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Psilocibina para la depresión

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Por José Carlos Bouso

El pasado 8 de abril apareció una noticia en diversos medios de comunicación que informaba de que un científico de reconocido prestigio protestaba porque el estatus legal de la psilocibina dificultaba la realización de un ensayo clínico de su equipo que tenía como objetivo estudiar la eficacia de la psilocibina para el tratamiento de la depresión[1]. El científico era el simpático y controvertido David Nutt, presidente de la Asociación Británica de Neurociencia y profesor de Neuropsicofarmacología en el Imperial College de Londres (Reino Unido), y asesor del gobierno del Reino Unido en materia de drogas hasta noviembre de 2009, cuando, por haber concluido en un estudio científico sobre la peligrosidad diferencial de las drogas que el alcohol y el tabaco eran más peligrosas que la MDMA o la marihuana[2], se le obligó a dimitir de dicho cargo. Desde entonces, el Dr. David Nutt ha estado bastante activo en la vida pública. Tiene una cuenta en tweteer con casi 18.000 seguidores y periódicamente aparece en los medios de comunicación protestando sobre las políticas actuales de drogas. Para quien no le conozca y quiera conocer sus opiniones, hace no mucho le entrevistó Punset para Redes[3].

Psilocibe Cubensis
Psilocibe Cubensis secos. La tonalidad azul es debido a la coloración de la psilocibina

Pero el Dr. David Nutt no ha sido siempre un animal mediático. En su haber tiene firmados cientos de artículos publicados en revistas científicas y desde hace unos años dirige un grupo de investigación focalizado en la investigación neurobiológica de la psilocibina y la MDMA. Con modernas máquinas de resonancia magnética escanean los cerebros de voluntarios bajo los efectos de la MDMA y de la psilocibina. Los primeros resultados de los estudios con psilocibina ya se han publicado, firmados como primer autor por el joven y prolífico Robin Carhart-Harris. El Dr. Nutt acaba de publicar también recientemente un artículo co-firmado por el Dr. Les King y por el no menos conocido David Nichols, ayudante de Alexander Shulgin en sus años mozos, creador de infinidad de sustancias químicas, acuñador del término entactógeno, autor de cientos de artículos científicos y hoy apacible jubilado de la Universidad de Purdue que en las conferencias de MAPS del pasado abril se paseaba en el cóctel-party de bienvenida con una camiseta negra con la figura estampada de Jerry García tocando una guitarra. Estos tres autores, digo, acaban de publicar un artículo en la prestigiosa revista científica Nature Reviews[4], en el que hacen una dura crítica al sistema legal que tanto dificulta, supuestamente, la investigación clínica y terapéutica con sustancias de la infame lista 1. Parece que, ahora que se ha jubilado, al Dr. Nichols le preocupa menos su imagen: hace tan solo 2 años envió un escrito a la también prestigiosa revista Nature en el que se lamentaba de que algunos de los compuestos químicos que él había inventado estuvieran siendo utilizados con fines recreativos por usuarios de drogas[5]. De alguna forma el artículo respiraba una especie de distanciamiento, casi arrepentimiento, respecto a sus pequeños y diversos hijos problemáticos. Anteayer, el descubridor de sustancias como la MBDB no tenía reparos en popularizar sus sustancias[6], ayer le temía al qué dirán y hoy, ya jubilado, salta de nuevo a la palestra, esta vez en compañía del risueño Dr. Nutt.

Antes de pasar a resumir los resultados más importantes de estos estudios realizados por el grupo de Nutt con psilocibina, que derivan precisamente en conclusiones interesantes respecto al potencial terapéutico en pacientes con depresión, permítame el lector una aclaración respecto a la noticia con la que se inicia este artículo. Y es que últimamente al Dr. Nutt le hemos pillado en algún que otro renuncio demagógico, y lo declarado a los periodistas en relación con la mencionada noticia es uno de ellos. En la noticia se queja de que el hecho de que la psilocibina esté en la lista 1 hace extremadamente cara la compra de psilocibina, de tal forma que iniciar un estudio clínico es tan caro que es casi inviable la obtención de fondos para ello. El precio de la psilocibina para este estudio lo cifra el Dr. Nutt en 118.000 euros[7]. Pero no es cierto, y el Dr. Nutt lo sabe de sobras, que la razón de ese alto precio de la psilocibina para ensayos clínicos terapéuticos sea la estancia en la lista 1 de la psilocibina. De hecho, la razón no tienen nada que ver con el estatus legal de la psilocibina. La razón tiene que ver con una normativa europea de 2004 según la cual para poder administrar fármacos en ensayos clínicos terapéuticos aquéllos tienen que estar fabricados cumpliendo lo que se llama Buenas Prácticas de Manufactura (BPM). En principio es una normativa europea que protege la salud de los pacientes que se someten a Ensayos Clínicos, ya que se garantiza que los fármacos que se les administra han sido fabricados siguiendo unas normas estrictas de seguridad. Cumplir dichas normas encarece mucho la fabricación de medicamentos, pero todo sea por la seguridad de los pacientes, claro está. Esto que podría parecer que es un duro golpe a la industria farmacéutica ya que aumenta aún más la inversión económica en el desarrollo de medicamentos, ha resultado ser, por el contrario, un gran beneficio. Por una parte, un aumento en inversión deriva en un lógico aumento del precio de los medicamentos. Y por otro, y esto es ya más preocupante, al menos a mi entender, es que la normativa europea permite borrar de un plumazo toda competencia a la industria farmacéutica. La única competencia posible que tiene la industria farmacéutica es la investigación clínica independiente, generalmente financiada con dinero público. A los precios que cuesta la elaboración de fármacos que cumplan con normas de BPM cualquier ensayo clínico independiente se hace poco menos que inviable pues solo su compra se come una cantidad de presupuesto que con lo restante ya poco se puede hacer[8]. Pero la culpa última de todo esto tampoco son los burócratas comunitarios, sino los funcionarios de turno de algunos países miembros. Algunos países comunitarios, conscientes de las consecuencias prácticas de esta normativa, han puestos cláusulas a la adopción nacional de la normativa europea eximiendo a los investigadores independientes de cumplirla, quedando ésta exigida únicamente para la industria farmacéutica. No ha sido el caso del Reino Unido y, como no podía ser de otra forma, tampoco de España, estaría bueno. Se espera un cambio de normativa comunitaria respecto a ensayos clínicos para 2016.

Así que el problema que tiene ahora el equipo del Dr. Nutt no es un problema de regulación de drogas, sino de regulación interna sobre ensayos clínicos terapéuticos, y es un problema compartido con toda la investigación independiente. Nutt habría hecho un favor a la comunidad de investigadores independientes denunciando la inoperancia de algunos países comunitarios a la hora de adoptar la normativa europea, en lugar de haber denunciado un problema ficticio vaya usted a saber por qué razones que se alejan de las razones verdaderas. Está muy bien cuestionar la actual regulación sobre drogas, pero si ésta está basada en razones objetivas y alejadas de la demagogia. De hecho, hoy día hay más investigación que en los últimos 30 años con drogas de la lista 1. El problema de investigar con ellas ya no existe en términos políticos, sino en términos administrativos compartidos por todos los investigadores europeos independientes que han tenido la mala suerte de tener funcionarios incompetentes en la redacción de normativas administrativas propias. De hecho, como ahora veremos, el equipo del Dr. Nutt ha publicado una serie de estudios interesantísimos con psilocibina administrada a voluntarios sanos dentro de máquinas de resonancia magnética, una técnica sofisticada de imaginería cerebral. Y ello es debido a que los ensayos clínicos sin fines terapéuticos quedan eximidos de esa normativa europea debido a un hueco administrativo: la normativa se refiere a ensayos clínicos con medicamentos y si una droga es investigada solo con fines farmacológicos en voluntarios sanos no es considerada un medicamento. Solo lo es si se va a administrar a pacientes, pues un compuesto cambia su nombre (de fármaco a medicamento) cuando pasa de ser investigada para estudiar sus propiedades farmacológicas a ser investigado su potencial terapéutico. En el primer caso sigue sin ser necesario que el fármaco esté fabricado siguiendo normas BPMs, lo cual abarata los gastos.

La investigación neurobiológica con psilociona en Europa tiene una larga tradición. Hay dos grupos de investigación europeos previos al Dr. Nutt que han estudiado ya cómo actúa la psilocibina en el cerebro. El primero de ellos es el del Dr. Franz Vollenweider, del Hospital Universitario de la Universidad de Zurich, en Suiza. El otro es el de la Dra. Euphrosyne Gouzoulis-Mayfrank, de la Universidad de Colonia, en Alemania. Ambos grupos de investigación han administrado psilocibina a voluntarios sanos en el laboratorio utilizando Tomografía por Emisión de Positrones (PET) y los resultados han demostrado consistentemente que la psilocibina produce hiperactivación frontal, esto es, activa áreas de lo que se conoce como corteza prefrontal, el área cerebral que se localiza anatómicamente está la frente. Esta área es la más evolucionada de nuestro cerebro y se encarga de tareas sofisticadas como son la toma de conciencia de las emociones y la relación de la experiencia subjetiva con la realidad tales como procesos de tomas de decisiones, planificación de tareas y elaboraciones abstractas acerca de la naturaleza de la realidad. Estudios realizados con mescalina desarrollados también por el equipo de Gouzoulis-Mayfrnk y con ayahuasca, desarrollados por el equipo del Dr. Jordi Riba, del Grupo de Neuropsicofarmacología Humana Experimental, del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, también han encontrado activación frontal en sus estudios de neuroimagen.

El equipo del Dr. Nutt, con su investigador principal en temas de psilocibina, el Dr. Robin Carhart-Harris, ha encontrado, sin embargo, efectos diferentes en sus estudios realizados con resonancia magnética funcional. Tras la administración de psilocibina, lo que han encontrado han sido efectos opuestos a los encontrados previamente por otros grupos de investigación: en lugar de activaciones cerebrales, han encontrado desactivaciones. Y precisamente desactivaciones de áreas frontales. Esto ha causado cierta suspicacia entre la comunidad científica, ya que son datos que van en dirección contraria a lo encontrado previamente. Ellos lo explican por el mayor poder resolutivo en cuanto a localización espacial de la resonancia magnética respecto a la TEP. Esto es, la resonancia magnética es más precisa a la hora de localizar qué áreas cerebrales se activan cuando se realiza una tarea determinada o tras la administración de un fármaco. Pero, aparte de la técnica utilizada, hay una diferencia clave entre los estudios del Dr. Carhart-Harris y los previos: en los segundos la psilocibina se administró por vía oral y en los primeros por vía intravenosa. Quizás la vía de administración, para el caso de la psilocibina, está modificando la respuesta hemodinámica (el flujo sanguíneo) del cerebro, o quizás diferentes técnicas lo que están viendo son momentos temporales diferentes, quién sabe. En definitiva y como se suele decir en estos casos, son necesarios más estudios, en este caso con resonancia tras administración oral de psilocibina para salir de dudas. El problema es que las condiciones de estancia en una máquina de resonancia magnética son bastante hostiles: se exige movilidad absoluta, se está muy incómodo y el ruido que hace el imán que provoca la respuesta cerebral es molesto, y la vía oral es muy lenta en sus efectos. Pero se pueden implementar paradigmas de estudios por fases, por lo que algún día se resolverá la controversia.

En la próxima entrega de esta serie, esta vez sí, huiremos de digresiones contextualizadoras y prometemos no perdernos tanto en los detalles y explicar los resultados concretos de estos estudios, así como sus implicaciones clínicas de cara al tratamiento de la depresión.

[1]http://www.medicalpress.es/primero-ensayo-sobre-magic-mushrooms-como-tratamiento-para-la-depresion-retraso-de-reino-unido-y-de-la-ue

[2] http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(09)61956-5/fulltext

[3] http://www.rtve.es/television/20130314/drogas-tabu-vencer/618141.shtml

[4] http://www.nature.com/nrn/journal/vaop/ncurrent/full/nrn3530.html

[5] http://www.nature.com/news/2011/110105/full/469007a.html

[6] Differences between the mechanism of action of MDMA, MBDB, and the classic hallucinogens. Identification of a new therapeutic class: entactogens.

[7] http://actualidad.rt.com/ciencias/view/91081-hongos-alucinogenos-cura-depresion

[8] http://elpais.com/diario/2004/03/09/salud/1078786802_850215.html

Acerca del autor

Jose Carlos Bouso
José Carlos Bouso es psicólogo clínico y doctor en Farmacología. Es director científico de ICEERS, donde coordina estudios sobre los beneficios potenciales de las plantas psicoactivas, principalmente el cannabis, la ayahuasca y la ibogaína.

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