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La ‘droga caníbal’ no existe

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Estaba amaneciendo cuando unos alaridos femeninos sacaron de sus ensoñaciones a los residentes de un edificio del barrio madrileño de Embajadores la pasada Semana Santa. Tales fueron los gritos, los llantos y los gemidos que se escucharon, que algunos vecinos temieron lo peor: un caso de violencia de género. “Soñábamos que pasaba algo raro”, asegura la dueña de un hostal situado en la planta inferior a donde ocurrieron los hechos. Aquella escandalosa trifulca la despertó de golpe. No fue a la única. “Pensé que era un homicidio”, afirma.

Cuando varias patrullas de Policía Municipal y Policía Nacional se personaron en esta finca antigua, no daban crédito a lo que estaba pasando. Tres jóvenes treintañeros, dos chicos y una chica, se encontraban completamente fuera de sí, muy agresivos y con diversas heridas, magulladuras y dentelladas en la parte superior del cuerpo. A simple vista parecía que hubiesen ingerido algún tipo de estupefaciente. ¿Se trataba de la droga caníbal? ¿Existe realmente o no? ¿De la denominada Nexus? ¿Bath Sales tal vez? Los expertos lo tienen claro: ninguna de ellas provoca tal estado de enajenación por sí sola como para atacar a mordiscos. Aunque sus secuelas pueden ser nocivas para la salud. Desmontamos el mito.

“No hay ninguna sustancia que por sí sola, mágicamente, te convierta en nada. Ni en caníbal, ni en superhéroe”. Así de tajante se muestra Ana Muñoz Arranz, coordinadora de Energy Control Madrid, el proyecto de reducción de riesgos de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo. No hay nada en los casos documentados y analizados a posteriori que diga que los efectos puedan ser remotamente eso. Es decir, ni ganas de morder ni de comer.

Muñoz Arranz apunta que cada vez que se dan episodios raros en los que alguien se comporta de manera atípica (como sería el incidente de violencia protagonizado por el ‘trío caníbal’, como les bautizó ABC) se pone el foco en una droga determinada. La que esté de moda en ese momento. Cuando en realidad, suelen darse por las circunstancias implícitas de cada individuo. Señalar a la droga como la única causante del problema “es muy peligroso porque quita la responsabilidad de las personas”.

“La UIP [Unidad de Intervención Policial] derribó la puerta a patadas”, relatan fuentes de la investigación. Tras sortear un laberíntico pasillo en la segunda planta con casi una decena de apartamentos, los agentes intentaron sin éxito que les abriesen. Nadie contestaba al timbre y a tenor de lo que podría estar pasando en el interior decidieron echar la puerta de madera abajo. Literalmente. Al día siguiente, se colocó en su lugar un portón metálico, al estilo de las que se utilizan en los trasteros.

Una vez dentro, el clímax de violencia era más que evidente. No solo por los muebles tirados por el suelo, si no por la situación en la que se encontraban los jóvenes. Medio desnudos, con contusiones leves y con lo que podrían ser mordeduras en la cara, además de comportarse de forma nerviosa y alterada. Aquel episodio les pasaría factura.

¿Por qué no midieron las consecuencias?

Calibrar los riesgos que conlleva el consumo de drogas es indispensable para evitar situaciones como las vividas por el ‘trío caníbal’. Sin embargo esa percepción del peligro es tan baja que la respuesta que dan los consumidores es: “no nos va a pasar nada”, explica la psicóloga clínica y directora de Clave Salud Laura García Agustín. Otra de las respuestas es que lo harían por desconocimiento: “no sé lo que me estoy tomando. No sé cuál es el efecto”.

Y por último, por la presión de grupo. Este aspecto es clave en adolescentes porque son más fácilmente manipulables y vulnerables. Aunque en adultos también influye. Amigos, fiesta y ese “vamos a probarlo” pueden llevar al consumo por no ser asertivos a tiempo.

Secuelas de las drogas sintéticas

Un ‘viaje’ como el vivido por estos tres jóvenes no se olvida. Aunque tampoco se recuerda completamente debido a los efectos de la droga ingerida. Hay lapsus de tiempo. También momentos que permanecen borrosos en la memoria y que emergen al consciente en forma de pequeños recuerdos. Pueden experimentar problemas para dormir, dificultades de concentración, bajo rendimiento. “Podrían desarrollar un cuadro de estrés post-traumático alto, de tipo reactivo al principio. Es decir, agudo. Por lo que les ha pasado, por lo que les han contado, por lo que creen que les puede haber sucedido”, asevera García Agustín. No tratarlo en el plazo de seis meses podría derivar en “un cuadro de estrés post-traumático crónico”.

Esas re-experimentaciones o trozos de recuerdos generan mucha ansiedad. Y sobre todo miedo. Las personas que pasan por trances así sufren verdaderos ataques de pánico. “Verte haciendo cosas desagradables, o gritando o arañando o mordiendo alguien, cosas que no tienes bien hiladas, todavía generan más miedo porque no sabes hasta dónde pudiste llegar”, relata la psicóloga clínica.

Aterrorizados por los recuerdos

“Es muy traumático. No eres tú mismo, estás haciendo una serie de cosas que son atroces, son atrocidades para ti. Y las estás recordando o de una manera nítida o a trozos. En cualquiera de los dos casos, sería motivo para generar un cuadro de ansiedad grave. Porque, de entrada, tu cerebro te está diciendo: ‘no vuelvas allí’”, insiste la directora de Clave Salud.

Un ejemplo sería sufrir un accidente de avión. “Has tenido una experiencia traumática en la que has tenido mucho miedo, en la que has pasado cosas que no querías que pasaran, en la que te has sentido vulnerable… Todo lo que sea ir a recordar eso, tu cerebro te va a decir, ‘no, que no quiere recordarlo’. Porque vas a sentir mucho miedo otra vez”.

El caníbal de Miami

Un factor clave en el consumo de droga es la circunstancia de cada persona. Porque como recalcan desde Energy Control: “No es la droga la que produce la violencia en un individuo. Es al revés”. Todo depende del contexto en el que se encuentren dichos consumidores. Puede haber incidentes violentos con y sin sustancias de por medio. Por lo que “la droga caníbal no existe. No hay ningún tipo de sustancia que convierta a alguien en caníbal”, zanja la coordinadora de Energy Control Madrid.

Aún así, Miami vivió lo que se informó como el primer caso de canibalismo por droga en 2012. Su protagonista, Rudy Eugene, un joven de 31 años sufrió un periodo de violencia que degeneró en impulsos caníbales. Un policía local tuvo que dispararle cinco veces porque estaba atacando a un vagabundo al que arrancó un ojo de un mordisco. Parecía un zombie.

El “caníbal” había tomado uno de los estupefacientes más extendidos en Estados Unidos, bath sales (sales de baño), de origen industrial y que se utilizan para la elaboración de abonos para las plantas. Ingerirlas durante un breve periodo de tiempo causa un arrebato de agresividad y en el 37% de los casos llevan al suicidio. También conlleva secuelas psíquicas: delirio extremo, falta de control sobre las emociones y el propio cuerpo, estado de absoluta confusión, aumento desorbitado de la temperatura corporal, etc.

Sin embargo, la autopsia echó por tierra esta teoría fantasiosa de la droga caníbal. El joven no había consumido ninguna droga sintética, tan solo marihuana. Pero la invención ya estaba en marcha y, a partir de entonces, muchos casos de violencia atípicos relacionados con drogas pasarían a denominarse ‘caníbal’.

Por otra parte, una de las causas de intoxicaciones por droga es la adulteración del producto. Las consecuencias que se pueden derivar de ello son altamente peligrosas. “Ese es el problema del mercado ilegal, que no podemos estar seguros de lo que estamos comprando”, explica Muñoz Arranz. Un ejemplo sería la Flakka -que se vende como incienso o fertilizante y que fue detectada por primera vez en España en 2011-, un potente estimulante que está haciendo estragos en ciudades como Madrid y Barcelona porque se vende como éxtasis (MDMA), pero en realidad se trata de ALFA-PVP.

Su ingesta puede producir hiperactivación, aumento de la frecuencia cardiaca y arterial, desorientación, alucinaciones, convulsiones y arritmias. Aunque también puede traducirse “en un brote psicótico o en una crisis de pánico fuerte, requiriendo todo ello de una hospitalización”.

Nexus, la mal llamada “droga del amor”

“Hemos tomado ‘Nexus’, aseguraba uno de los chicos del incidente ‘caníbal’ de Embajadores (Madrid). La sustancia que, algunos camellos venden como afrodisíaco sexual para mantener la libido, es un derivado de las anfetaminas que no produce los efectos que vivieron estos tres jóvenes. “A dosis baja, una ligera estimulación y cierta sensación de euforia; y a dosis un poquito más altas, alucinaciones visuales, paranoias y nerviosismo”, ratifican desde Energy Control. Pero nada de violencia.

Esta droga conocida científicamente como 2C-B que, en ocasiones se adquiere como éxtasis o MDMA (conocidas también como “pastillas triposas”), produce un efecto de “buen rollo” en dosis bajas. Esto es, estimula pero no fomenta la agresividad. Así que etiquetarla como “del amor” resulta del todo peligroso.

Ni zombie, ni caníbal, ni Nexus, ni tampoco Sales de Baño. Ninguna de estas sustancias producen episodios de agresividad o de violencia por sí mismas como tal. Es el consumidor quien ayuda en cierto modo a potenciar los efectos. “Si estás bien vas a estar mejor, si estás mal es posible que estés peor”, apunta Ana Muñoz Arranz. Y en ese sentido, las sustancias impulsarán lo que tenemos dentro.

No obstante, entre las drogas (incluyendo también las legales) hay una que aparece de modo latente en más episodios de violencia, que suele estar presente cuando emerge la agresividad en el individuo y que es una de las más consumidas en el mundo. El alcohol. De ahí la preocupación que existe en cuanto al consumo de esta sustancia legal entre los menores. Cien mil de ellos bebiendo cada semana hasta emborracharse y con seis mil comas etílicos en 2016. Lo caníbal es un mito. El consumo compulsivo de estos jóvenes, no.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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