Cannabis Magazine 215

Sustancias 118 convertido a su forma en sal (por ejemplo: la heroína base más el ácido cítrico dará lugar al citrato de heroína) que, ahora sí, será altamente soluble. Sin embargo, se trata de una variante del jamaroperfectamente apta para fumar y también puede ser esnifada. No obstante, su pureza de partida suele ser bastante reducida, generalmente entre el 40 y el 70 % y, a partir de ahí, de nuevo, podrá ser adulterada en mayor o menor medida. Características de la vía de administración pulmonar Al fumar y al vapear, las primeras moléculas de heroína tardan en llegar al cerebro entre tres y cinco segundos. La vía pulmonar es, por lo tanto, la más rápida, incluso más que la vía inyectada, ya que, una vez que llega a los pulmones, la sustancia es directamente transportada al encéfalo mientras que, mediante la inyección, la heroína tiene que dar un rodeo por el sistema circulatorio para luego ser liberada en el sistema nervioso central. Sin embargo, el propio proceso de fumado y las altas temperaturas que lo acompañan determinan que parte del producto se queme y se eche a perder antes incluso de haber sido aspirado. A su vez, del total de la diacetilmorfina que se introduce inalterada en los pulmones, tanto fumando como vapeando, solo una mínima porción consigue entrar en contacto con los alveolos y los bronquiolos, de modo que la mayoría de las partículas heroicas son expiradas con el volumen del espacio muerto ventilatorio. Así es que la absorción por vía pulmonar es, finalmente, mínima. En conclusión, la pulmonar viene a ser la segunda vía más eficaz, después de la intravenosa, para obtener los efectos más intensos de la heroína. Al mismo tiempo, es más segura que las vías inyectadas e incluso que la esnifada, tanto en lo que se refiere al riesgo de sufrir infecciones y contagios de enfermedades como al de padecer sobredosis. Sin embargo, el hecho de que sea de dos a tres veces menos eficaz que la vía endovenosa determina que en términos económicos resulte entre el doble y el triple de cara. Historia de los usos pulmonares Los primeros intentos de fumar heroína se realizaron en los comienzos de los años veinte del siglo pasado, utilizando comprimidos farmacéuticos de diacetilmorfina que todavía se fabricaban con una finalidad médica. Al principio, los comprimidos se consumían por vía oral; sin embargo, bien pronto, hubo quien, para fumarlos, ideó rudimentarias pipas de porcelana en las que se insertaba una caña de bambú. El invento tuvo tal acogida que en 1928 las autoridades de Hong Kong incautaron 200.000 pastillas y entre 1937 y 1939 la cifra ascendió a cerca de cuatro millones de comprimidos anuales. Entonces, se promulgaron leyes que prohibían su uso y, con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, esta forma de consumo entro en claro declive. Hasta que, a comienzos de los años cincuenta, fue ideada la técnica conocida como “hacerse un chino” o, en inglés, “chase the dragon” (cazar al dragón). Al principio, el método consistía en poner en un trozo de papel de aluminio una cantidad de heroína y otra de barbitúricos en una relación de 1:4, quedando ambas sustancias separadas por unos pocos centímetros. A continuación, se aplicaba calor debajo del papel de plata, justo en el lugar donde se encontraba el barbitúrico, hasta que se diluyese y se mezclase con la heroína. Entonces, el consumidor inclinaba el aluminio hacia delante y hacia atrás, de modo que la mezcla de ambas sustancias se deslizase por la superficie despidiendo humos y vapores que el usuario absorbía inmediatamente por la boca a través de un pequeño tubito. Este sistema demostró ser bastante efectivo, a pesar de que por aquel entonces se usaba únicamente clorhidrato de heroína, que se descompone con las altas temperaturas y que, por lo tanto, resulta poco apto para fumar. El secreto de su efectividad residía en la utilización del barbitúrico que, al mezclarse y vaporizarse junto con la heroína, daba lugar a que los vapores retuviesen mayores cantidades de diacetilmorfina. De hecho, el caso “ “ AL FUMAR Y AL VAPEAR, LAS PRIMERAS MOLÉCULAS DE HEROÍNA TARDAN EN LLEGAR AL CEREBRO ENTRE TRES Y CINCO SEGUNDOS

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