Cannabis Magazine 227

111 En 2012, la rumorología popular e infracientífica vaticinaba el fin del mundo. Según una amiga mía –que aseguraba tener visiones desde niña–, existía una coincidencia total entre las profecías de Nostradamus, los pronósticos bíblicos, mayas y aztecas, la alineación de los planetas, la conjunción de los astros, los orbes, la numerología cuántica y la bruja Lola de Telecinco. El fin del mundo tenía día y horas exactas y ella lo había descifrado: el martes de carnaval de ese mismo año a la dos y media de la madrugada, hora local. En fin… Como ya habréis intuido, yo era bastante escéptico en las cuestiones del apocalipsis, pero me hacía el interesado e interesante pues la amiga “vidente” estaba de “toma pan y moja” y la perspectiva de poder pasar con ella la que creía como su última noche en la tierra se me antojaba sumamente apetecible. Así me uní a un variopinto grupo de amigos y “creyentes” de Madrid con los que me dispuse a viajar y, en teoría, compartir nuestras últimas horas. Jacobo, Fran, Julia y yo nos iríamos con nuestra gurú Gloria hasta un pueblo costero del norte donde había una especie de monte de piedra sagrado para los Celtas (sí, aquí también entraban en juego mitologías varias…) donde al atardecer haríamos una especie de ceremonia con drogas “ “AL ATARDECER HARÍAMOS UNA ESPECIE DE CEREMONIA CON DROGAS VARIOPINTAS A MODO DE DESPEDIDA DEL MUNDO TERRENAL

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