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La secta de los asesinos (primera parte)

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El cáñamo era llamado por los árabes hashish, que significa “hierba” y fue precisamente dicha hierba la que dio nombre a una de las sectas más famosas y sanguinarias, de los hashishins, de la que se deriva, según algunos estudiosos, el término de asesino.

© Isidro Marín Gutiérrez

En una prisión un comerciante veneciano dictaba a un copista los detalles de un viaje fascinante, su nombre era Marco Polo. Habla en sus relatos de los “haschi-chinos” o “haschichiens”. En el año 1297 cuando Venecia y Génova estaban en guerra, Polo había sido tomado prisionero. Su libro Livre des merveilles du monde (Libro de las maravillas), era una historia fascinante y fue copiado ampliamente. Siete siglos después de la muerte de Polo el Congreso de los EE.UU. y la opinión pública de los EE.UU. seguían creyendo a pies juntillas las escrituras de Marco Polo; que el hachís es una droga que incita al fanatismo, lujuria y violencia ingobernable. Lo gracioso de todo esto es que Marco Polo en su obra no señala en hachís en ningún momento. Cuando Marco Polo atravesaba el norte de Persia, los lugareños le contaron la historia de un gobernante legendario conocido como el Viejo de las Montañas (el jeque Hassan Ibn Al Sabbah) y su secta de asesinos (Soler Insa, 1981:188).

Los shiítas

La historia de esta secta se remonta al año 632, cuando Mahoma murió sin designar a un heredero religioso (califa); el Islam se enfrentó al difícil dilema de escoger sucesor. El primo de Mahoma Alí fue escogido en el 656 pero murió cinco años después. El segundo sucesor del Profeta fue el califa Omar, odiado por los shiítas. Comenzaron las rivalidades para aceptar a uno u otro califa. Cuando la capital del Islam se fue a Bagdad esto generó la creación de varias sectas dentro de la tradición musulmana. Existen dos grandes facciones dentro del Islam, los sunnitas de origen semítico (son los ortodoxos del Islam) que querían elegir al califa y los chiítas que estaban a favor de que el califa sólo pudieran ser los sucesores legítimos de Mahoma. Es para los chiítas el Mensajero de Dios (Mahoma) dejó un sucesor, un depositario de sus secretos, el imán Alí (Maalouf, 2002: 126). Así se ha perpetuado el linaje de los imanes legítimos y por medio de ellos se ha transmitido la prueba del mensaje de Mahoma y de la existencia de Dios único.

Las diferencias entre ambos grupos estaban envueltas en un fondo racial y en antiguas tradiciones. Racialmente los chiítas son principalmente persas de linaje ario que querían un gobernador por monarquía hereditaria. Los sunnitas que representaban la mayoría del Islam eran de origen semítico y su costumbre era elegir a los líderes en base al mérito personal y no a su linaje de sangre. Los shiítas se negaban a aceptar a los califas escogidos por los sunnitas pero obedecían las órdenes de la familia del profeta.

Los descendientes de Alí eran muchos, los shiítas estaban de acuerdo en la sucesión hereditaria del profeta pero las diferencias comenzaban cuando se tenían que poner de acuerdo en quién era el sucesor legítimo. Esta divergencia produjo un cisma dentro del grupo shiíta que en el futuro llevará a la creación de la secta ismaelita, a la que la secta de los asesinos pertenece.

Ocurrió durante el reinado del califa chiíta Jafar-I-Sadiq. Según la costumbre chiíta el hijo mayor es el que sucederá como califa al padre. Si embargo un día Jafar-I-Sadiq cogió a su hijo mayor Ismael bebiendo vino (un acto prohibido por el Corán); el califa anunció que su hijo mayor no sería su sucesor y lo desheredó por su hijo Musa más joven que Ismael. La mayoría de los chiitas permanecieron fieles al nuevo califa Musa excepto un grupo pequeño que seguía fiel a Ismael, estos partidarios señalaron que el sucesor era Ismael ya que estaba designado por Dios y sin pecado. Ismael murió con descendencia y los ismaelitas se ocultaron y esperaron que un nuevo líder restaurara la dinastía de Ismael. Su paciencia se premió ya que en el siglo X una dinastía fiel a la doctrina ismaelita cogió el trono de Egipto y empezaron a mandar misioneros a lo largo del mundo árabe para convertirlos a la ortodoxia ismaelita; uno de los convertidos será el joven persa Hassan-Ibn-Sabbah o más conocido posteriormente como el Viejo de las Montañas.

Vistas desde el Castillo Alamut

El viejo de la montaña

Hassan era un hombre de habilidades excepcionales y autodisciplina. Era inteligente, ambicioso, cruel y oportunista; exigía de sus fieles obediencia ciega, utilizaba como arma política el asesinato suicida para acabar con sus enemigos, una técnica que sin ser desconocida en el mundo árabe apenas se utilizaba. Nacido en Qom (Persia), en el 1050 Hassan (muerto en el 1124) era hijo de un comerciante chiíta, Alí Sabbah, que se retiró de la sociedad para vivir en un monasterio (eso le marcó al joven Hassan) y envió a su hijo a la escuela musulmana ortodoxa para que luego adquiriera gran importancia. Sus mejores compañeros de clase fueron Nizan-al-Mulk (ministro de dos sultanes del imperio árabe) y Omar Khayyam de Nisapur (1048-1131), astrónomo y poeta; un día se juraron entre los tres ayuda mutua. Según Amin Maalouf esto forma parte de la leyenda, la de los tres amigos que marcaron los comienzos del nuevo milenio: Omar Jayyám que observó el mundo, Nizam el- Molk que lo gobernó y Hassan Sabbah que lo aterrorizó. Se cuenta que los tres estudiaron juntos en Nisapur, esto no puede ser cierto ya que Nizam tenía treinta años más que Omar y Hassan hizo sus estudios en Rayy, también un poco en su ciudad natal de Quom, pero no en Nisapur (Maalouf, 2002:100). Son personajes muy diferentes “pero cada uno representa un aspecto eterno del alma persa” (Maalouf, 2002:229). Nizan consiguió una alta posición en la corte del sultán Malikxah. Ayudó a Omar con una pensión para que el poeta pudiera componer sus rimas sin la menor distracción (compuso los poemas de Rubaiyat o Manuscrito de Samarcanda). También entró en la corte su amigo Hassan como camarero del sultán. Concretamente la función que tenía fue la de Sabih-jabar (jefe de información del Imperio; una especie de policía secreta de la época). Este cargo se ofreció primero a Omar por parte de Nizan pero Omar reclinó la oferta y presentó a Hassan para que obtuviera el cargo (Maalouf, 2002: 102).

Pero Hassan era mucho más ambicioso y un ingrato además, ya que minó su amistad con Nizan e intentó ponerlo en ridículo. Un día el sultán le pidió a Nizan que preparase un registro detallado con los ingresos y los gastos de la corte, preguntando cuanto tiempo duraría la tarea Nizam contestó que un año. Hassan se metió en la discusión entre Nizan y el sultán y en forma desafiante dijo que lo podía hacer en cuarenta días. El sultán estaba muy contento y lo dejó en manos de Hassan quitándole el puesto a Nizan. Nizan enfadado alteró los archivos del informe y cuando Hassan presentó su trabajo éste tenía errores o faltaban datos, así que fue desterrado por su insolencia. Humillado Hassan viajó hasta Egipto donde entró en contacto con los fatimitas y se introdujo en las doctrinas de la secta ismaelita. Según Amin Maalouf la conversión de Hassan se produjo en su adolescencia cuando conoció a un misionero ismaelí. Cayó enfermo y se hizo una promesa, la de convertirse a la fe ismaelita si sobrevivía (Maalouf, 2002:124).

Los fatimitas habían fundado una escuela en la que entrenaban a reclutas en las doctrinas ismaelitas y en el arte del asesinato. Hassan pasa dos años en el Cairo, en donde recibió clases en dos lugares diferentes: los ulemas explicaban los principios de la fe en la medersa de Al-Azhar y los medios para propagarlos se enseñaban en el recinto del palacio califal. Los jefes de estas escuelas (que eran personajes importantes en la corte fatimí) eran los que explicaban a los estudiantes los métodos de persuasión, el arte de desarrollar un argumento, “de hablar a la razón tanto como al corazón”, también les hacía memorizar un código secreto que debían usar en sus comunicaciones (Maalouf, 2002:125).

Fue aceptado en la corte de Egipto pero Hassan se volvió a involucrar en las triquiñuelas de la corte, así que fue arrestado y encarcelado. Misteriosamente mientras estaba entrando en la cárcel un minarete se derrumbó. Ante tal hecho el califa lo entendió como una señal y lo sacó de la cárcel inmediatamente y lo despidió del país envuelto de regalos.

Hassan viajó a Siria por barco y allí hizo sus dos primeros convertidos. Él al desembarcar comenzó a extender su mensaje “la nueva palabra”. Afirmaba que los ismaelitas tenían que renunciar a los placeres mundanos. Se autoproclamó apóstol de la Nueva Predicación y recurrió tanto a la fuerza como la persuasión para eliminar el poder turco en Persia. Hassan va creando en cada ciudad representantes con un grupo de adeptos, los chiítas, cansados de esperar y de padecer, sunníes persas, árabes hartos de la dominación de los turcos, jóvenes con deseos de rebelión y creyentes a la búsqueda de rigor. Se les llamaba “batinis” y estaban organizados secretamente (Maalouf, 2002:128). Esto caló mucho en las clases pobres que intentaban buscar algún significado a sus desgraciadas existencias.

Hassan no era un hipócrita. Fue un asceta en su vida y hasta ejecutó a su propio hijo para ponerlo como ejemplo, así esperaba que sus discípulos le siguieran. Éste fue sorprendido en estado de embriaguez, fue decapitado al día siguiente (Maalouf, 2002: 176). También murió su último hijo víctima de un delito que no cometió pero fue acusado injustamente y fue decapitado; gracias a las muertes de sus propios hijos Alamut se convirtió en un remanso de virtud y de moralidad. La mujer de Hassan y sus hijas se rebelaron y fueron expulsadas de la fortaleza (Maalouf, 2002:177).

La secta de los asesinos

Hassan explicaba que los planes divinos que él ejecutaba no eran comprensibles para la mente humana. Sólo eran comprensibles para Dios. Tanto Mahoma como Hassan eran meros intermediarios. Hassan creía que era el Precursor, aquel que allana la tierra con el fin de que esté preparada para recibir al imán del Tiempo (Maalouf, 2002:127). Gracias a las técnicas que había aprendido en Egipto, Hassan creó la duda en las mentes de sus seguidores. Cuanto más confundidos estaban más dependientes de Hassan eran, sólo a través de la fe y la obediencia ciega ellos podrían asegurarse la salvación. Los convertidos dejaban sus familias para seguirle. Los ulemas lanzaban maldiciones y excomuniones contra esta secta. Y comenzaron los asesinatos contra la secta y las represalias de éstos. La secta convierte a algunos príncipes y algunas ciudades pero Nizam llega a controlar la situación y derrota a Hassan. Éste saca una valiosa lección de todo esto, la lucha por el poder con medios convencionales (ejércitos) está perdida, así comenzará a forjar su nuevo instrumento de guerra que será la orden de los Asesinos.

Su siguiente paso será conseguir una fortaleza inexpugnable donde reunir a sus fieles e instruirlos y organizarlos para luego dominar las montañas de Irán y Afganistán. El año 1090 infiltró a sus miembros dentro de la fortaleza del Alamut, al noroeste de Qazwin (a seis mil pies de altitud), estratégicamente situado en una extensión de la cadena de Alburz (es un auténtico nido de águilas, si un ejército quisiera conquistarlo no podría llegar a ella más que en fila india), y convirtió a los soldados que estaban allí. En el dialecto local Alamut significa “la lección del águila”. La leyenda cuenta que un príncipe quería construir una fortaleza para controlar dichas montañas y soltó un águila amaestrada. Ésta después de haber dado una serie de vueltas por el cielo se fue a posar en un peñasco. El príncipe pensó que éste era la mejor ubicación para la fortaleza. Alamut era un pueblo fortificado donde vivían unos pocos soldados con sus familias, unos cuantos artesanos, algunos agricultores y un gobernante de la guarnición nombrado por Nizam el-Molk (cuyo nombre era Mahdi el Alauí). Hassan, disfrazado de derviche sufí, se acercó al comandante de la guarnición y le ofreció 3.000 monedas de oro por las tierras que pudieran cubrir la piel de un solo buey, el comandante pensó que estaba loco y pensando que sólo iba a perder un par de metros cuadrados accedió a la apuesta. Hassan cortó la piel en delgadas tiras que luego las cosió y que cubrieron toda la fortaleza. Le pagó al comandante y le dejó ir. Toma posesión de la fortaleza el 6 de septiembre del año 1090. Desde entonces el Alamut será su guarida. La fortaleza será durante 166 años la sede de la secta (Maalouf, 2002: 139).

 

Bibliografía

  • Abel, E.L. Marihuana: The first 12,000 years. Plenum Press, Nueva York (1980)
  • Andrews, G. y Vinkenoog, S., The Book of Grass: An Anthology on Indian Hemp; Chandler and Sharp Series in Cross Cultural Themes, Grove Press, N.Y. (1967)
  • Bartol, V. Alamut. Editorial Planeta DeAgostini. Barcelona (2000)
  • Burman, E. “Los asesinos” La secta de los guerreros santos del Islam. Martínez Roca, Barcelona (2002)
  • Escohotado, A. Historia general de las drogas, Espasa Forum, Madrid (1999)
  • Lewin,L. Phantastica. E.P. Dutton, New York (1964)
  • Maalouf, A. Samarcanda. Alianza Editorial (2002)
  • Sahebjam, F. Hasan Sabbah y la secta de los asesinos. Editorial Eldhasa. Barcelona (1996)
  • Soler Insa, P.A., Sole Puig, J. R. San Molina, LL. Bernardo, M. Toxicomanías, un enfoque multidisciplinario, Ed. Fontanella S.A. Barcelona (1981)

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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