autoridad moral para hacerlo.

Sea como fuere, buena suerte y feliz año.

Acerca del autor

Eduardo Hidalgo
Yonki politoxicómano. Renunció forzosamente a la ominitoxicomanía a la tierna edad de 18 años, tras sufrir una psicosis cannábica. Psicólogo, Master en Drogodependencias, Coordinador durante 10 años de Energy Control en Madrid. Es autor de varios libros y de otras tantas desgracias que mejor ni contar.

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