Cannabis Magazine 224

110 Su vida siempre fue complicada, dura y con pocas oportunidades; y las que tuvo, nunca supo aprovecharlas. Desde muy joven había aprendido a evadirse de la tristeza con el alcohol, las drogas y las relaciones fáciles o tóxicas. Y aunque, insistentemente, intentaba reiniciar su vida, parecía que el bucle eterno de esperanza/desesperanza/caída era más una especie de maldición que un modo de vida intencionado. En aquel momento, malvivía en Madrid trabajando como teleoperadora. Cobraba lo justo para pagar una pequeña habitación en Vallecas, cogerse tres moñas a la semana y comer poco y mal. Su vida se reducía a un horario de trabajo rutinario de ocho horas diarias más otra de metro, una consulta obligada a una psicóloga una vez por semana y dos visitas contadas al mes para ver a su hija. Con cuarenta y nueve años era una perdedora y lo sabía. El funeral de Gloria fue católico y rutinario. No había mucha gente aparte de Raquel y sus desconocidos primos que, amablemente, habían ido a esperarla al autobús y acompañarla a la iglesia. Después de enterrar a la abuela se dirigieron a su casa. Subieron en dos coches la colina montañosa que rodeaba la costa de Laxe hasta llegar al lugar. La casa en sí era bastante fea y tosca, tanto por fuera como por dentro, y el bar, que llevaba cerrado más de tres décadas, no era mucho mejor. La propiedad estaba rodeada por una bonita finca con pinos, pero el mar, aunque se olía, estaba lejos y no se veía por ninguna parte. Raquel había fantaseado (y valorado en euros) que fuese una gran casa junto a la playa y un bonito bar en activo, pero, una vez más, la suerte no le sonreía. Además, fue convenientemente indicada que la casa tenía una serie de impuestos por saldar y a ellos les gustaría pagar esas deudas, comprar la casa, el bar y la finca a un precio razonable. Al fin y al cabo, su familia había cuidado y acogido a Gloria durante las últimas semanas de su vida y, en definitiva, se lo merecían. Le hicieron una oferta económica y Raquel, por primera vez, decidió ser prudente y les pidió un día para pensarlo. Aquellos tiempos “ “ DE REPENTE, AHÍ ESTABA: UN GRANDE, LARGUIRUCHO Y NEGRO PERRO MESTIZO QUE LA MIRABA CON DESCONFIANZA MIENTRAS GRUÑÍA

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