En Europa existen las experiencias de Holanda, Bélgica, Portugal y algunas capitales europeas. Estados Unidos, principal consumidor de estupefacientes, no se ha pronunciado en conjunto a favor de explorar otras alternativas que reduzcan la violencia asociada al tráfico ilegal y aumenten la seguridad de los consumidores, pero no se descarta que Alaska y Arizona sigan ahora los pasos de Colorado. Pronto se sumará el Estado de Washington y el de Nueva York lo está considerando. Son iniciativas políticas que responden a una estrategia más avanzada, que está obligando al Gobierno federal a reconsiderar su posición.
Frente a tales corrientes, alentadas por el fracaso de las políticas represivas, España se dispone a aumentar las multas y eliminar la posibilidad de acogerse a programas de desintoxicación. Es un error que ciertos expertos vienen señalando desde hace tiempo, por entender que una mayor severidad en la persecución no reduce el consumo y que esa tolerancia cero oficial permite actuar a las mafias del narcotráfico, deteriorando las estructuras de un país democrático.
Es imprescindible que los Gobiernos lancen paralelamente campañas de concienciación sobre los riesgos de la droga, con aproximaciones terapéuticas al problema. Lo que no se debe hacer es cerrarse, sin más, a las nuevas estrategias sociales.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.