106 México tienen aún unidades de paliativos, y muchas de las que sí los tienen, solo los tienen en algún hospital de la capital, con lo que el acceso se torna prácticamente imposible para la mayoría. Otro obstáculo es que sólo un 2,33 % de los médicos en México pueden recetar estos medicamentos. Es un fallo derivado de políticas forzadas por su vecino, como las mencionadas anteriormente, y que no tiene lógica alguna a nivel médico. Dichos medicamentos deberían poder ser prescritos por cualquier facultativo que haya superado la formación como para ejercer como médico, de la misma forma que sucede en España, donde cualquier médico con cualquier titulación puede prescribir estupefacientes si lo considera necesario para el tratamiento de sus pacientes. En México, para prescribirlos, hace falta un permiso especial y un tipo de talonario en el que el médico debe hacer constar, entre otros datos, su propio domicilio, lo que en un país que tiene una enorme tasa de delincuencia y unas cifras de muertos al año propias de un país en guerra, es otro motivo más para que los médicos no quieran implicarse poniéndose en riesgo. Aunque este modelo está ya en proceso de cambio y actualmente se está implantando uno en que dichos datos van codificados en un código QR para que no sean accesibles a terceros. Y, además, no todas las farmacias pueden dispensar dichos medicamentos: solo unas pocas que cuenta con permisos especiales para ello. A pesar de todas estas medidas de control de dichas drogas, México ha terminado por convertirse en el segundo productor de amapola de opio ilegal en el planeta, solo por detrás de Afganistán. Y esto ha sido debido a la demanda de heroína por parte de los consumidores en Estados Unidos. España, que es el segundo productor legal de opiáceos del mundo, tiene unas 14.000 hectáreas de amapola. México, a día de hoy, supera las 22.000 hectáreas de cultivos ilegales de amapola. Y como la heroína no ha bastado para el mercado estadounidense, sino que el fentanilo ha sido quien ha tomado el relevo, México se ha convertido en el principal productor ilegal de fentanilo, con un aumento de las incautaciones que ha pasado de los 469 kilos con el gobierno anterior a los 4.500 kilos con el gobierno actual. Por último, se ha llegado a proponer que sea el propio país el que produzca legalmente estos fármacos en lugar de comprarlos (pagando precios desorbitados por formas de estos fármacos poco útiles, como las inyectables, para el tratamiento del dolor fuera de un hospital). Incluso se ha planteado que se pueda usar para producir estas medicinas, el opio y los campos de adormidera que se incauten, usando los alcaloides de la morfina y la tebaína para producirlos. Pero una medida así, en un país tan deteriorado por el tráfico de drogas y sus consecuencias como para ser calificado de “narcoestado”, es algo que a nivel político regional y mundial no sería bien aceptado, ya que no cuenta con estructuras de seguridad lo suficientemente capaces como para asegurar que dicha producción orientada al uso médico interno no terminase parcialmente en manos de cárteles, haciendo que aumentase el tráfico de drogas hacía Estados Unidos, que mantiene una demanda brutal de opiáceos en el mercado negro entre sus ciudadanos. Y es que, mientras haya demanda del mercado negro, siempre habrá oferta dispuesta a satisfacerla; por supuesto, a precios mucho más altos que los que se manejan en el mercado legal con los mismos productos. A pesar de todo lo relatado, la situación en México ahora mismo no es tan mala como lo era hace diez años, pero no hay razones que justifiquen que el progreso en este aspecto no se ponga como una prioridad absoluta, ya que, quienes necesitan estos fármacos, están muriendo ahora y, como México, están muriendo con dolor. Reportaje “ “ SE HA PROPUESTO DESTINAR LAS INCAUTACIONES DE OPIO Y DE CAMPOS DE ADORMIDERA A PRODUCIR LEGALMENTE ESTOS FÁRMACOS PARA USO NACIONAL, PERO LA FALTA DE ESTRUCTURAS SEGURAS EN UN “NARCOESTADO” LO HACE IMPROBABLE Parche de fentanilo para analgesia prolongada
RkJQdWJsaXNoZXIy NTU4MzA1