La infusión de lechuga silvestre es una tradición que todavía perdura en zonas rurales de España y Francia (Escohotado 1990). La lechuga silvestre ó Lactuca virosa, contiene sustancias sedantes similares, en estructura y actividad, al opio aunque mucho menos potentes, NO prohibidas y no formadoras de hábito: lactucina y lactupicrina (lactucopicrina). Estas mismas sustancias están en la lechuga común de nuestras ensaladas, aunque en menor cantidad (Otero 1993). Ya en tiempos de los romanos se acostumbraba a comer cada tarde una lechuga, para procurarse un sueño tranquilo. En papiros de los antiguos egipcios, datados hacia 1600 antes de nuestra era, ya se hablaba de la lechuga silvestre como remedio para diversas dolencias.

Por LOA

lechuga silvestre

Quizá Lactuca virosa sólo es oriunda del sur de Europa, norte de África y Turquía, habiéndose aclimatado en Europa central tras haber sido muy cultivada desde antiguo como planta medicinal, para la fabricación del lactucario. Cuando la planta había florecido, se hacían cortes en el tallo de arriba abajo, para que rezumase la leche de las heridas, sustancia que se recogía en pequeñas vasijas y se vertía luego en una tabla de madera o de mimbre, donde se secaba y endurecía. A continuación, se amasaba el lactucario formando bolas de unos 30 gramos que se usaban como narcótico, para provocar el sueño y calmar la tos o, mezclado con extracto de cicuta y beleño negro, como anestésico en cirugía. (Starý 1993). Aquellos cultivos fueron abandonados, salvo en Francia. En este país aun hay empresas que cultivan y venden sacos de cinco kilos de hojas y tallos de lechuga silvestre seca y cortada en trocitos, como Cailleau herboristerie (www.herbo-cailleau.com). En la Península Ibérica crece al borde de los campos y caminos de todo el norte, enrareciéndose y localizándose en las montañas a medida que se avanza hacia el Sur (Font 2000). Aunque estas escasas plantas sureñas son más fuertes en su efecto, con mayor concentración de principios activos que las aguadas y abundantes lechugas silvestres del Norte.

DORMIR Y SOÑAR

La lechuga silvestre calma la excitación nerviosa, combate el insomnio leve y además es onirógena (produce muchos sueños), reduce la tos, especialmente la tosferina, y a diferencia de las drogas de farmacia, según el doctor Leclerc su administración prolongada, no va seguida de depresión, tampoco produce acción nociva sobre el tubo digestivo ni sobre el aparato circulatorio. NO produce, al contrario que el opio y derivados químicos, estreñimiento, inapetencia o trastornos vasomotores (Font 2000). Su uso, aunque sea durante mucho tiempo, es completamente inofensivo. Para los antiguos egipcios esta planta era afrodisíaca, pero si atendemos a los griegos tiene efectos antiafrodisíacos, reduciendo el impulso erótico. Según nuestra experiencia ni lo uno ni lo otro. Según Dioscórides (citado por Font 2000): “bebida la simiente de la lechuga, es útil a los que sueñan continuamente sueños muy lujuriosos y refrena los apetitos venéreos (…) la semilla se toma como la de lechuga de huerto, evita la eyaculación precoz y atenúa el deseo sexual. Parécese en su virtud al papaver (opio), la lechuga salvaje provoca sueño, mitiga el dolor, atrae el menstruo”. En homeopatía emplean la tintura extraída de la planta fresca entera, para tratar la impotencia. Como es sabido usan diluciones infinitesimales de algo que, en dosis mayores, provocaría el mal que se desea curar. El barón Ernst von Bibra (1806-1878), pionero en la experimentación con lactucario, nos dejó escrita la siguiente conclusión: “Bastante similar al opio, el lactucario también tiene propiedades algo diferentes, pero en sus principales efectos es la misma cosa que el opio” (Plantas intoxicantes. 1855).

Pero volvamos al mundo de los sueños, el suave efecto narcótico de la lechuga silvestre induce un sueño ligero que puede medirse con un electroencefalograma: ondas de baja frecuencia que se llaman alfa. Muchos sueños aparecen durante la fase R.E.M (Rapid Eye Movement, movimiento rápido de los ojos), un estado caracterizado por ondas cerebrales de baja frecuencia, otra vez el estado alfa. Los indios Hopi creen que los sueños inducidos contienen más información sobre la realidad que el estado diurno de vigilia. Le dan tanta importancia a los sueños que cada mañana, durante el desayuno, los comentan y discuten. El “opio de lechuga” hace los sueños más intensos y fáciles de recordar si se fuma antes de ir a dormir. Se puede guardar un diario de los sueños en la mesilla de noche y revisarlo una vez a la semana. La principal función de los sueños es combinar nuevas y antiguas experiencias para crear nuevas actitudes que afectaran a nuestro futuro vía proyección e inhibición. Estaría bien que dedicáramos más tiempo a ese tercio de la vida que pasamos durmiendo, y que muchos desaprovechamos (Miller 1993). Como escribió C. G. Jung: nadie que no se conozca a si mismo puede conocer a los otros. Y en cada uno de nosotros hay otro yo que no podemos ver. Él nos habla en sueños y nos dice cuan diferente nos ve. Cuando tenemos un problema y no encontramos solución, él puede a veces darnos alguna luz y cambiar nuestra actitud, una actitud concreta puede llevarnos a una situación difícil.

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USO

Los viejos campesinos que todavía hoy hacen infusiones con esta planta, echan un puñado de hojas y/o tallos troceados en un cacharro con agua, calentándolo hasta que hierve. Apagan, dejan reposar tapado diez minutos, filtran y se beben el caldo con miel. De esta forma se obtiene una infusión sedante suave, como una tila. La hemos probado en infinidad de ocasiones, incluso a manos llenas de hojas y tallos secos troceados, obteniendo siempre un efecto tranquilizante muy suave. Punto y aparte es el extracto concentrado de la planta, el látex seco llamado en latín lactucarium, y que podríamos traducir por lactucario, también llamado opio de lechuga.

LACTUCARIO: OPIO DE LECHUGA

El extracto sólido fumable, llamado “opio de lechuga” ó lactucario, se hace calentando al baño maría 50 gramos de hojas y/o tallos troceados, en medio litro de agua, durante al menos 6 horas y sin que hierva el agua del recipiente donde esté la lechuga. Después se filtra, desechando la yerba y volviendo a poner el liquido, ahora oscuro y filtrado, al baño maría, sin que hierva, hasta que se obtenga un residuo gomoso de color oscuro. Puede fumarse en pipa o cigarro, pero, no debería aplicarse directamente a la llama, asi se pierden muchas de sus cualidades. Para evitar eso, algunos raspan ó liman la piedra de lactucario para liar el cigarrillo, ó usan pipas metálicas de cazoleta pequeña. Colocan un trocito de lactucario en la diminuta cazoleta, y la calientan sobre un mechero de alcohol, inclinando un poco el tubo de la pipa hacia arriba para que la sustancia gomosa no se cuele por el tubo; hasta que el lactucario burbujea y comienza a despedir un humo blanco o vapor. Entonces dan una calada a la pipa y retienen unos 30 segundos en los pulmones. También puede tragarse una bolita de medio a un gramo de lactucario, por persona y día, o disolverse en cualquier bebida alcohólica (se disuelve mejor). En el Cáucaso y el Turquestán la lechuga silvestre es usada por los derviches, los místicos del Islam, que consumen su látex puro o mezclado con hachís para tener visiones y entrar en trance (Rivera y Obón 1991). La variedad cultivada, Lactuca sativa var. Capitata, que se planta como lechuga de huerto, también recibe el nombre de opio de lechuga o lactucario francés (Rätsch 2001). El lactucario se usó en botica desde el siglo XVI hasta la década de 1940, como sedante y sustituto del opio. Hoy día se vende en Estados Unidos a través de cibernegocios como www.wildlettuce.com

LA LECHUGA Y LA LEY

Todos los preparados de Lactuca virosa son de libre comercialización (Rätsch 2001), menos en España que serían de venta exclusiva en farmacias (si los hubiera), debido a una Orden Ministerial que dictó el último Gobierno de Aznar en enero de 2004 para perjudicar a todo el sector del Cannabis. En aquella época muchas tiendas de cultivo vendían semillas y plantas “mágicas”, y se anunciaban en la prensa cannábica varias casas de etnobotánica. Quedaron prohibidas fuera de las farmacias casi 200 plantas medicinales, algunas de ellas de gran venta en herboristerías, parafarmacias y grow-smart shops (las conocidas como “tiendas inteligentes”). El siguiente paso represivo en la agenda de los fachas es la ilegalización de la semilla del Cannabis. ¡Al loro con estos lechuguinos!.

CULTIVO

Prefiere suelos ricos, sueltos, bien drenados, pero puede crecer casi en cualquier sitio siempre que se la riegue frecuentemente. Debe sembrarse muy espesamente, en hileras, empleando bandejas como semillero, a mediados de septiembre pues resiste bien el frío. Luego hay que trasplantar con mucho cuidado. Mil semillas pesan 0,843 gramos y a 20º de temperatura, con luz, germinan el 94% de ellas en unos dieciocho a veinticinco días. Para 100 metros cuadrados de plantación se necesita un gramo de semilla, distribuido en 0,20 metros cuadrados de semillero. Como cifra media de rendimiento daremos la de unos 700 gramos de lactucario por área (cien metros cuadrados).

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IDENTIFICACION BOTANICA

Es una planta herbácea anual o bienal de gran altura que durante su segundo año de vida puede alcanzar hasta 2 metros. Las hojas inferiores son grandes y a ras de tierra, las del tallo son un poco menores y están agarradas a él con dos especie de orejuelas características. La parte baja del tallo suele tener un tono violáceo y pelos duros. La vena principal de las hojas también se defiende con una línea de pelos duros. Las flores son pequeñas cabezuelas de color amarillo limón, agrupadas en un gran ramillete –unas diez a veinte- en la cúspide de la planta. Las hojas del ramillete floral son muy cortas pero anchas. Los frutos son unas pequeñas semillas negras que vuelan como paracaídas gracias a un mechón de pelillos blancos. Al cortar o arañar cualquier parte de la planta, sale un látex muy blanco y amargo al gusto que al contacto con el aire amarillea.
La lechuga silvestre (Lactuca virosa) puede confundirse con la común cerraja (Sonchus oleraceus), que tiene las hojas divididas en gajos. Además mientras la Cerraja se levanta sólo cuatro palmos del suelo, la Lechuga silvestre puede alcanzar más altura que un hombre y florece a partir de finales de junio, mientras la Cerraja muestra flores casi todo el año. Podéis ver una amplia descripción botánica de ambas plantas en las páginas 870-871 de “Plantas Medicinales”, Pío Font Quer, Ediciones Península, Barcelona, 2000.

COMPOSICIÓN

Los principios amargos típicos de las lechugas son lactonas sesquiterpénicas como la lactucina, encontrada ya en 1833 y que según algunos autores es el 0,2% del lactucario (Miller 1993), y la lactucopicrina, aislada en 1939 por Schenck et al. Lactucina y lactucopicrina están presentes también en una hierba conocida como diente de león (Taraxacum officinale). La potencia analgésica (supresora del dolor) de estas sustancias ha sido probada por un equipo de investigadores polacos (Gromek 1989,1991,1992). También se descubrió que el extracto acuoso de la planta anual tiene más potencia analgésica que los extractos alcohólicos y acuosos de la lechuga de dos años. Experimentos hechos con ratones demostraron que el lactucario no engarza con el neuroreceptor cerebral opioide (Bormann 2000).

PELIGROS

Las infusiones de lechuga silvestre son inofensivas, harían falta cantidades inabarcables para producir algún problema. En cambio el opio de lechuga o lactucario debe tratarse con el debido respeto. La dosis máxima de un gramo por persona y día puede superarse algo si se notan escasos efectos, pero una bola con muchos gramos de látex concentrado podría llegar a provocar una intoxicación desagradable, con: sudoración, dilatación de pupilas, zumbidos en los oídos, pérdida de visión, opresión en el cráneo, vértigo, somnolencia y pesadillas, aunque no se han registrado casos de muerte. Se conocen casos de envenenamiento en animales por haber comido kilos de la planta, con síntomas como sudoración, paso vacilante y, cuando se han ingerido cantidades mayores, arritmia cardíaca e hipotensión arterial brusca (Starý 1993). Lipotimia animal, una animalada.

BIBLIOGRAFÍA

Bormann, H., Melzig, M.F. (2000) Pharmazie 55: 129-132

Escohotado, A. 1990. Historia de las drogas. Alianza editorial. Madrid.

Font Quer, Pío. 2000. Plantas Medicinales. Ediciones Península. Barcelona.

Gromek, D. 1989 Polish Journal of Chemistry 63: 297 – 301; 1991 Polish J. of Chemistry 65: 1979 – 1981

Gromek, D., Kisiel, W., Klodziñska, A., Chojnacka – Wójcik, E.1992 Phytotherapy Research 6: 285 – 287

Miller, Richard Allan. 1993. The magical and ritual use of herbs. Destiny books. USA.

Otero, Luis. 1993. “Lactucario”. Artículo en la revista CUERPOMENTE nº17 página 103

Rätsch, Cristian. 2001. Lactuca virosa, la lechuga de los sueños. Artículo de Cáñamo Especial 2001: 50 sustancias psicoactivas. Barcelona, páginas 210-212.

Rivera Núñez, D. y Concepción Obón de Castro. 1991. La guía de Incafo de las plantas útiles y venenosas de la península Ibérica y Baleares. Incafo. Madrid. Pgs. 1022-1024.

Schenck, G., Graf, H., Schreber, W.1939 Archiv der Pharmazie 277: 137-145

Starý, F. 1993. Plantas venenosas. Susaeta ediciones. Madrid, páginas 122 y 123.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.