Cannabis Magazine 224

Sustancias 118 fuerzas políticas y sociales de esta nuestra ejemplar Comunidad Autónoma y, en definitiva, con todos los vecinos y vecinas de Madrid. Es que ni una voz discordante, oiga. Lo nunca visto, ja, ja. Panda de capullos. Porque hay que ser capullo paramandar amiles de personas a lamismísima mierda y vanagloriarse de que todo el mundo salía beneficiado. Está más que claro. Todo el mundo. Beneficiado. Por igual. Unos con su urbanización, con su centro comercial y con sus chanchullos. Otros con su agreste e insalubre erial. ¡Vaya par de ovarios! Que cantaba un poco, vamos. Que si alguien entre quienes manejaban el cotarro hubiese tenido, pongamos, una hermana yonki, a buen seguro que, pensando en ella, se habría marcado un detallito… para dejar, al menos, constancia, de que, en el fondo, en realidad, se preocupaba por ella. Que, aunque, por fin, hubiera conseguido alejarla del generoso, hospitalario y acogedor entorno familiar para desterrarla entre ratas, basura, polvo, maderos, secretas, yonkarras y calorros… Quería lo mejor para ella y para todos: en definitiva, que hiciera lo que tuviera que hacer pero que no molestara con su presencia. Si se quería poner heroína por la vena, que se la pusiera, pero que dejara a la familia, a los amigos y a la gente en paz de una vez por todas. Así que, ahí tenía a todos los camellos. Ahí tenía toda la heroína y toda la cocaína de Madrid. Todas las jeringuillas. Toda el agua bidestilada inyectable. Todo el ácido cítrico. Todas las cucharas y todas las cazoletas. Todo lo que puede desear una yonki. Pero una hermana no es una yonki cualquiera. Es una hermana. Yonki. Y una hermana yonki se merece todo lo que pueda desear una yonki cualquiera más cualquier otra cosa que se nos antoje a sus familiares con cargos. Por muy imposible que sea. ¿Qué no? A ver, di algo que, en España, enmayo del 2000 sea literalmente imposible que pueda disfrutar una yonki. Huuummm… ¡ya lo sé! Una sala de venopunción. Están prohibidas por la JIFE. Desaprobadas por la ONU. Imposible implantar una. Más imposible aún gobernando en el país José María Aznar, en el Ayuntamiento Álvarez del Manzano y, en la comunidad, Ruiz Gallardón. Pues sí, visto así, imposible lo es. A todas luces. Peeero… dejémonos de tratados internacionales. Acallemos nuestra ideología. Es mi hermana. El tema es serio. Esta vez, seamos pragmáticos. Por ella, que se lo merece. Se merece lo imposible más infinito. Es mi hermana, repito. Así que, ¡voilà!, narcosala he dicho. Para mayo. Adjudícasela a tus sobrinos, porque ya son mayores de edad, ¿No? En fin… más cositas… quiero más cositas… Venga, rapidito… Hummmm… ya sé: un dispositivo de atención sociosanitaria. Donde se pueda dormir, comer, asearse… No le vaya a dar algún día por venir a cenar a casa de mamá, como si fuera una hermana más, qué digo una hermana… una vecina más, de La Moraleja, de Aravaca (como yo, ja, ja), de Pozuelo de Alarcón, de Monte Príncipe… Ella ya tiene su erial, con sus cabinitas para inyectarse… por el amor de Dios: ¡Que no vuelva a salir de ahí jamás! Ni ella ni ninguno de los harapientos habitantes de Marginalia; yonkis, machacas, gitanas, gitanos y churumbeles. ¿Qué derecho tienen para hacerlo? ¿Pero qué derecho? A lo que vamos, que, a los pocos días de haber cesado el cerco policial, que duró una semana, me acerqué a Los “ “ QUE DIGO YO QUE, YA QUE HEMOS HECHO NUESTROS NEGOCIETES Y HEMOS MANDADO A TODA ESTA CHUSMA A TOMAR FANTA A KAMCHATKA… PODÍAMOS LUCIRNOS HACIENDO UN POCO MÁS DE POLÍTICA SOCIAL

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