Cannabis Magazine 225

91 En años sucesivos se evidenció que el cannabis estaba perdiendo gran parte “de la antigua fascinación que antes implicaba su consumo clandestino” y estaba dejando de ser “subversiva y socialmente peligrosa... Su consumo a dosis moderadas se está convirtiendo casi en un uso social, perfectamente asimilable por el sistema” (González Duro, 1978). Con la falta de connotaciones ideológicas, el cannabis empezó a convertirse en cosa de poca importancia, productora de aburrimiento y de “mal rollo”, sin su aura de trasgresión y de modernidad, adulterado cada vez más por los marroquíes. Hacia 1980, Marruecos se volvió el mayor productor y exportador de hachís del mundo. Así que: “el hachís deja de ser divertido, heroico y herético. Y al perder esos ingredientes pierde buena parte del ceremonial” (Escohotado, 1999:980). En los inicios de la década de los años 80, algunos políticos del momento, como Ramón Tamames o Enrique Tierno Galván, comenzaron a manifestarse públicamente en favor de despenalizar el consumo del cannabis. Se trataba de dar entidad legal a un fenómeno social existente y en progresivo auge. El empleo de cannabis se imponía como un fenómeno juvenil, y la intransigencia hacia el mismo iba cediendo paulatinamente. En la España de 1981, el ministro de Justicia de la UCD, Francisco Fernández Ordóñez, reconocía en público haber fumado porros durante su época de universitario en la Universidad de Harvard. En el diario ultraderechista El Alcázar, unos jóvenes Javier Arenas o Eduardo Zaplana escribían artículos apoyando la legalización del cannabis (Fernando Garea, El Mundo, 5/9/2003). Y estando todavía el PSOE en la oposición, sus principales dirigentes (Felipe González, Alfonso Guerra o Javier Solana) admitieron haber fumado cannabis, mientras Emilio Lamo de Espinosa, director general de Universidades, abogaba por una total despenalización de las llamadas “drogas blandas” (Usó, 1996:300). El hachís se había convertido en la sustancia social por excelencia. Su bajo precio, su escasa toxicidad, su arraigo y un suministro garantizado hacían del “chocolate” la sustancia ideal para los jóvenes deseosos de mostrar su disconformidad frente al convencionalismo. Enrique Tierno Galván Ramón Tamames “ “ ESCOHOTADO: “EL HACHÍS DEJA DE SER DIVERTIDO, HEROICO Y HERÉTICO. Y AL PERDER ESOS INGREDIENTES PIERDE BUENA PARTE DEL CEREMONIAL”

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