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Venta en farmacias y uso de ‘cogollos’: los socios del PSOE le piden más ambición en su plan de cannabis medicinal

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Varios partidos consideran la propuesta socialista de mínimos y proponen facilitar el acceso, ampliar los destinatarios del futuro programa y los usos permitidos

La izquierda –y no solo– quiere que el futuro programa de cannabis medicinal en España sea más ambicioso de lo que propone el PSOE. Que llegue a más gente, que sea más fácil acceder. En concreto, varios partidos quieren que pase por las farmacias de barrio e incluya el uso de las flores de la planta (conocidas como cogollos) para tratar más dolencias de las que sugieren los socialistas. Estos son tres de los elementos que tienen en común varias de las enmiendas que los socios habituales del Gobierno han presentado a la propuesta de regulación del uso del cannabis con fines médicos que realizaron los socialistas en el marco de la subcomisión del Congreso que estudia el asunto y que no contempla, en su actual versión, ni las boticas comunes ni los cogollos como parte del programa.

La mayoría del Congreso apoya regular el cannabis medicinal esta legislatura

También los hay, como ERC, Unidas Podemos –que en vez de enmiendas ha presentado un informe alternativo íntegro– o Ciudadanos, que piden al Gobierno que explore la posibilidad de una regulación integral, movimiento que el PSOE siempre ha desvinculado de esta subcomisión y contra el que ha votado en alguna ocasión en el Congreso. En cualquier caso, fuentes de los partidos confían en que hay elementos suficientes como para llegar a un acuerdo.

Todos los grupos han presentado propuestas. De las de UP, PNV, ERC, EH Bildu y Ciudadanos se deduce que consideran la del PSOE de mínimos. El documento original elaborado por el grupo socialista, que se negociará ahora durante dos semanas escasas hasta una posible votación el próximo 21 de junio, limita la dispensación de cannabis medicinal a las farmacias de hospital, bajo prescripción de un especialista e incluye el uso de los medicamentos ya existentes, de preparados estandarizados y fórmulas magistrales (en forma de aceite, habitualmente), pero excluye la flor.

El PP y Vox, los partidos más reticentes a la regulación, han presentado también sus conclusiones. Los populares no rechazan la regulación abiertamente, pero escriben en una de sus propuestas que “no hay evidencia científica sólida que permita la legalización de esta sustancia”, aunque más adelante entran en supuestos acerca de la dispensación (solo en forma de fármacos, sin preparados ni fórmulas) “tras la autorización del organismo regulador”. También incluyen los populares varios apartados incidiendo especialmente en los riesgos del consumo.

El infome final de la formación de Santiago Abascal es particular. Tras diez conclusiones iniciales en las que la formación ultra sostiene que el cannabis “es una droga de abuso” y que “lo que pretende la izquierda es que la legalización del uso medicinal sea seguida de la legalización del uso recreativo”, acaba mencionando a Pablo Iglesias y repasando las intervenciones en la subcomisión que se ajustan a su discurso para finalizar no proponiendo nada.

¿“Limitada”, “moderada” o “suficiente”?

Entre los demás la tónica común, más destacada entre los socios de la investidura, es que el programa vaya un paso más allá. El fondo de la cuestión está en dónde se considera que se encuentra la investigación con el cannabis y las evidencias científicas respecto a su potencial medicinal, y a partir de ahí sus posibles usos. Por ejemplo, el PSOE definió en su informe que la evidencia disponible es “limitada”, término en el que coincide con el PP y también con UP, aunque este último partido matiza que esto “no debiera traducirse en que el cannabis no pueda ser utilizado con fines médicos para las indicaciones para las que sería deseable contar con más evidencia”, una práctica que ya se lleva a cabo con otros medicamentos. ERC propone cambiarlo por “suficiente” como muestra que haya programas medicinales por todo el mundo, como EH Bildu, y el PNV por “moderada”.

Partiendo de este cambio, los partidos proponen más usos del cannabis y que el programa –que casi todos dan por hecho que saldrá, más o menos ambicioso– llegue a más gente de la que actualmente contempla la versión del PSOE. La propuesta socialista limita los usos a “algunos diagnósticos”, entre los que menciona “la espasticidad en pacientes con esclerosis múltiple, algunas formas de epilepsia, y el dolor crónico no oncológico (incluido el dolor neuropático)”.

El PNV propone que se analice la posibilidad de incluir “toda la lista de indicaciones que ha sido aprobada en los países de la UE que han procedido a su regulación” y añade el “dolor crónico por dolor neuropático y oncológico, la estimulación del apetito en cuidados paliativos asociados a tratamientos oncológicos y VIH, el síndrome de Gilles de la Tourette o glaucoma” a la lista de dolencias a tratar. UP suma a esto “algunas formas de epilepsia, náuseas y vómitos derivados de la quimioterapia, endometriosis y el estrés postraumático”.

Flor sí, flor no

Además de ampliar los “quienes”, los partidos proponen que se incluyan otras formas de consumo de cannabis con fines medicinales. El PSOE habla en su informe de los dos medicamentos ya existentes en el mercado –Sativex y Epidyolex– y añade tratamientos con extractos o preparados estandarizados y abre la puerta a valorar “la manera de que los servicios de farmacia competentes puedan elaborar fórmulas magistrales a partir de extractos o preparados estandarizados de cannabis para su uso directo en determinados casos”, medida que habían solicitado los futuros usuarios. Las fórmulas magistrales son preparados individualizados ad hoc para cada paciente, con (por ejemplo) combinaciones determinadas de THC y CBD (dos de los principales principios activos de la planta).

ERC, PNV, EH Bildu y UP quieren que se incluya el consumo de cogollos (la flor de la planta) en el programa, aunque no todas especifican la forma de utilización. Este se adivina como uno de los puntos calientes de la negociación que se avecina porque el PSOE no está por la labor de abrir la puerta al consumo inhalado de cannabis (sea fumado o vapeado), aunque fuentes del partido se muestran “abiertos a dialogar y encontrar consenso”, recordando, eso sí, el marco en el que se mueven: “Prescripción médica, seguridad sanitaria y jurídica y control de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS)”.

“Se considera necesario el acceso a la flor cruda de cannabis que ofrece toda la gama de cannabinoides, terpenos y flavonoides, lo que produce un aumento de su eficacia por el efecto séquito”, propone ERC, que sí habla de “vaporización de cannabis con un dispositivo de calidad médica”. PNV sostiene que “la existencia de preparados estandarizados como por ejemplo preparados de flores de cannabis (…) supone una ventaja en términos de calidad, trazabilidad, dosificación, estabilidad y manejo”. UP propone que se exploren fórmulas “que permitan la disponibilidad en el mercado farmacéutico de extractos, preparados estandarizados o las sumidades floridas del cannabis que hoy no tienen una autorización de comercialización”, y propone que se pueda acceder a través de los clubes de consumidores de cannabis como ya sucede ahora de facto. Ciudadanos no ha incluido entre sus enmiendas el uso de cogollos.

Coincidencia con las farmacias de barrio

Otro punto en el que hay acuerdo entre los partidos de la oposición y UP es en ampliar la forma de acceso al cannabis medicinal, uno de los aspectos en los que los pacientes se habían mostrado más en desacuerdo con la propuesta socialista por limitar la prescripción al sistema público, a los médicos especialistas y a las farmacias hospitalarias. “Que la dispensación sea solo en hospitales supone un problema enorme”, explicaban en su momento desde el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), uno de los grupos que más ha presionado para que esta subcomisión sea posible. “Es una burocracia horrible, cada mes tienes que ir al hospital a recoger la medicación”, lo cual puede alejar a muchos pacientes del programa legal, advierten.

El PNV reconoce “la dificultad de acceso”, propone eliminar la coletilla que limita su prescripción al sistema público –también el PDeCat y C’s– y propone abrirla a los médicos de Atención Primaria, punto en el que coincide con ERC y Bildu. Los tres partidos abogan –todos han introducido enmiendas en este sentido– por la inclusión de las farmacias comunitarias como dispensadoras, situación habitual en los programas medicinales de los países europeos. El Colegio Oficial de Farmacéuticos se ha ofrecido recientemente a través de su presidente, Jesús Aguilar, para dispensar el cannabis y facilitar de esta manera el acceso al paciente mediante la creación de un programa piloto controlado junto a la AEMPS.

El último aspecto de calado respecto al acceso está en el autocultivo, una posibilidad respaldada por los usuarios pero que presenta complicaciones porque es más difícil asegurar la trazabilidad y estandarización de los productos. En muchos programas europeos medicinales no está contemplada, como no la contempla la propuesta socialista porque es incompatible con su lema de “prescripción médica, seguridad sanitaria y jurídica y control de la AEMPS”. Pero hay partidos que quieren introducirlo.

UP propone que se permita porque “actualmente ya es una realidad” y ERC sostiene que “hay que permitir el autocultivo a pacientes con receta que opten por esta vía de acceso”. El PNV y Cs no se mojan en este apartado, con lo que se entiende que están satisfechos con la no inclusión por parte del PSOE.

¿Debe haber un registro?

Por último, otro de los puntos calientes de la negociación se adivina en la creación o no de un registro de consumidores, listado que los socialistas sí incluyen actualmente entre sus propuestas. Aquí tampoco hay unanimidad. ERC, Bildu y el PNV quieren borrar ese punto entero del informe y que no haya tal registro. UP advierte de que utilizar un registro centralizado puede provocar “un grave riesgo de estigmatización del paciente”, aunque concede que se pueda crear “con motivos de seguimiento estrictamente”, y Ciudadanos también es favorable a este registro, con el ánimo de evitar problemas de accesibilidad en caso de cambio de comunidad autónoma.

El PP considera que “no tiene sentido hablar de modelos de distribución cuando todavía no hay evidencia científica sólida que permite la legalización de esta sustancia”.

Las propuestas de los grupos coinciden –al menos se acercan más que la socialista– con las que hacen grupos como el Observatorio Europeo de Consumo y Cultivo del Cannabis (OECCC), que pide “la dispensación de extractos y de flor, una convocatoria pública y transparente de licencias para cultivar y para elaborar productos, la dispensación en farmacias comunitarias, una prescripción a criterio médico (no una listas de enfermedades cerradas), seguridad legal para los pacientes y fomento de la investigación basada en el mundo real”.

El informe está hecho, las enmiendas presentadas. Existe el ánimo, declarado por todos excepto PP y Vox, de alcanzar un acuerdo. El siguiente hito se cumple el 21 de junio, cuando se negocie el informe final y en su caso se vote. Una posible regulación del cannabis con fines médicos está hoy un poquito más cerca, aunque queda camino que recorrer.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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