Cannabis Magazine 227

Según Jacobo, poco después de ingerir las setas, aparecieron unos enanitos que nos invitaron a ir con ellos al pueblo en un carro de cuento de hadas, y ya allí, nos pidieron que cantáramos y bailáramos con ellos y para ellos. Fran recordaba que los que nos llevaron a O Grove eran más bien unos monstruos feos y malolientes que nos ataron a una jaula y nos pegaban y se reían de nosotros, y que nos abandonaron en un camino lleno de sombras. Julia en cambio estaba segura de que lo que había pasado era que nos bañamos en el mar y que la corriente nos arrastró hasta la otra orilla donde, agradecidos por sobrevivir, nos habíamos puesto a bailar y a cantar por las calles del pueblo. Gloria era, quizá, a la que más se le había subido todo pues mantenía (y, a día de hoy, aún mantiene) que el mundo se había acabado y que, desde entonces, no existimos como creemos, sino que vivimos en matrix y tralará. Yo creo que lo que pasó realmente fue una mezcla de todo menos, quizás, el fin del mundo y lo del matrix. Recuerdo habernos bañado vestidos, absolutamente ciegos y comenzar a hablar con un grupo de chavales jovencitos que, no sé si por pena o risa, nos llevaron con ellos de marcha. Supongo que a Jacobo le parecieron enanos y a Fran, más asustadizo que el resto, monstruos. Recuerdo también una furgoneta muy chula –de ahí la carroza– y que Fran no paraba de intentar quitarse el cinturón y gemir asustado, mientras alguien le indicaba de mala hostia que se lo volviera a poner. Por eso seguramente lo de las ataduras y los gritos. También tengo una imagen en mi memoria de Julia durmiendo como una ceporra. A Gloria no la recuerdo en aquella furgoneta. Nos dejaron en una carretera de entrada al pueblo y todas nuestras imágenes estaban deformadas en el hipotálamo del córtex cerebral, pero cada uno con la suya propia, esto es: cada uno de nosotros veía cosas distintas. Donde yo veía nubes, Jacobo veía el mar; donde Fran veía luces de navidad, Julia –que apareció en el momento justo– vio las luces de un coche que casi nos enviste a todos, y es con este susto donde volvimos todos a cobrar algo de consciencia y cierto control sobre el sistema nervioso, y donde vuelven a coincidir nuestros relatos. 113 “ “LEÍ EN SU UNIFORME LA LEYENDA “TODO POR LA NAPIA” Y DEDUJE, CON GRAN ESFUERZO POR PARTE DEL HIPOTÁLAMO, QUE QUIZÁ NO ERA LA AUTORIDAD COMPETENTE PARA TAMAÑO PROBLEMA

RkJQdWJsaXNoZXIy NTU4MzA1