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Museo y Transformaciones Artesanales del Cáñamo en Callosa del Segura

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Callosa del Segura, La Ciudad del Cáñamo, realiza todos los años un festejo local, en honor de los oficios y tradiciones más arraigadas de este municipio. Se recuerdan las largas jornadas laborales pero también los tiempos felices de abundancia, en tareas tradicionales ligadas al cáñamo. Sólo algunos oficios de todos los existentes son representados. Embalsadores y agramadores, espadadores, rastrilladores, tejedores, alpargateros, costureros, segueras y algunos más sobre todo ligados a la fabricación de las redes.

Por David Hurtado – Cáñamo Solidario – Fotos: Pedro Gutiérrez

Desde los 60 se abandonó la actividad, pero aún hoy, los más ancianos, no lo olvidan fácilmente tras décadas de labor continuada, y también a pesar de la emigración forzosa sobre todo a países europeos, buscando trabajos que no tenían nada que ver.

Hoy en día, muchos de aquellos emigrantes son jubilados y cada 14 de agosto, se reúnen en su tierra natal para revivir lo que fue un estilo de vida y no solo una profesión u oficio.

Risueños y alegres durante las demostraciones, se hace notar que el espíritu callosino aún late emocionado e ilusionando al recordar su tradición ligada al cáñamo por cientos de años. Despierta la curiosidad de las generaciones que no conocieron la manufactura de esta planta, pero si la recuerdan de sus padres y abuelos.

La vigésimo sexta Demostración Nacional de los Trabajos Artesanales del Cáñamo del 2010 congregó a muchísimo público gracias a que la tradición es atesorada por la Escuela Nacional de los Trabajos del Cáñamo.

El recinto de la escuela es un bullicio de gente, ya que al comenzar las transformaciones atrae a gran parte del pueblo, sobre todo a los mayores.

Bajo manos expertas el cáñamo se transmuta y los ojos ávidos del público quedan absortos ante la habilidad que, pese al tiempo, parece intacta y casi automática, hasta el punto que los más veteranos, levantan la mirada mientras sus manos continúan con el proceso y, tras unos minutos, ya empiezan aparecer finos hilachos, que casi por arte de magia se transforman en cuerdas, redes o alpargatas.

Primero el agramado, luego el espadado, golpeando la garba para que desprenda los últimos restos de agramiza y, a continuación, el rastrillado, la fase en la que se peina. Por último, el hilado convierte el cáñamo en cabos para redes.

Todo un ritual desarrollado con suma maestría por generaciones que no quieren que se pierda el oficio.


Desgraciadamente es un objetivo
difícil de lograr y aunque la Escuela de Trabajos del Cáñamo se está esforzando con gran altruismo, con su director Roque Albert, al frente, aún no tienen claro su continuidad, debido a lo avanzado de la edad de sus participantes y la falta de relevo generacional.

Tejedoras de redes

Todo comenzó cuando él, junto con otros jóvenes callosinos amantes de la etnografía, se propusieron recuperar y mantener vivas las actividades ligadas al cáñamo, allá por el año 1981 aproximadamente.

La primera acción fue recopilar, el saber de los antiguos artesanos interesados en el rescate del Patrimonio Cultural de sus oficios e Historia, sus enseres, herramientas artesanales y todo cuanto fuera posible rescatar del olvido.

Se recorrieron todos los rincones de la comarca recuperando instrumental y todo cuanto pudiera ayudar a reconstruir la historia del municipio ligado a la actividad del cáñamo.

Recopilados suficientes medios y aprovechando las Fiestas Patronales, se organizaron exposiciones y demostraciones en las mismas calles de Callosa, luciendo y embelleciendo la Fiesta Patronal de San Roque.

Se logro tal nivel de iniciativa, participación y apoyo del público que, a raíz de esa primera actividad, el mismo pueblo insistió en agrupar en un Museo todos los utensilios y utillajes que con tanta ilusión y maña fueron usados para el evento, enriqueciéndose enseguida con nuevas donaciones la colección que el grupo de pioneros había logrado reunir. Al principio, éstos recibieron todo tipo de críticas por su carácter emprendedor poco usual tachándolos de locos y románticos de labores caducas y obsoletas.

 

Por petición mayoritaria se solicita un espacio para poder agrupar todas las herramientas y útiles con el fin de ir creando el Museo Etnográfico del Cáñamo, pero el consistorio, les deniega dicha petición, como si la iniciativa fuera fruto de la euforia del momento, exigiéndoles como requisito la constitución de una asociación formal.

La Asociación del Cáñamo, una vez constituida, tampoco recibió el apoyo prometido y tuvo que realizar mucho esfuerzo altruista cada año e insistir hasta que, por fin, 5 años más tarde lograron que el antiguo matadero fuera donado para Museo del Cáñamo, no sin antes haber utilizado dos locales diferentes para las reuniones y trabajos.

A partir de ese momento el Museo Etnológico del Cáñamo y de la Huerta, fue desarrollando actividades de demostración en las fiestas patronales cada vez más valoradas y reconocidas, no sólo en la comarca sino también fuera de ella, asistiendo público de diferentes localidades de Alicante, Murcia, etc.

Éste atractivo es fruto de la manufactura tradicional de Callosa, indemne al paso de los siglos. Muy anterior a la edad media.

Como espectáculo visual, es estupendo ver las doradas fibras largas y resistentes, brillando, recién trabajadas, peinadas con destreza y elegancia. O ver aparecer hilos fuertes y gruesos para tejer redes.

Por esa y otras demostraciones atrae a mucha población de todo el levante, que también cultivó, y se sienten representados, además de otros muchos atractivos eventos que tienen las fiestas de Callosa, como pasajes religiosos locales o incluso un festival de Rock del mismo Segura.

El Museo del Cáñamo atrae tanto público que ya, el patio del museo, es insuficiente y por eso se reparten las demostraciones por todo Callosa.

El Museo, La Escuela, y las demostraciones en vivo de los trabajos artesanales del cáñamo son, junto a las fábricas e instalaciones emblemáticas, el legado de una tradición que el esfuerzo de todos los voluntarios y altruistas han salvado una parte de la historia que habría muerto en el olvido como en tantos otros lugares ha pasado.

Esa es la actitud y el espíritu que animó a todo un pueblo para sumar apoyos y lograr que el museo fuese una realidad, que se estimuló a sobrevivir en los parones, manteniendo su categoría de Capital Histórica del Cáñamo Tradicional.

Fue riqueza y vida en la zona hasta la sustitución de cabos, cuerdas y redes por nailon, siendo la primera productora nacional de hilos, cabos, cuerdas y redes de fibra sintética en la actualidad. La industria local desapareció, y era obligado que de tan gran sector quedara una muestra.

La Escuela del Cáñamo ha pretendido que la gente y municipios a los que acude y que les reclaman como invitados que disfruten realmente de las demostraciones, viendo a los artesanos expresar el oficio antiguo desde siglos, de agramador, espadador o rastrillador.

Las varillas que transforman en fibras largas son las que se usan para el hilado, corchado y finalmente para confección de redes, cuerdas y cabos, que son las industrias principales, pero con la fibra corta que queda como residuo del proceso anterior se muestran las otras industrias artesanales, las de confección de zapatillas, botas, y calzado en general.

El museo trata de recoger una muestra más o menos completa de la vida familiar, laboral y artesano-industrial del pasado, antes del año 1960, porque todo lo relacionado con el cáñamo desaparece, forzando a la migración, y tras 20 años el grupo promotor desempolva la tradición con fotografías antiguas, relatos, libros, documentos, demostraciones, etc.

El museo, muestra la vida de la huerta también, con sus pormenores e instrumentos variados de la época, y todo el recorrido del cáñamo, incluso desde la plantación y cuidados hasta lo anteriormente descrito.

En la historia de Callosa no todo es bueno, y es que la cannabosis, enfermedad del polvo de cáñamo en espacios cerrados reducía la esperanza de vida a 39 años.

El museo está estructurado del siguiente modo.

En la fase agrícola, se describe la vida del agricultor asociada al embalsado, separación química de la fibra, así como el agramado o separación física de la corteza y la fibra.

EMBALSADO Y AGRAMADO DEL CÁÑAMO

El embalsado que se realiza en los mismos bancales de cultivo es un enriado, es decir, la separación primaria de la fibra larga floemática de la planta, que es la que aprovechamos, de la fibra corta y dura que es en si misma la varilla, la parte leñosa xilemática.

Por descomposición de la peptinas, ambas se separan. El cáñamo sumergido bajo el peso de piedras, en estas balsas rectangulares, pasaba el tiempo justo, ni más ni menos. Se usaba un método simple, para calcular el tiempo de inmersión, si la varilla sobre la superficie del agua, al ser levantada, tendía a dejar la fibra sobre ella, estaba en su estado óptimo. Las garbas se agrupaban entonces verticalmente en garberas o garbizones, volviendo a repetir el peculiar paisaje de las comarcas dedicadas al cáñamo.

El gramaor, machaca la garba o grupo de varillas, con la agramadora, haciendo saltar la cañamiza o agramiza, quedando la fibra casi limpia. Esta herramienta es un tronco de morera vaciado en V, con cuatro patas, en el que encaja un brazo de madera de olivo con una bisagra y una cuchilla roma a lo largo por la parte inferior, que al bajar y golpear las varillas las quiebra, y separa la madera. La fibra se agrupaba después en fardos.

En la fase industrial, se pasa a representar el hilado y la industria alpargatera con sus secciones antes descritas, incluida las primeras máquinas.

Los callosinos presumen con orgullo en diferentes ferias de todo tipo, y se sienten adecuadamente representados por el museo, que tan bien refleja sus raíces y su tradición.

EL ESPADADO

Con la espadilla, de madera de olivo, de 60 cm y plana, al hacerla girar e impactar sobre la garba de fibra, apoyada en una madera, se limpiaba de los restos finos tras el agramado,

El espadador estaba muy expuesto al polvo que provocaba la cannabosis, al trabajar en el «Obraor», y que normalmente era un espacio poco ventilado.

 

EL RASTRILLO Y EL REPASADO

Era el oficio más delicado, más cotizado y mejor pagado. Callosa era especialista en España en rastrillado respecto otras comunidades cañameras. La garba se peina, separando las fibras largas y valiosas para uso de hilado, de las cortas, que como secundarias y menos valiosas se destinaban a calzado.

El rastrillo es menos fino que la rastrilla, y ambos son maderas rectangulares con púas clavadas en series paralelas como un peine muy espeso y largo. Se colocaban sobre una mesa estrecha y alta atada para que no se moviera. El grupo de fibras finales, eran largas, finas y de un dorado brillante.

Los rastrilladores también estaban expuestos a la mortal cannabosis, que taponaba los bronquios, por lo que finalmente el bozo protector o mascarilla acabó imponiéndose.

HILADO, CORCHADO Y FABRICACIÓN DE REDES DE CÁÑAMO.

El Hilador, y su oficial, el menador, mujer o niño generalmente, fabrican hilos con las fibras de cáñamo rastrillado. El Hilador, se pasaba como faja por la cintura, las fibras largas, rastrilladas y limpias, y luego mientras caminaba de espaldas las soltaba poco a poco con extrema pericia, manteniendo un mismo grosor, mientras la rueda no dejaba de girar favoreciendo la formación del cabo, que una vez terminado quedaba sujeto, a la espera de la confección de otro.

Cuando había 3 o 4, se ataban en un extremo y con un cono de madera de tres o 4 acanaladuras, llamado cerrador, el corchador lo iba desplazando, trenzando los cabos en uno sólo, mientras el menador seguía moviendo la rueda.

Este grosor final era el que se usaba posteriormente para tejer redes, trabajo de mujeres elaborado en domicilios o en calles.

SOGUERAS, COSTUREROS Y ALPARGATERAS

Las sogueras, son como dijimos, las fibras cortas desechadas del rastrillado, las cuales como trenzas de tres guías forman largas sogas llamadas «parejas de soga».

Un simple «Y», de madera, «moso», en donde se trababa la trenza, y una sillita bastaban para trabajar en la entrada de casa o en corro con otras sogueras.

El costurero, después cosía, en un banco alargado, las sogas, haciendo de ellas suelas para calzado. Usaban el punzón, chamaril y almaraz para el acabado de suelas, cosiendo en dos direcciones, al entrar y al salir.

Las alpargateras fabricaban además zapatillas, y botas de suela de cáñamo, y usaban «alsas», tacos, hormas, mordazas, punzón, agujas, rempujo y caballete, como herramientas.

Para ver las demostraciones en video.

El Museo del Cáñamo, se quedó pequeño desde el principio, por eso siempre se solicitó alguna mejora para subsanar este grave problema.

Ya en el 2008 se demandaba un espacio adecuado, un “obraor” antiguo, en el centro del pueblo, para facilitar a los monitores de avanzada edad impartir las clases a los alumnos de la Escuela de Cáñamo.

También se solicitó la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial, para que los edificios callosinos ligados al cáñamo recibieran un trato parecido por parte del gobierno de Valencia como el que tuvieron las fábricas de hilar y tejidos en Alcoy.

La declaración de los trabajos del cáñamo como Bien de Interés Cultural es también otra de las luchas de la Asociación del Cáñamo.

Finalmente, la solución parece llegar, con la reforma del actual museo, en el que se ha invertido 338.000 euros así como su ampliación de 450 a 900 metros cuadrados.

Se abre una nueva etapa, con mucha ilusión, para esta esforzada agrupación, que estrena museo en diciembre de 2010 tras un año de cierre por reformas y también la Ruta Arquitectónica del Cáñamo de la Comunidad de Valencia que tendrá como sede Callosa. La ruta etnológica de la arquitectura industrial, será única en España sumando al museo, una balsa de enriar cáñamo, una antigua fábrica de hilado cedida, y la casa del “Obraor” que sería alquilada con opción a compra, y ya se está elaborando un proyecto de rehabilitación de este inmueble histórico.

Desde luego va a ser una tentación tremenda pasar a conocer esta iniciativa tan valorable, teniendo en cuenta lo abandonado que esta el cáñamo en toda España, aunque parece que poco a poco va saliendo de esta situación.

La asociación del Cáñamo es una gente realmente admirable que disfruta de compartir y enseñar, darles vuestro apoyo y energía para que sigan animados a luchar como hasta ahora, porque tenemos mucho que agradecerles.

Animaros y pasar a disfrutar de Callosa del Segura.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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