Aquienes hemos estado familiarizados con la vaporización del cannabis, nos resulta más sencillo separar la “vaporización” de la planta de cannabis de la “acción de vapear” e-liquids a modo de cigarrillo electrónico. De hecho, ya no tenemos que escribir la palabra en cursiva, puesto que “vapear” forma parte del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua: “Aspirar y despedir, en sustitución del tabaco, el vapor aromatizado que genera un dispositivo electrónico”. Lo que emana de esta descripción del verbo es que, en el antiguo continente, la mayor parte de personas asocian los cigarrillos electrónicos y los líquidos para vapeo con usuarios que han dejado de fumar y se han pasado a estos aparatitos que, generalmente, se convierten en una práctica herramienta de reducción de los riesgos que implica consumir nicotina a través de la combustión de la hoja del tabaco. En el imaginario norteamericano, sin embargo, el vapeo de componentes albergados en el cannabis se ha popularizado de manera tan palpable en países como Estados Unidos y Canadá, especialmente en regiones con regulaciones recreativas, que cada día más personas vinculan estos dispositivos con la administración de 117 “ “ CADA DÍA MÁS PERSONAS VINCULAN ESTOS DISPOSITIVOS CON LA ADMINISTRACIÓN DE COMPONENTES DEL CANNABIS COMO LOS CANNABINOIDES O LOS TERPENOS grinvalds (depositphotos) photography33 (depositphotos)
RkJQdWJsaXNoZXIy NTU4MzA1