Cannabis Magazine 225

Salud verde 84 Las estadísticas y estudios en España también corroboran esta hipótesis. En España, y en la mayoría de los países europeos, se utiliza una escala llamada CAST, con una serie de preguntas que sirven para estimar el “consumo problemático de cannabis”. Los datos indican que, en población de entre 15 y 64 años, entre el 1,9-2,2 % de los usuarios de cannabis realizarían un uso problemático, porcentaje que asciende al 2,5-4,6 % en población de 14 a 17 años. Es decir, la mayoría de los consumidores no tiene problemas significativos derivados de su uso de cannabis, ni siquiera entre los adolescentes, donde este problema puede ser más frecuente e implicar un peor pronóstico. Así, la realidad no es muy congruente con la preocupación que aflige a los profesionales sobre los tremendos problemas que produce el cannabis, sobre todo en una juventud perdida sin referentes, criterios ni valores, que confunde la libertad con el libertinaje. Pero no se preocupen, que para eso tenemos a los preventólogos que pueden retorcer las estadísticas hasta que parezca que el problema tenga la magnitud deseada. Es lo que sucede cuando se afirma que “más del 90 % de las demandas de tratamiento en adolescentes están relacionadas con el cannabis”. Este mensaje se transmite de forma machacona cada dos años, cuando el Plan Nacional Sobre Drogas publica la Encuesta Estatal Sobre Drogas en Estudiantes de Educación Secundaria (ESTUDES). La idea suele aparecer en destacado y negrita en casi todos los resúmenes de prensa que se elaboran, por aquello de facilitar la generación de titulares de prensa jugosos. La afirmación es cierta y se repite en todas las encuestas escolares de forma sistemática (figura 1). Pero ofrecer un dato en porcentaje sin indicar la cifra numérica a la que hace referencia es engañoso. En España el número de tratamientos que se inician en adolescentes oscila entre 2.000-3.000, frente a 40.000-60.000 que se instauran en adultos; y es razonable presuponer que sea el cannabis la droga ilegal más consumida en este segmento de población y la que genere un mayor número de demandas de tratamiento. Eso no es muy preocupante: lo terrible y lo noticiable sería encontrar que los adolescentes entre 14 y 18 años inician tratamiento por problemas con alcohol o heroína. Por otra parte, el consumo o la tenencia en espacios públicos de pequeñas cantidades de drogas fiscalizadas se considera una “infracción grave a la seguridad ciudadana”, castigada con una multa mínima de 600 euros. En Figura 2 Figura 1 “ “LAS ESTADÍSTICAS PUEDEN RETORCERSE HASTA QUE EL PROBLEMA TENGA LA MAGNITUD ADECUADA

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