Turistas y residentes se enfrentan a una multa de 100 euros por fumar cannabis en público en el distrito del barrio rojo y sus alrededores, pero a algunos comerciantes les preocupan las repercusiones
El espeso humo del cannabis estuvo notablemente ausente del aire del distrito del barrio rojo de Ámsterdam el jueves, el familiar olor fue sustituido por el frío y húmedo canal, y las ratas, en el primer día de la prohibición de fumar marihuana en público.
Tras años de quejas de los residentes por el comportamiento desenfrenado de los 18 millones de turistas anuales, las medidas enérgicas contra el turismo molesto se encuentran en pleno apogeo. El mes pasado, el ayuntamiento inició una campaña llamada “stay away” (mantente alejado) –dirigida en primer lugar a los británicos maleducados– que prohibió la venta de alcohol en las tiendas durante el fin de semana e impuso horarios de cierre más tempranos para los burdeles de ventanas y los bares.
Ahora, tanto turistas como residentes se enfrentan por igual a una multa de 100 euros (unos mil 900 pesos) por fumar cannabis en público en el distrito del barrio rojo y sus alrededores, con el objetivo de “reducir la aglomeración y las molestias en la zona”.
Para los lugareños, hartos de las despedidas de soltero escandalosas, los montones de basura y el uso de las puertas de sus casas como baños, la prohibición en el distrito de De Wallen –”las antiguas murallas de la ciudad”– es una señal de que se están tomando en serio sus preocupaciones.
La alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, y todos los partidos políticos coinciden en que las multitudes de turistas después de la pandemia han puesto en peligro la habitabilidad del lugar, mientras que en las horas pico los vehículos de emergencia no pueden acceder a las estrechas calles medievales.
“Por fin, se prohíbe fumar cannabis en espacios públicos”, comentó Diederik Boomsma, consejero del partido Llamada Demócrata Cristiana que lleva mucho tiempo haciendo campaña para que se prohíba a los turistas comprar cannabis.
“Esto transmitirá un importante mensaje a los estúpidos e inútiles que creen que pueden venir aquí de vacaciones sin ninguna moral. Noticia de última hora para todos los marihuanos: ¡váyanse a reír a otra parte! Esperemos que los ciudadanos de Ámsterdam recuperen su antiguo y hermoso centro de la ciudad de los zombis de ojos vidriosos”.
Els Iping, residente local, y el grupo “Stop de Gekte” (“Detengan la locura”) estaban tan hartos de las molestias que en los últimos meses organizaron rondas de vigilancia llamadas “Wallen Watch” durante las noches de los fines de semana, para pedir a los turistas que se comportaran.
“Ya no queremos esa imagen de sexo y drogas”, comenta, y añade que suspendieron las rondas debido a la intimidación de los comerciantes locales. “Los turistas nunca nos han insultado: solo nos piden perdón, porque también piensan que todo es un poco extraño. Estamos contentos con cada medida que toma el ayuntamiento”.
La ciudad tiene planes más ambiciosos. Halsema está en conversaciones con promotores privados para construir un polémico centro erótico de gran escala en otro lugar y retirar 100 ventanas de burdeles de Wallen. No ha renunciado a la idea de aplicar una ley nacional solo para residentes en los coffee shops, lugares donde se vende cannabis semilegal. Entretanto, existe la determinación nacional de acabar con la delincuencia relacionada con las drogas que, según sugieren las investigaciones, subyace a algunos de los negocios de los barrios rojos que usan el método sobre la base de efectivo.
Sin embargo, la tarde anterior al inicio de la prohibición, los propietarios de los negocios se reunieron preocupados en las calles, maldiciendo a los activistas locales y temiendo que los turistas dejaran de ir al lugar.
Jim Zielinski, uno de los voceros del coffee shop Bulldog y miembro de la junta directiva del grupo empresarial Biz Burgwallen, comentó que algunos de ellos estaban enojados. “El alma del barrio, lo que lo hace tan extraordinario, la están sacando poco a poco”.
Zielinski cree que la respuesta consiste en aplicar con más rigor las leyes vigentes contra el consumo de alcohol y el tráfico de drogas en la vía pública. “La ciudad simplemente no puede controlar la seguridad, la basura, las personas que caminan por las calles gritando y no tienen respeto”, señaló.
Algunos turistas que se encontraban en la zona en la mañana del jueves consideraron que era razonable prohibir el consumo público de cannabis mientras se sigue permitiendo comprar y fumar en los coffee shops. A Ethan Nordberg, estadounidense de 19 años que estudia en Alemania, le sorprendieron las nuevas multas. “Vimos carteles, pero pensábamos que solo estaban ahí”, comentó. Su amigo Jason Diehl, de 18 años, añadió que los Países Bajos seguían siendo relativamente permisivos. “Hay una multa de 140 euros (unos 2 mil pesos) por orinar en público, ¡pero en Estados Unidos entrarías en la lista de delincuentes sexuales por exhibicionismo!”, señaló. Un inglés de mediana edad sentado en la terraza de un café fumando furtivamente un porro no estaba al tanto de la campaña “stay away”. Decidió que no quería hablar con la prensa.
A algunos lugareños les preocupa que los habitantes de Ámsterdam tengan las mismas probabilidades de ser multados, especialmente tras las largas batallas con el ayuntamiento en torno a la nueva normativa de renta de alojamientos tipo Airbnb. “A los turistas les costará entender las normas, porque pueden fumar al otro lado del canal o en una terraza privada del barrio rojo”, explicó Maarten Bruinsma, presidente de la asociación Amsterdam Gastvrij y propietario de una posada.
“Así que solo podemos esperar que el ayuntamiento no trate a los infractores involuntarios de forma tan desproporcionada como lo hizo con los anfitriones de estancias cortas, que cometieron errores involuntarios debido a las complejas normas”.
La política suscitó reacciones contrarias entre los demás. Un fumador ocasional de marihuana comentó: “Casi le dan ganas a uno de sentarse en la escalera delantera de su casa a fumar cannabis en público”.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.