Cannabis Magazine 234

111 omo todos los días, terminó el café y dejó la taza en el fregadero, se metió en el baño e hizo sus necesidades, se lavó “por parroquias”, se vistió y salió a la calle dejándose la radio encendida. José Luis había sido marinero cincuenta años de los que, más de la mitad, había estado embarcado. Hacía quince que se había jubilado y llevaba más de diez sin pisar una embarcación. Echaba de menos el mar. Paséo por el muelle al amanecer esperando que pronto el bar O Peirao abriera sus puertas para tomar otro café, leer el periódico y charlar con los parroquianos. Luego, sobre las doce, tomaría un vino tinto de Barrantes con una tapa y, después, otro más con otra tapa distinta y así hasta alguna ración a modo de comida. Solo o en compañía. Jurelitos de la ría, calamares, pulpo, raya, nécoras, almejas, berberechos y oreja de cerdo con aceite y pimentón eran la base de la carta del bar. Después de comer, se tomaría otro café con unas gotas de aguardiente de hierbas; se recostaría cómodamente en la misma silla de todos los días C “ “JOSÉ LUIS HABÍA SIDO MARINERO CINCUENTA AÑOS, DE LOS QUE MÁS DE LA MITAD HABÍA ESTADO EMBARCADO

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