Cannabis Magazine 236

La hipótesis neurobiológica del sistema dopaminérgico mesocorticolímbico tiene su origen en modelos de investigación animal, concretamente en pequeños mamíferos como ratones y cobayas. Los investigadores colocan al animal dentro de una caja en la que tienen dos o más palancas, una de las cuales pone a su disposición una determinada cantidad de droga. Los experimentos investigan la tendencia del animal a autoadmistrarse la sustancia y los cambios que se producen en sus neurotransmisores cerebrales como consecuencia. Estas mediciones deben ser registradas de forma inmediata, lo que implica la introducción de sondas, electrodos y otros dispositivos en el interior de su cerebro. Así que, en resumen, la explicación de los efectos de las drogas en el cerebro se sustenta en las palancas que acciona un animal encerrado en una cámara de tortura y con cables colgando de su cabeza. Ya que estaría un poco feo replicar esta metodología de investigación en humanos, la línea de investigación más financiada consiste en sofisticar las jaulas de tortura (cambiando el número de palancas y sus funciones), el tipo de animales estudiados, los instrumentos que se introducen en su cerebro o modificar el genoma de los animales para hacerlos más o menos sensibles a las conductas viciosas. Ante la imposibilidad de investigar de esta manera a los humanos, los científicos han optado por demostrar que estos mecanismos están presentes en diferentes animales. Así, la hipótesis ha sido verificada (de forma más o menos retorcida) en cangrejos de río4, gusanos5, peces cebra6, pulpos7 o moscas8, animales que muestran en su medio natural una indiferencia absoluta hacia el cannabis o las anfetaminas. Su morfología hace imposible emplear el modelo de la jaula y los electrodos. Pero siempre hay soluciones imaginativas, sobre todo si existen recursos para financiarlas. Así, se han desarrollado microelectrodos para adaptar a la cabeza de la mosca Drosophila melanogaster9, haciendo algo similar a las agujas para tatuar la piel. Este paso trascendental en la investigación ha permitido desentrañar los misterios que acontecen en el cerebro del invertebrado cuando es expuesto al nocivo efecto de las drogas Esta corriente científica está impulsada desde hace décadas por psiquiatras que consideran que el cerebro segrega pensamientos de la misma manera que el hígado produce bilis, liderados por Nora Volkow, directora del National Institute of Drug Abuse (NIDA) desde el año 2003, principal organismo público de investigación científica sobre drogas en Estados Unidos. Los recursos económicos dedicados a financiar estas líneas de investigación son ingentes. 87 Complejidad de la mente humana “ “ LA DOPAMINA NO SUBE Y BAJA COMO EL PRECIO DE LAS ACELGAS

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