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Vida y obra de Albert Hofmann (XVIII)

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Una nueva entrega de los artículos originales del descubridor de la LSD.


Continúa el artículo de Hofmann “Aspectos químicos, farmacológicos y médicos de los psicotomiméticos”, donde ahora se expone la relación entre la acción antiserotoninérgica de la LSD y sus efectos psíquicos. Después pasa a tratar los hongos mágicos mexicanos y sus principios activos, la psilocibina y la psilocina.

Pioneros de la coca y la cocaína

Se puede modificar la estructura molecular de la LSD de distintas formas, con el fin de obtener derivados con ciertas diferencias, entre los cuales están la 2-bromo-LSD y la 1-acetil-LSD. En general, todos son antagonistas de la serotonina, una característica común. Al comparar la actividad antiserotoninérgica y psíquica de la LSD con la de sus derivados nos encontramos con aspectos interesantes. Cuando se descubrió esta propiedad, se pensó que sus efectos psíquicos podían deberse a que bloquea ese neurotransmisor en el cerebro, que interviene en varios procesos del sistema nervioso central. Sin embargo, la comparación entre diversas sustancias muestra que esta hipótesis no es correcta. Compuestos como la bromo-LSD o, sobre todo, la 1-metil-2-bromo-LSD y la etilamida del ácido 1-metil-lisérgico, son antagonistas de la serotonina mucho más potentes que la LSD, pero no tienen prácticamente efectos sobre la psique. Por tanto, el antagonismo de la serotonina no correlaciona con la actividad psicotomimética.

Por otro lado, la comparación entre la estimulación y los efectos psíquicos muestra características muy interesantes. Los compuestos con efectos psíquicos más marcados, la LSD y la acetil-LSD, elicitan el síndrome de excitación más potente. En cambio, los compuestos sin actividad psicotomimética no generan síndrome de excitación.

De estas investigaciones podemos concluir que existe, en el grupo de la LSD y sus derivados, una relación entre la actividad psicotomimética y el síndrome de estimulación simpática central, lo cual puede considerarse una importante aportación a nuestro conocimiento sobre las bases farmacológicas de los procesos psíquicos.

 
Psilocibina y psilocina, los principios psicotrópicos del teonanácatl

El “teonanácatl”, el “hongo sagrado”, tuvo un papel relevante en las culturas precolombinas de Centroamérica. La famosa crónica del padre franciscano Bernardino de Sahagún, titulada “Historia General de las Cosas de la Nueva España”, que cubría los años 1529 – 1590, ofrece una excelente descripción de la cultura, la historia y la destrucción del Imperio Azteca por parte de Hernán Cortés. También contiene datos sobre el uso de los hongos sagrados que ingerían los indios de México en sus fiestas y ceremonias religiosas. De las crónicas de Sahagún y de otros informes podemos deducir que el teonanácatl no sólo lo tomaba el pueblo en eventos sociales y fiestas, sino que también lo ingerían los sacerdotes y los adivinos. Éstos quedaban poseídos por el espíritu del hongo -los misioneros cristianos decían que era por el diablo-, con lo que gozaban del don de la clarividencia que les permitía, entre otras cosas, identificar las causas de las enfermedades e indicar la forma en que se podían tratar.

El empleo de estos hongos y su adoración por parte de los indios de Centroamérica deben de ser muy antiguos, y se ha llegado a la conclusión de que se remontan a más de mil años antes de nuestra era (1).

Aunque este culto a los hongos es muy antiguo, nuestro conocimiento sobre él es muy reciente. Durante varios siglos, a los informes de las viejas crónicas se les prestaba poca atención, probablemente porque se consideraban extravagancias de una época supersticiosa. Sin embargo, entre 1936 y 1938, los investigadores americanos Robert J. Weitlander, Blas Pablo Reko, Jean Basset Johnson y Richard Evans Schultes afirmaron que los nativos de ciertas zonas del sur de México aún ingerían hongos con propósitos mágicos.

Gordon Wasson y su esposa, Valentina Pavlovna, realizaron después estudios sistemáticos sobre el culto a los hongos en su forma actual. Entre 1953 y 1955 hicieron varios viajes a las zonas montañosas más recónditas del sur de México con el objetivo de estudiarlo. En una expedición posterior, en el verano del año 1956, Wasson fue acompañado por el famoso micólogo R. Heim, de París, quien pudo clasificar los tipos más importantes de hongos mágicos. Eran hongos foliares (Agaricales), de una clase poco conocida, casi todos del género Psilocibe (2).

Después se vio que algunas de estas especies se podían cultivar en laboratorio (3). El cultivo artificial proporcionó un buen material, especialmente de uno de ellos, Psilocibe mexicana Heim (4).

La cooperación entre el Laboratorio de Criptogamia del Museo Nacional de Historia Natural de París y los Laboratorios Sandoz, de Basilea, hizo posible obtener suficiente cantidad de Psilocibe mexicana para su estudio.

Si no existe evidencia de la naturaleza química de la sustancia que se busca, como sucedía con estos hongos mágicos, entonces el intento de aislar el principio activo debe basarse en pruebas farmacológicas. En primer lugar, probamos extractos de los hongos en animales. Los estudios fueron sobre la reacción pupilar y la piloerección en ratones, y sobre la conducta general en perros. Los resultados no fueron claros y generaron desacuerdos sobre la evaluación de los extractos. Después de haber administrado a los animales la mayor parte del material sin resultados concluyentes, dudábamos de que los hongos cultivados y secados en París fueran activos. Por tanto, decidí realizar un ensayo personal para aclarar este punto. Ingerí treinta y dos especímenes secos de Psilocibe mexicana, una dosis media para los indios. Pesaban 2,4 gramos. Los hongos ejercieron un fuerte efecto psicotomimético, según reflejó mi informe (ver “Vida y obra de Albert Hofmann (IX)”, Spannabis Magazine nº 56).

Este ensayo personal mostró que los resultados negativos de las investigaciones con animales no se debían a los hongos, sino a los animales estudiados, y que los seres humanos son más sensibles que los animales a las sustancias con efectos psíquicos. Por tanto, nos sentimos obligados a estudiar los efectos en seres humanos. Gracias a esta experiencia personal fue posible seleccionar las muestras de forma que pudiéramos prevenir una sobredosis y así minimizar el riesgo. Como 2,4 gramos de hongos secos me habían producido una fuerte reacción que duró varias horas, tomamos muestras de los extractos con sólo una tercera parte de esta cantidad, es decir, 0,7 – 0,8 gramos de hongos secos. Las muestras con propiedades psicoactivas ejercieron sólo un efecto suave. No obstante, fue suficiente para distinguir las que contenían el principio activo y las que no lo contenían.

Con la ayuda de esta prueba en seres humanos fue posible extraer el principio activo de los hongos, purificarlo y cristalizarlo. Pusimos el nombre de psilocibina a la nueva sustancia extraída del hongo mágico Psilocibe mexicana. Además de psilocibina, los extractos contenían pequeñas cantidades de otro compuesto indólico activo, al que dimos el nombre de psilocina (5). De esta forma resolvimos el misterio del teonanácatl, el hongo mágico. La sustancia cuyos efectos fantásticos llevó a los indios a creer que vivía un dios dentro del hongo había sido descrita en lo que a su estructura química se refiere, y podía sintetizarse en un tubo de ensayo. Ya no eran necesarios los pequeños hongos que crecían en las montañas remotas de México.

Los efectos de la sustancia pura son idénticos a los de los hongos de las viejas crónicas y a los informes de los estudios personales de Wasson, Heim, Hofmann y otros. En la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Basilea se realizó un análisis preliminar de los efectos de la psilocibina, basado en los ensayos de varios miembros de los Laboratorios Sandoz (6). Como resultado de estas y posteriores investigaciones, algunas de las cuales no se han publicado aún, los efectos de la psilocibina se pueden describir así: dosis orales de unos pocos miligramos generan, después de veinte o treinta minutos, cambios psíquicos. Los síntomas psíquicos producidos por dosis pequeñas -por debajo de cuatro miligramos- incluyen cambios en el estado de ánimo y en la relación con el medio. Suele haber una sensación placentera de relajación intelectual y corporal, así como un aislamiento respecto del entorno. Es frecuente que estos efectos vayan asociados a una sensación de cansancio y pesadez, y en ocasiones van acompañados de una ligereza extraordinaria, como si el cuerpo estuviera flotando. Con dosis más altas -entre seis y doce miligramos- aparecen cambios psíquicos más fuertes, relacionados con alteraciones en la percepción espacial y temporal, y con cambios en la autoconciencia y la imagen corporal. Aparece una hipersensibilidad visual que puede generar ilusiones y alucinaciones. En ese estado similar al sueño suelen aflorar recuerdos olvidados, incluso algunos de la infancia.

La toxicidad de la psilocibina, determinada en animales, es muy leve comparada con las dosis activas en seres humanos. La LD50 en el ratón es de 280 mg/kg, con lo que la psilocibina es 2 – 5 veces menos tóxica que la mescalina en el ratón, aunque es 50 veces más eficaz como psicotomimético en seres humanos.

(Continuará)

 

 


Referencias

1. Se pueden leer más datos históricos detallados en la monografía de Heim, R, y Wasson, R. G., “Les champignons hallucinogènes du Mexique”, Ed. du Muséum National d’Histoire Naturelle, Paris (1958). Puede leerse una versión española en la Revista Electrónica El Mercurio (http://www.mercurialis.com/).

2. Heim, R., Compt. Rend. Hebd. Séances Acad. Sci., 242, 965, 1389 (1956).

3. Heim, R., Compt. Rend. Hebd. Séances Acad. Sci., 242, 965, 1389 (1956).

4. Heim, R., Hofmann, A., et alia, Compt. Rend. Hebd. Séances Acad. Sci., 246 (1958).

5. Hofmann et alia, Experientia, 14, 397 (1958).

6. Gnirss, F. (1959), Schweciz. Arch. Neurol. Psychiat., 84, 346.

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