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Salud descarta recetar marihuana pese a la creciente demanda

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¿Droga ilegal o fármaco? El hecho está demostrado: la marihuana puede aliviar de forma asombrosa los síntomas de muchas enfermedades como el cáncer, el sida y otras patologías devastadoras. Con esta finalidad, sobrellevar mejor dolencias crónicas, la consumen medio millar de navarros, según estimaciones de fuentes médicas.

Estos enfermos crónicos, sin más salida que recurrir a camellos para obtener esta sustancia cuando no pueden conseguirla por otras vías, como el Banco de Cannabis Medicinal de Navarra, reclaman al departamento de Salud que los médicos del sistema público puedan recetarla, aunque sea bajo la fórmula de uso compasivo, un procedimiento restringido a casos excepcionales, pero cada vez más utilizado para el tratamiento de patologías sin un tratamiento alternativo eficaz.

“No somos delincuentes, ni fumetas, somos enfermos”, resume Cristina Bustince, afectada por el síndrome de Cushing, un enfermedad que le ha provocado ya tres tumores en la cabeza, además de un rosario de patologías a las que encuentra más alivio en la marihuana que en las 14 píldoras prescritas por los médicos que debe tomar al día.

La sustancia ilegal más consumida en Navarra

Los beneficios del cannabis, la sustancia ilegal más consumida en la Comunidad Foral -entre el 8 y el 10% de la población- y en todo el mundo, han sido recogidos en más de 75 estudios publicados desde 1975, según informaciones de la New England Journal of Medicine, la revista médica más respetada del mundo.

Esta eficacia para tratar el dolor, la esclerosis múltiple, el control de las náuseas y apetito como efecto de la quimioterapia, radioterapia y el tratamiento con retrovirales para HIV/sida, no impide que siga siendo una sustancia perseguida por la ley, incluso cuando ahora se investiga su potencial terapéutico en enfermedades mentales y neurológicas como la esquizofrenia, el estrés postraumático y Alzheimer, como explica José Carlos Bouso, psicólogo del Grupo de Neuropsicofarmacología Humana Experimental del Centro de Investigación de Medicamentos (CIM-Sant Pau), responsable de un estudio sobre cannabis con participación de voluntariado navarro.

El Código Penal prohíbe la venta de cannabis, así como su posesión y consumo en lugares públicos. La venta de semillas está permitida desde hace años. La ley no distingue, sin embargo, entre uso terapéutico o lúdico. Aunque sí los tribunales. Hay precedentes sonados: en 1999, un austriaco con cáncer fue absuelto de tráfico de estupefacientes en Barcelona pese ser detenidos con dos kilos de hachís. El acusado argumentó que consumía la droga con fines terapéuticos. En 2006, un juez de Alicante absolvió a un psicoterapeuta que cultivó 258 plantas, al considerar probado que eran para una investigación. Tampoco fueron condenados tres miembros de la asociación de consumidores Pannagh detenidos en 2005 con 150 kilos de marihuana. La Audiencia de Vizcaya entendió que la plantación cumplía con los requisitos para ser “uso compartido”.

En Navarra, y pese a que el uso médico crece, la permisividad es menor. El pasado 26 de agosto la Guardia Civil destruyó un cultivo de 85 plantas en Liédena destinado al Banco de Cannabis Medicinal. Esta operación ha privado a los usuarios del BCM de la marihuana que venían recibiendo gratis. Ahora deben recurrir al mercado negro o salir de Navarra para continuar un tratamiento que puede llegar a costarles 250 euros al mes. “La alternativa es elevar la dosis de morfina, pastillas para dormir y otros medicamentos agresivos”, señala Ester Gochi, coordinadora del BCM.

Un resolución política estéril y el temor a alentar el consumo

Y mientras la situación se mueve en comunidades como Cataluña, donde un programa piloto permite dispensar Sativex, un extracto del cannabis autorizado pero aún sin comercializado, no hay cambios en Navarra. Pese a que en 2008 el Parlamento foral aprobó, con la oposición de UPN y CDN, una resolución en la instaba al Gobierno a realizar las gestiones necesarias para autorizar el uso terapéutico del cannabis, el departamento de Salud sigue sin permitir a sus médicos que lo receten. “El Gobierno no deriva pacientes al Banco Medicinal y, si existen casos, son recomendaciones de médicos a nivel particular”, sentenciaba recientemente la consejera, María Kutz.

Tras esta resistencia a facilitar el tratamiento con cannabis incluso por uso compasivo se encuentra, por un lado, el temor de los críticos a que una decisión así aliente el consumo y, por otro, a las contraindicaciones de esa sustancia en caso de trastornos psicóticos, problemas psicológicos o patologías de corazón, según indica el prospecto del cannabis redactado por el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, que recoge, por otro lado, como el cannabis puede ayudar a paliar seis patologías.

Esta marginalidad e inseguridad legal a la que son arrojados los pacientes conlleva riesgos. “La mayoría de los usuarios de cannabis medicinal se automedican, muchas veces con hachís adulterado. Este hachís, procedente del mercado negro, contiene una cantidad de THC muy variable y está normalmente mezclado con adulterantes”, señalan desde el BCM. Además, los enfermos se enfrentan a otros escollos: no tienen seguimiento médico del SNS-O ni información sobre qué variedad o que dosificación son las más adecuada para su calvario médico.

“Tengo artritis reumatoide y ahora, por fin, puedo dormir”

Mientras el debate continúa, decenas de pacientes, siguen recurriendo a marihuana conscientes de que palia pero no cura. “No podía dormir por el dolor y con la medicación no mejoraba, así que empecé a fumar marihuana. Me alivia y ahora duermo hasta la seis de la mañana, un lujo tras estar cuatro meses sin pegar ojo”, explica Alberto, enfermo de artritis reumatoide, una dolencia degenerativa y muy dolorosa que a a sus solo 36 años le impide trabajar. “Me considero un ciudadano normal, pero enfermo. Consumo por el dolor no para estar volado”, subraya. Alberto no teme las contraindicaciones del cannabis. “Tengo más miedo a los efectos secundarios de la medicación”, señala convencido.

El síndrome de Cushing ha generado en Cristina tres tumores en la hipófisis. Contra el último recibió radioterapia. “Me provocó unas nauseas horribles, empecé a fumar y el alivio fue tremendo, al tiempo noté que mejoraba mi fibromialgia, la artrosis e incluso el asma, que padezco”. “Mi médico me preguntó si notaba deterioro cognitivo por el consumo, pero más daño me causa mi enfermedad, que me ha dejado sin memoria”. “Además, no crea adicción, en todo caso, hábito”. Pero que el cannabis -seis euros por gramo-, no sea dispensado por Salud ocasiona perjuicios económicos. “Mi marido está en paro, yo cobro una pensión de 400 euros y me gasto 60 semanales en cannabis. Lo pasamos mal a fin de mes”, admite Cristina, ex propietaria de una tienda. “¿Por qué puedo ir a la farmacia con un taco de recetas de opiáceos, pero me hacen sentir una delincuente por comprar marihuana?”, se pregunta.

“Compro para mi madre, de 76 años, que la toma con leche”

Carlos, comercial de exportación, de 44 años, jamás se imaginó comprando marihuana. Su madre, de 76 años, sufre cefaleas crónicas desde hace siete. “Tiene dolor las 24 horas del día y la ingresaban tres veces al año. Cuando el médico nos dijo que no había solución, le pregunté si podía probar con marihuana. Me contestó: “Si fuera mi madre, yo lo haría”. Ahora, gracias al cannabis, que toma mezclado con leche, el dolor se ha aminorado y ella incluso sale a la calle. Estamos sorprendidos”.

A Miren, seropositiva desde hace 28 años, la marihuana le abre el apetito, algo vital para continuar su tratamiento con antirretrovirales . “He llegado a pesar 42 kilos y si dejo de consumir adelgazo. Fumo tres veces al día y mantengo el peso. Pedimos que nos dejen plantar, que el banco de cannabis sea admitido y que se hagan estudios sobre la marihuana”.

A los 30 años se le despertó el gen de una patología extremadamente rara que le debilita los músculos. El dolor en sus tendones es tan intenso que Amaia, de 37 años y ex administrativa, toma doce fármacos al día, incluso llegó a recibir metadona. “Tengo los huesos de un anciano y existen problema para medicarme. He recurrido al cannabis. Sólo fumo por la noche, me palia el dolor, me permite dormir, me da paz”.

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