Cannabis Magazine 224

evaluar su impacto local. Estos residuos químicos incluyen en sumayoría solventes muy ácidos, compuestos orgánicos volátiles como acetona, tolueno o éter, y metales pesados como el mercurio. Los contaminantes de alta acidez o alcalinidad pueden causar mucho daño a la fauna y la flora local al ser vertidos en parques naturales. Algunos de estos residuos también pueden filtrarse por el suelo y el agua y acabar contaminando la cadena alimenticia humana. Este tipo de vertidos ya han provocado incidentes graves en los Países Bajos como muertes masivas de peces y anfibios o el colapso de una planta de tratamiento de aguas residuales a causa del incremento repentino en la acidez del agua4. El gasto energético del cannabis de interior El cultivo de cannabis es el responsable del que quizás sea el impacto medioambiental más grave de todas las drogas ilícitas. Esto es debido al enorme gasto energético necesario para regular la temperatura, humedad y luz de los cultivos de interior. La huella de carbono del cannabis de interior está estimada entre 2.300 y 5.200 kilos de CO₂ por kilo de cannabis. Este nivel de emisiones es inmenso en comparación con el cultivo de exterior, el cual está entre 23 y 327 kilos de CO₂, y es que alrededor del 85 % de las emisiones están provocadas por el alto consumo energético de los sistemas de climatización5. La planta de cannabis necesita un ambiente caliente y húmedo, además de muchas horas de luz para maximizar el crecimiento de las flores. Numerosas guías de cultivo de cannabis recomiendan el uso de lámparas de vapor de sodio que pueden llegar a consumir 400 o 600 vatios por metro cuadrado de cultivo. Si tenemos en cuenta que estas lámparas se mantienen encendidas durante 12 u 18 horas al día, unmetro cuadrado de cultivo puede consumir mensualmente entre 216 y 324 Kwh, esto significa que el gasto de una sola de estas lámparas es comparable al consumo medio de un hogar español, el cual ronda los 270 Kwh mensuales. Además, las desorbitadas facturas de la luz de ciertas plantaciones a gran escala van a costa del contribuyente, ya que a veces se trata de energía robada de la red eléctrica pública. Algunos indicadores parecen apuntar a que el consumo de interior en España va en aumento, probablemente debido a la facilidad para operar sin ser descubierto y a la posibilidad de optimizar las cosechas. Por otro lado, el aumento de los costes de energía en el último año ha podido moderar esta tendencia. En todo caso, una gran parte de la demanda española sigue cubierta por el hachís proveniente de cultivos de exterior en Marruecos. A pesar de tener una huella de carbono pequeña, los cultivos de cannabis del Rif marroquí producen otro tipo de impactos a nivel local. Décadas de monocultivo intensivo han ejercido mucha presión a un ecosistema frágil como es el de las montañas del Rif. Hoy día, esta área acumula el mayor uso de fertilizantes y pesticidas de todo el sector agrícola marroquí. ¿Droga ecológica de comercio justo? ¿Qué podemos concluir de todo esto? Los riesgos medioambientales del narcotráfico se han usado para engordar el argumentario prohibicionista que busca responsabilizar a las personas usuarias de las consecuencias de sus consumos y llamar a la abstinencia. Pero si realmente nos preocupa la salud ambiental, esta estrategia es poco efectiva por varias razones. Control de riesgos 100 trekandshoot (depositphotos) “ “ EL CULTIVO DE CANNABIS ES EL RESPONSABLE DEL QUE QUIZÁS SEA EL IMPACTO MEDIOAMBIENTAL MÁS GRAVE DE TODAS LAS DROGAS ILÍCITAS

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