Todos los que hemos profundizado en el mundo de la genética del cannabis, por poco que sea, hemos soñado con encontrar un ejemplar excepcional en un paquete de 11 semillas regulares. Una planta que marque la diferencia y que nos permita llevar a cabo cruces que sorprendan al cultivador más avezado. En el caso de Jimi, la cosa fue mucho más allá.
En la actualidad, con la inevitable depresión endogámica, los inescrutables líos genéticos de algunas casas de semillas y otras circunstancias que probablemente escapan a nuestra comprensión y entendimiento, estamos acusando una evidente falta de calidad en algunas de las genéticas que llegan al mercado.
A estas alturas habréis escuchado cientos de veces que las semillas que plantamos ahora, pese a que llevan el mismo nombre, no se parecen en nada, o en muy poco, a las que plantábamos en los noventa y principios del 2000. Lejos de profundizar en este hecho, puesto que ya lo he tratado en otros números (“Sobre la conservación genética. ¿Se puede comercializar la misma variedad de cannabis durante décadas”, número 122 de Cannabis Magazine) lo que quiero es hacer hincapié en las genéticas que sí están ofreciendo resultados excepcionales e intentar dilucidar el por qué.
Debido a la irregular situación que afronta el cannabis, la conservación genética y los clones élite constituyen una de las paradojas más excepcionales del sector. Que alguien esté dispuesto a pagar miles de euros por un ejemplar que, supuestamente, responde a cierto nombre y fama, es un absoluto despropósito. Otra cosa bien diferente es que nosotros mismos conservemos un ejemplar durante años y lo compartamos con quien nos plazca.
Es bien sabido que las casas de semillas holandesas han liderado el sector durante muchos años. Cabe preguntarse entonces qué han hecho por conservar todas aquellas excepcionales genéticas que cruzaron durante los años 80 y 90. Y no, os puedo adelantar que no existen enormes naves industriales que albergan a todos y cada uno de los ejemplares que dieron lugar al boom de las semillas de marihuana. Holanda es un país contradictoria y especialmente restrictivo con el cultivo de cannabis, por lo que no existen este tipo de facilidades.
Otra historia muy diferente es que algunas de las grandes casas de semillas hayan hecho ilimitados esfuerzos por mantener sus genéticas vivas, cosa que no dudo, pero sinceramente, soy un poco escéptico al respecto si nos referimos al catálogo completo.
De toda esta problemática subyace una realidad incontestable: en una situación como la que vive actualmente el cannabis en Europa es mucho más fácil y viable mantener la calidad de las semillas en un banco artesanal y pequeño que en una gran infraestructura que vende decenas de miles de semillas al año.
Trabajo artesanal
Hace unas semanas recibí un correo electrónico de Anna de Reggae Seeds en el que me preguntaba qué era necesario para salir en Cannabis Magazine. En un primer momento pensé que se refería a un publirreportaje y la remití a nuestro equipo comercial. Ella me contestó que creía que existía un verdadero interés informativo en su trabajo y que el motivo de su correo no era adquirir publicidad. Este tipo de contestación es bastante habitual y, normalmente, los empresarios o emprendedores creen tener un producto lo suficientemente bueno como para transgredir el límite de lo publicitario y fundamentar un artículo al respecto.
Hace casi dos años que prácticamente solo cultivo y consumo cannabis CBD-rich, sin embargo, no había cultivado nada de su casa de semillas puesto que en ningún caso se asegura una ratio o porcentaje en concreto en sus genéticas. La ecuación era fácil: como no estaba seguro de lo que iba a obtener, quería optimizar mi tiempo y recurrir a resultados estables. Tan sencilla era la decisión que descartaba un amplio abanico de posibilidades que tardé en mesurar.
Llamé a mi amigo Germán, puesto que hace unos meses me había comentado que estaba cultivando y cruzando algunas de sus variedades, y confirmó lo que venía diciendo Anna: sus semillas se convertían en ejemplares destacables… aspectos, olores y variaciones que recordaban a la crianza de antaño, y lo que es más importante, arrojaban diferentes porcentajes de THC y CBD.
Después de dos encuentros de varias horas con Jimi y Anna, fundadores de Reggae Seeds, pude dilucidar algunos de los entresijos que convierten a su empresa en una de las pequeñas casas nacionales que ofrecen semillas de primera calidad. En ambos casos existía un guion que transgredíamos constantemente, viajando a los parajes de los apasionados del cultivo y la crianza del cannabis. Sin embargo, fuimos capaces de concretar algunas de las preguntas y respuestas que, a mi parecer, más interesan a los lectores de esta revista.
Una de ellas es la que inaugura este artículo: En Spannabis Barcelona 2004, Jimi compra directamente a Soma de Soma Sacred Seeds, un paquete de 11 semillas regulares de NYC Diesel. De estas 11 semillas selecciona una hembra que adquiere una considerable fama, Diesel Mandarina, y un macho con el que poliniza todas las genéticas que tiene en su indoor. Lo primero que selecciona de estos cruces es Kalijah y Juanita la Lagrimosa, y precisamente partiendo de Kalijah fundamenta el origen de la casa y comienza la aventura comercial.
Llegados a este punto de nuestra reunión, surge una inevitable pregunta: con esta base genética, ¿se puede alcanzar la calidad que ofrecen las grandes casas semillas? Jimi es cauto y no responde de inmediato. Con humildad, confiesa haber tardado un tiempo en darse cuenta de que sus cruces podían igualarse a los de las grandes casas:
“Pasé de tener un 10% de mis genéticas y un 90% de genéticas de casas de renombre en mi indoor, a poner un 90% de mis propias semillas, básicamente porque alcanzaban una calidad igual o superior en muchos casos (…) cada vez era más difícil encontrar semillas en las que la descripción coincidiera con los resultados (…) creo que el boom de las feminizadas marcó un antes y un después en la calidad final de las semillas, aunque también creo que se pueden hacer feminizadas sin perjudicar a la crianza del cannabis.”
La forma en la Jimi puede perpetuar un trabajo de calidad, al igual que lo hacen otras casas pequeñas apenas conocidas, es fundamentándose en lo que mencionaba un poco más arriba, la labor artesanal. Cuando una casa es capaz de controlar todos y cada uno de los ejemplares que van a servir de parental, también es capaz de controlar los resultados. En el momento en el que el volumen de plantas, y por lo tanto de trabajo, se dispara, poner la mano en el fuego por todas y cada una de tus semillas resulta un tanto arriesgado.
Usemos los recursos de los grandes pensadores y preguntémonos retóricamente por qué algunos de los mejores restaurantes de París recurren a pequeñas granjas familiares situadas a las afueras de la ciudad para comprar fruta y verdura.
El origen
Se han dicho muchas cosas sobre el origen de las variedades CBD-rich. Pero también se han publicado esclarecedores artículos en prensa especializada y en internet, y parece lo suficientemente contrastado que Cannatonic y Dieseltonic de Resin Seeds provienen de las semillas vendidas por Jimi al yerno de Soma (provenientes de sus cruces con Kalijah), y revendidas por este a Jaime, genetista y fundador de Resin Seeds.
También he dedicado un artículo en exclusiva a CBD-crew en el número 121 de esta publicación (“¿Variedades medicinales? La ratio 1:1”) en el que hablo, entre otras muchas cosas, sobre estas dos variedades de Resin Seeds. Ambas se acabaron convirtiendo en la piedra angular de CBD-crew, banco que actualmente ofrece semillas estables de ratio 1:1 (algunas de las nuevas genéticas también alcanzan la 1:2) y que posteriormente ha colaborado con algunas de las casas más representativas del sector para crear genéticas estabilizadas “a medida”.
Pues bien, partiendo de la base de que las genéticas de Reggae Seeds son el origen del boom CBD que vivimos en la actualidad, surgen muchas preguntas. Hay una que a mí me resulta fundamental y especialmente curiosa: ¿que el origen de la alta presencia del CBD en estas genéticas provenga de un paquete de NYC Diesel significa que hemos estado consumiendo variedades de altos contenidos en CBD sin darnos cuenta? Jimi se sonríe, y contesta que muy probablemente sí. No existen respuestas absolutas para esta pregunta, pero es posible que alguno de aquellos highs que recordamos con agradable nostalgia estuviera cargado de CBD.
Y de esta deriva otra cuestión igualmente importante: ¿por qué hay tan poca cantidad de CBD en la mayoría de genéticas comerciales? Aunque de nuevo la respuesta correcta no existe, puede que se deba a alguno de los estándares de selección y crianza. Es decir, que alguna de las características que han primado a la hora de hacer cruces y selecciones excluya al CBD. Tengamos en cuenta que las sensaciones que provoca el consumo de variedades con altos contenidos en CBD distan considerablemente de los provocados por las genéticas que solo expresan THC, por lo que también pudieron haberse descartado debido a un efecto menos evidente.
Lo más curioso del asunto es que se dice, se cuenta, se comenta que se ha cultivado y analizado profusamente NYC Diesel de Soma Sacred Seeds, sin ningún rastro de CBD en sus ejemplares.
Es aquí donde nace una nueva e inquietante pregunta que, posiblemente, provoque una respuesta de difícil digestión que abordaremos en el próximo número de Cannabis Magazine.
Acerca del autor
Xosé F. Barge se licenció en Periodismo en la UPSA. Posteriormente realizó el grado en Humanidades y se especializó en literatura distópica del s. XX. Es el Redactor jefe de Cannabis Magazine y El Cultivador.