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Los escollos del cannabis legal en Canadá

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planta cannabis en floración

La hierba autorizada genera cerca de 1.800 millones de euros en el país tras aumentar un 120% durante 2020

El Gobierno de Justin Trudeau legalizó en octubre de 2018 la marihuana recreativa en Canadá, segundo país, tras Uruguay, en adoptar esta medida (la de uso medicinal está autorizada desde 2001). Tras dos años y medio de este marco nacional en vigor, las ventas han aumentado considerablemente, aunque la industria cannábica con permisos para operar afronta aún diversos desafíos.

El servicio estadístico del país publicó en diciembre que el 54% de los consumidores compra el producto por cauces legales (era el 37% un año antes). Las ventas legales de marihuana fueron en 2020 de unos 2.600 millones de dólares canadienses (1.760 millones de euros); con un aumento del 120% desde 2019. Dos factores están detrás. Mental Health Research Canada habla de un incremento del consumo del 29%. La ansiedad y el estrés ocasionados por la covid-19 han sido terreno fértil. No obstante, el mercado legal ha ganado presencia por un mayor número de tiendas autorizadas, menores problemas de suministro, aumento de la calidad y precios más competitivos. Asimismo, en diciembre de 2019 llegaron a estantes legales los comestibles, resinas y otros derivados cannábicos.

Las ventas autorizadas han aumentado, pero no al mismo ritmo en todo Canadá. Germain Belzile, investigador del Instituto Económico de Montreal, habla de que “Quebec y las provincias marítimas [como Nueva Escocia y Nuevo Brunswick] crearon monopolios estatales de venta, a diferencia del resto del país. El suministro está a cargo de firmas privadas, pero las tiendas estatales son el único cliente en esas provincias. Además, los costes de operación son elevados y las sucursales fueron pocas al inicio. Pasaron largos meses antes que dejaran de sufrir pérdidas”. Entre 2019 y 2020, las ventas legales en Ontario aumentaron un 168%; en Manitoba, un 108%. En el mismo periodo, crecieron el 66% en Quebec y el 23% en Nueva Escocia. Cabe señalar que uno de los mandatos de las sociedades estatales de venta de cannabis es invertir todos sus beneficios en prevención e investigación.

La marihuana legal aportaba en enero de 2020 unos 5.800 millones de dólares canadienses (cerca de 3.900 millones de euros) al PIB del país. Un año después, la cifra llegó a 11.032 millones (7.400 millones de euros). En 2017, cuando sólo estaba autorizada la de uso medicinal, Ottawa había emitido 55 licencias de producción. Actualmente, la cifra es de 499. El Gobierno federal ingresó en el primer año de la legalización 12 millones de euros en impuestos y calcula que serán 148 millones en 2023. Las provincias ingresan el 75% de los gravámenes de venta y el fisco federal el 25% restante.

Pese a que los consumidores se decantan cada vez más por las tiendas legales, los productores autorizados siguen enfrentando escenarios turbulentos. Canopy Growth, la firma más importante del ramo, anunció en febrero que espera ser rentable en la segunda mitad de 2022. Cronos y OrganiGram podrían lograrlo en 2023. Sabrina Williams, directora ejecutiva de la Asociación Quebequesa de la industria del cannabis, dice estar en desacuerdo con varios puntos de la legalización. “Las restricciones en marketing y empaquetado dificultan desmarcarse de la competencia. Los impuestos especiales y los distintos permisos repercuten en nuestras cuentas. Debieron preverse exenciones en los primeros años. Es complicado acceder a la financiación. Tenemos problemas con el sistema bancario, sobre todo cuando llevas poco tiempo operando. No todas las compañías buscaron dinero en la Bolsa. Hay barreras considerables y el mercado negro se beneficia”, dice.

Williams añade: “Hay mucha marihuana ilegal circulando en internet. También hay personas con licencias de cultivo médico, pero que venden grandes cantidades a terceros. No se ha visto un esfuerzo de envergadura para atacar estos problemas que dañan al mercado legal”. Belzile cree que la prohibición no funciona, pero piensa que el mercado necesita ser más competitivo. “Habría que simplificar reglamentaciones que añaden costes, pensar en un mercado legal más abierto”.

Una demanda en los dos primeros años por debajo de lo esperado e inversiones destinadas a infraestructuras son otros factores que han hecho mella en los libros de cuentas de los productores legales. Como consecuencia, han tenido que despedir a buena parte de sus empleados (alrededor de 3.500 entre enero y junio de 2020). El Ministerio de Salud de Canadá informó en octubre que los productores tenían almacenadas 1.100 toneladas de cannabis.

El desempeño de las empresas en Bolsa también ha decepcionado. Semanas antes de la entrada en vigor de la legalización, las acciones de varias compañías se dispararon; el frenesí en esos momentos hacía de las suyas. Sin embargo, los títulos fueron perdiendo valor. En la segunda semana de febrero, la acción de Canopy Growth alcanzó su mejor registro en 18 meses, pero cotiza a 40 dólares canadienses, muy lejos de su techo de 67 alcanzado en 2019. Otras compañías —como Aurora y Tilray— también están mucho más lejos de sus máximos de aquel año, aunque viven ahora un cierto repunte.

Pequeños inversores

Para Rishi Malkani, analista de Deloitte sobre el mercado canadiense del cannabis, estas pequeñas subidas tuvieron que ver con que los nombres de algunas de estas compañías aparecieron en el foro WallStreetbets de Reddit, un asunto que animó a pequeños inversores, tal y como ocurrió con Gamestop. Por otro lado, John Zamparo, analista de CIBC World Markets, apuntó en un informe que el movimiento tiene que ver con que “se espera que la Administración de Joe Biden legalice el cannabis en el ámbito federal”. Ahora está despenalizado en 15 Estados. La opinión más extendida es que todavía se esperan tiempos de adaptación en el sector acompañados de volatilidad bursátil. La esperada legalización estadounidense difícilmente será realidad a corto plazo, aunque algunas empresas ya están moviendo ficha respecto a las oportunidades en el extranjero. No sólo en el país vecino; también en Europa.

En diciembre, Tilray y Aphria anunciaron su fusión. Se calcula que las ventas anuales conjuntas rondarán los 560 millones de euros. “Aphria necesitaba crecer fuera de Canadá, y la fusión con Tilray es la mejor respuesta porque tiene operaciones en Estados Unidos y una gran exposición internacional”, declaró Irwin Simon, presidente de la nueva compañía. Además de Estados Unidos, los directivos subrayaron las oportunidades de crecimiento en el mercado de la hierba medicinal en Alemania y el hecho de que Tilray cuenta con una licencia para operar en Portugal.

El 16 de febrero, Hexo anunció la compra de Zenabis Global; un acuerdo por unos 159 millones. “La estrategia de crecimiento de Hexo incluye expandir nuestra presencia global, y esta adquisición es un paso importante en esa dirección”, dijo Sébastien St-Louis, su director ejecutivo. Hexo ya tiene filial en Estados Unidos, pero busca apoyarse en las alianzas de Zenabis Global en Europa. Desde la asociación de empresas de la industria, Sabrina Williams cree que tarde o temprano la apertura en Estados Unidos y Europa llegará: “Los productores canadienses, dada nuestra experiencia, deberíamos estar mejor preparados. Pero las trabas que afrontamos lo están impidiendo”.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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