Ya está aquí el verano con todo su sol y todo su calor y, por supuesto, con nuestras plantas en pleno crecimiento en balcones, terrazas, jardines y campos. Para nuestra desgracia, algo que debería ser motivo de alegría, admiración y respeto como es el cultivo de cannabis para el consumo propio continua estando mal visto por mucha gente que no percibe que, entre otras cosas, este autocultivo perjudica al mercado negro y a las mafias de traficantes. Pero no sólo un vecino puede malograr nuestro cultivo con una denuncia: También están los defensores de la ley uniformados o no y por supuesto, los ladrones de plantas.

Por Luis Hidalgo

Efectivamente, quien más quien menos ya tendrá sus plantitas creciendo a buen ritmo y, excepto la gente con algunos cultivos ya a sus espaldas la gran mayoría no tiene aún mucha idea del tamaño con el que las plantas van a terminar ni la frondosidad que van a alcanzar a lo largo de la floración. Seguramente tampoco somos conscientes del olor que pueden llegar a desprender las niñas cuando la floración avance al ir acabando agosto.

La verdad es que a pesar de que parece que se van realizando pequeños avances en cuanto a la normalización del cultivo de cannabis para uso personal y la percepción social va siendo menos negativa hacia las plantas, aún existen muchas personas que por distintos motivos se oponen a ello y van rápidamente a denunciar en cuanto ven algo verde con forma de hoja de “Bob Marley” o notan algún aroma delator.

Por si eso fuera poco, los distintos agentes de la ley, ya sean de verde, de azul, de rojo o cualquiera que sea el color de sus uniformes también se empeñan en perseguir plantas por campos y balcones en vez en vez de hacerlo con trapicheros y traficantes. Y para colmo de males, los ladrones de plantas cada vez son más atrevidos y ya se meten en pisos y viviendas urbanas sin cortarse lo más mínimo. Total que casi tendremos que aplicar técnicas del cultivo de guerrilla para evitarnos sustos, sobresaltos y problemas e incluso en muchos casos, para poder llegar a buen fin con nuestras plantas.

Primeras Precauciones

Una vez ya metidos en pleno mes de Julio ya habremos empezado a ver en lo que se pueden llegar a transformar las pequeñas plántulas que germinamos unos meses atrás y el estrés (propio, no de las niñas) habrá ido subiendo dependiendo del número de plantas y su tamaño actual. Así pues, la primera medida a tomar será intentar ocultar las plantas de ojos indiscretos, lo que podemos hacer en distintos grados. Por ejemplo, una medida básica es poner una malla en el cuerpo de la barandilla de la terraza o alrededor de las plantas en jardín o huerto.

La de la terraza puede ser más ancha, incluso hasta de un centímetro de hueco ya que en la distancia oculta perfectamente el verde que pudiera haber detrás, y la pérdida de luz es nula. En otros entornos es posible que haya que ponerla más tupida pero en cualquier caso siempre es más importante perder un poco de luz a cambio de ganar en seguridad. Por supuesto, si estamos al aire libre puede ser más que conveniente cerrar también por arriba, por si los helicópteros a la caza del color verde, cada vez más frecuentes en los cielos, nos arrebatan nuestro cultivo y esperanzas.

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Este tipo de mallas de ocultación – sombreo se suelen encontrar con alturas de 1 a 2,5 metros y diferentes grados de ocultación y sombreo. No debemos confundir estos conceptos, ya que la ocultación depende de más factores que la densidad del tejido, de manera que por ejemplo la distancia a la que se observa la malla también se tiene en cuenta para el grado de ocultación, mientras que el tupido del tejido y el tipo de material es más importante para el sombreo. En cualquier caso debemos procurar que deje pasar el máximo de luz posible impidiendo que se vean las plantas desde la distancia a la que uno se pueda acercar.

También podemos utilizar cañizo o brezo, en fin, cualquier material que esconda nuestro “secreto” siempre teniendo en mente que debería estar integrada en el entorno, absteniéndonos de utilizar colores chillones como por ejemplo el azul cielo para las paredes en mitad de un monte o el amarillo como techo. Recordar también que el aire tiene que correr, con lo que habrá que evitar materiales como lona o tela.

Camuflaje y Distracción

Otro de los sistemas más sencillos, económicos y que mejor resultado dan es el típico camuflaje con “cosas” de colores. No es necesario que tengan forma definida, aunque si tenemos por ahí unas flores de plástico también las podemos utilizar. Se trata de colocar en las ramas de nuestras plantas trozos de tela o cualquier material que en este caso sí que debe destacar sobre el verde, de forma que parezcan tomateras si ponemos objetos rojos, pimenteras si verdes o pequeños limoneros si son amarillas y esféricas.

Recalcamos que realmente no es necesario que los objetos o telas tengan formas definidas ya que su función es despistar en la distancia, pues si alguien se acerca lo suficiente acabará viendo que se trata de plantas de marihuana independientemente de lo que estas tengan colgado.

Otra opción quizá más laboriosa pero también muy efectiva es la poda temprana al objeto de darle una forma a las plantas que se salga de lo habitual, por ejemplo si sacamos a florecer una madre. Si vamos cortando puntas podemos dar a la planta un aspecto de enredadera o de arbusto en vez de la típica forma de pino a abeto. También el guiado y la aplicación de peso o atados en las puntas principales en posiciones extrañas y atípicas ayudarán de gran manera al romper la imagen que el cerebro suele tener de las plantas de cannabis y por lo tanto, evitando que se identifiquen como tal al mirar de pasada haciendo necesario fijarse en detalle para darse cuenta del tipo de planta que estamos viendo.

En esta línea existen cannabicultores aún más radicales que podan directamente las puntas de las hojas al estilo de cuando se hacen los esquejes, lo que además de alterar la forma de aquellas de manera importante puede ser muy beneficioso en determinados ambientes muy calientes ya que reduce la evapotranspiración de la planta y realmente no influye en exceso en la masa foliar total ni causa un estrés especial a la planta si se realiza de forma gradual y continua. También hemos visto, aunque no experimentado, la poda transversal de la hoja, es decir, cortando media hoja desde el foliolo central hacia un lado, dejando así un número de puntas siempre par, justo lo contrario a las hojas del cannabis que siempre tienen puntas impares (3,5,7,9,11…) Como decíamos, no hemos comprobado esta técnica durante un cultivo completo pero lo cierto es que el aspecto con el queda la planta es bastante irreconocible.

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Olores y Otras Consideraciones

Aún es pronto para notarlo, pero en un mes o dos las plantas comenzarán a oler, y algunas variedades lo hacen de manera escandalosa. Este es un factor a tener en cuenta ya que dependiendo de donde tengamos las plantas y la cantidad de ellas el olor que desprenderán puede llegar a cientos de metros con el viento o puede concentrarse en los lugares más inesperados, como el caso de la salida de olores a la escalera de la casa al abrir la puerta y crearse una corriente de aire desde el jardín o la terraza donde estén las plantas.

En algunos casos como el anterior podemos solucionar el tema con ambientadores químicos o naturales siempre atendiendo al aroma que escojamos y que puede ser aún más extraño que el de la marihuana llamando aún más la atención. Sin embargo, en campo abierto o en jardines esta medida es claramente insuficiente. En estos casos lo mejor suele ser utilizar plantas aromáticas y tenerlas por el jardín entre las plantas cannábicas. Menta, albahaca, tomillo y romero van muy bien, se dan en la misma época que la floración de nuestras nenas y sueltan su olor al moverse con el viento o ser rozadas.

También podeos plantar o comprar ya crecidas en invernadero plantas aromáticas de flor, siendo las ideales el jazmín blanco y la “dama de noche” que como decimos, podemos adquirir ya crecidas en viveros y grandes superficies. Estas flores tienen un aroma realmente penetrante y que se identifica fácilmente ya que es muy conocido por la gente en general y disimula perfectamente el olor de la marihuana.

Por último, comentar que como siempre lo más importante es la discreción, no andar comentando con la gente el tema del cultivo y donde está y bueno, procurar en definitiva que cuanto menos gente lo sepa mejor. No ser avaricioso también es bueno, intentando también no poner plantas gigantes con las esperanza de que nos de “un kilo” cada una, siendo mejor alguna planta más pero más pequeñas. También la cuestión de la maceta o contenedor que estemos usando es importante, intentando buscar un equilibrio entre tamaño y autonomía, es decir, lo suficientemente grandes para no tener que estar regando todo los días pero que tampoco nos vayan a hacer plantas gigantescas.

En el próximo número veremos como detectar los machos y la forma de potenciar una floración explosiva a la vez que evitamos el calor y la humedad, que este año será alta en general. Un saludo pues.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.