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‘Magia alucinógena’: cómo una combinación de fármacos psicodélicos y terapia puede ayudar a tratar enfermedades mentales crónicas

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Doctor Counselling Soldier Suffering From Stress
Doctor Counselling Soldier Suffering From Stress

Una nueva investigación sugiere que las drogas como el MDMA, en entornos controlados, podrían resultar beneficiosas para algunos pacientes de salud mental

Los alucinógenos y los psicodélicos están estigmatizados y son ilegales en los estados miembros de la UE por las inquietudes que suscitan sus posibles efectos nocivos. Sin embargo, en otras partes del mundo, se elogian algunas de estas drogas por sus propiedades curativas y se consumen en ceremonias culturales y espirituales desde hace miles de años.

Actualmente, la comunidad científica de Europa y Estados Unidos empieza a abrirse a lo que los chamanes han dicho desde hace años. Cada vez hay más datos probatorios que sugieren que las sustancias psicoactivas tienen un potencial terapéutico inmenso, especialmente a la hora de abordar trastornos de salud mental graves y de difícil tratamiento, como el trastorno por estrés postraumático, la depresión, el alcoholismo y los trastornos alimentarios.

Los trastornos de salud mental constituyen una gran parte de la morbilidad mundial y suponen unos enormes costes, tanto para la sociedad como para la economía. Los psicodélicos ―que por lo general son considerados no adictivos― podrían ser una prometedora forma de terapia para trastornos de difícil tratamiento. Como respuesta al creciente interés de la comunidad científica, se están llevando a cabo en Estados Unidos decenas de estudios financiados con capital privado, así como unos cuantos en Europa, en los que se está tratando de desentrañar la neurociencia que hay detrás de esos efectos psicodélicos.

El objetivo de muchas instituciones científicas especializadas en esta área es despenalizar los psicodélicos —tanto sintéticos como naturales― y establecer protocolos seguros que permitan a médicos y psicoterapeutas aprovechar la magia alucinógena de estos compuestos con fines médicos. El objetivo es lograr la recuperación duradera de los pacientes.

“Los equipos de investigación involucrados en este campo imaginan un mundo donde los psicodélicos puedan usarse de forma segura, legal y provechosa en terapias, y donde la investigación tenga la oportunidad de evaluar a fondo tanto sus riesgos como sus beneficios”, indica la investigadora Claudia Schwarz-Plaschg, quien recientemente completó el proyecto de tres años ReMedPsy, financiado por Horizon, en el que examinó, entre otras cosas, la evolución de la opinión de la sociedad sobre los psicodélicos.

Aceptación generalizada

“Antes de que podamos lograr un progreso real en el uso médico de los psicodélicos, debemos promover la aceptación generalizada de estas sustancias”, explica la investigadora, y agrega que, en ese sentido, Estados Unidos está muy por delante de Europa. Aunque los psicodélicos han empezado a verse de forma favorable en la comunidad científica, esta no es la primera vez que las instituciones de investigación se interesan por estas sustancias. Las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado fueron también una época de exploración científica y cultural de estas sustancias. Sin embargo, cuando la voluntad política entró en conflicto con todas las categorías de drogas ‘recreativas’, se puso fin a la investigación.

En el actual renacimiento del interés por los psicodélicos se busca profundizar en la comprensión de los mecanismos biológicos que dan lugar a los efectos con los que estas sustancias puedan alterar el estado psíquico, para que puedan integrarse de manera segura en la sociedad. “Estas sustancias deben usarse con mucho cuidado y respeto”, matiza la doctora. “Se puede abusar de ellas y se pueden usar para controlar a las personas, por lo que es importantísimo preparar tanto el escenario como el ambiente correcto antes de consumirlas”. Con “ambiente” se refiere al estado mental con el que la persona llega a la experiencia. Es necesario que se esté relajado y sin miedo, ya que estos dos factores tendrán mucha influencia en los efectos que puede sentir. Con “escenario” hace referencia al lugar físico en el que se consume la sustancia. “Tienes que sentirte a gusto y seguro, y ver que estás en buenas manos”, añade.

Estados alterados

¿Qué es lo que hace que estas sustancias sean tan atractivas tanto en el ocio nocturno como en un entorno terapéutico? Los psicodélicos producen estados alterados de la consciencia. Estos estados afectan a todos los sentidos y modifican los procesos cognitivos, el sentido del tiempo y las emociones de las personas. Schwarz-Plaschg afirma que la sensación que provocan es la de “abrirse”.

En sus propias palabras: “Por ejemplo, una sustancia como el MDMA [el ingrediente activo del éxtasis, la droga más típica de las fiestas de música electrónica] produce mucha empatía y unos deseos muy fuertes de unión con los demás. Consumida en un ambiente correcto, la persona también se conecta con su interior y siente mucho amor y empatía por ella misma; y si esa persona ha sido víctima de un crimen traumático, puede que incluso sienta lo mismo por el responsable de tales actos.”

En un estado de expansión emocional así, los pacientes pueden revivir experiencias traumáticas y hacer frente a recuerdos angustiosos de una manera que sería imposible en circunstancias normales. “Pueden volver a sentir los mismos sentimientos fuertes que experimentaron en el momento del trauma, pero esta vez con menos miedo, y, gracias a los psicodélicos y al terapeuta, pueden observar el recuerdo traumático desde una nueva luz”, comenta la experta.

Perspectiva positiva

Schwarz-Plaschg explica que este proceso puede ayudar a las personas a “liberar sentimientos almacenados en su cuerpo y a analizar una experiencia traumática desde una posición más positiva”. Según la doctora, esa nueva perspectiva puede permanecer en el paciente después de que desaparezcan los efectos de la sustancia. A la investigadora no le falta tiempo para afirmar que los efectos de los psicodélicos se explican con la ciencia, no con la magia. Sus moléculas activas se unen con los receptores de la serotonina de nuestro cuerpo —el neurotransmisor del bienestar—. Los antidepresivos clásicos funcionan de manera similar. No obstante, al parecer, cuando los psicodélicos se combinan con terapia, se logra paliar los trastornos mentales durante más tiempo y, en algunos casos, puede que se solucionen para siempre.

El enfoque radical propuesto por las instituciones científicas especializadas en este campo es la llamada Psicoterapia Asistida con Psicodélicos (PAP). Se trata del uso de sustancias psicodélicas bajo la supervisión profesional, como parte de un minucioso programa psicoterapéutico.

Terapia psicodélica

“Tenemos la visión de un mundo en el que los psicoterapeutas reciban formación sobre el uso de los psicodélicos para poder incluirlos como parte del conjunto de técnicas de una terapia”, indica Schwarz-Plaschg. El programa combina una sustancia específica con un tipo de terapia concreto. Por ejemplo, un paciente podría tener dos sesiones en el que el terapeuta le dé psilocibina —el principio psicoactivo de los hongos alucinógenos—, seguidas de otras dos sesiones de terapia psicológica pura.

En un ensayo clínico de 2021 llevado a cabo por la Asociación Multidisciplinar de Estudios Psicodélicos (MAPS por sus siglas en inglés) —una organización no gubernamental estadounidense dedicada a la concienciación y el entendimiento de los psicodélicos— se aplicó terapia asistida por MDMA a personas con trastorno por estrés postraumático (TEPT) crónico. Esta afección es sumamente complicada de tratar. Después de tres sesiones, el 67 % de los pacientes ya no presentaba los criterios diagnósticos del TEPT, mientras que el 88 % experimentó una mejora en los síntomas.

“Una vez que contemos con más datos sobre cuál es el mejor tratamiento para dar los mejores resultados, esperamos que la Agencia Europea de Medicamentos dé su aprobación” añade la doctora. Las tres sustancias con las que trabaja la investigación actual son el MDMA, la psilocibina y la ketamina —utilizada como sedante en dosis más altas y también conocida por sus efectos alucinógenos—.

Desde el año 2019, el uso de esketamina (un pulverizador nasal basado en ketamina) está permitido en Estados Unidos y la Unión Europea para tratar trastornos depresivos graves, pero solo cuando los antidepresivos no han surtido efecto y si se administra desde una clínica certificada. Para muchas personas que sufren de depresión, pero no todas, la esketamina es una terapia innovadora eficiente. Actúa rápido y, al parecer, disminuye significativamente las probabilidades de que se vuelva a sufrir una depresión grave en comparación con los antidepresivos orales combinados con un pulverizador nasal de placebo.

Dosis óptima

No obstante, como con otros psicodélicos, se necesitan más datos sobre el mecanismo que produce los estados de alteración del estado psíquico. Queda mucho por hacer también para establecer el número de dosis y las concentraciones que los pacientes necesitan para que el tratamiento dé los resultados deseados.

El uso de MDMA y de la psilocibina está prohibido en la mayor parte de Europa (a excepción de Países Bajos y Austria, donde su uso está restringido). Sin embargo, los que abogan por los psicodélicos están avanzando mucho en Estados Unidos.

Desde 2021, los hongos alucinógenos son legales para su uso en tratamientos de salud mental en entornos supervisados en algunas partes de Estados Unidos. Además, existe una ley —pendiente de aprobación en California— que contribuiría a la legalización del uso de una serie de psicodélicos, entre los que se incluyen los hongos alucinógenos, el MDMA y el LSD. Schwarz-Plaschg tiene la esperanza de que la psicoterapia asistida por MDMA esté disponible en Europa dentro de dos o tres años.

La investigación a la que hace referencia este artículo ha sido financiada a través de las Acciones Marie Skłodowska-Curie (MSCA). Artículo publicado originalmente en Horizon, la Revista de Investigación e Innovación de la Unión Europea.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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