Mantener nuestras genéticas favoritas o fenotipos más característicos es sumamente sencillo a la vez que entretenido, apenas nos ocupará espacio y puede convertirse en todo un arte. En este nuevo número veremos cómo crear y mantener plantas madre para obtener buenos esquejes de ellas.
Por Nvidia
Hacer una planta madre es algo realmente sencillo, nos ayudará a mantener esa genética que tanto nos gusta o algún fenotipo específico que no queremos perder. La producción de esquejes variará en función de los cuidados que a dicha planta destinemos, siendo relativamente sencillo obtener decenas de esquejes en cada tanda si realizamos podas selectivas durante su crecimiento, buscando ramificar la planta al máximo y aumentando con ello el número de ramas disponibles para tal fin.
El punto más importante a la hora de realizar una planta madre es controlar el periodo lumínico, manteniéndolo siempre a dieciocho horas de luz y seis de oscuridad o directamente a veinticuatro horas continuas de luz, evitando así que la planta entre en floración. Dependiendo de las dimensiones de la planta madre usaremos más o menos lúmenes. Por poner un ejemplo: una planta madre en un contenedor de tres litros puede mantenerse perfectamente bajo una bombilla de bajo consumo de diez o quince vatios. En el momento que queramos aumentar el ritmo de crecimiento bastará con aumentar el número de vatios aportando así más lúmenes a la planta que estimularán su crecimiento.
El número de esquejes que obtendremos de cada planta madre variará dependiendo del tamaño de la misma y de las podas selectivas que le hayamos realizado. De forma que si queremos una planta que nos aporte muchos esquejes por tanda, procuraremos mantenerla en un contenedor medio de cinco o siete litros, con una iluminación buena y realizando podas clave para que sea lo más ramificada posible obteniendo así un gran número de esquejes. Si por el contrario sólo queremos mantener la genética por si algún día queremos sacarle un par de esquejes, bastará con un pequeño contenedor y una mínima iluminación, sin necesidad de realizar ninguna poda especial, incluso podemos realizar madres bonsái para que ocupen el mínimo espacio posible.
Si cada vez que cortamos una rama para usarla como esqueje dejamos por debajo del corte un nudo, de éste saldrán dos nuevas ramas. Si tras cortar estas nuevas ramas les dejamos otro nudo por debajo del corte obtendremos cuatro nuevas ramas asegurándonos así una producción continua de nuevas ramas y aumentando constantemente el número de éstas. Es por ello que realizar unas buenas podas mientras formamos nuestra planta madre nos garantizará un buen número de esquejes.
En función del tamaño final que queramos para nuestra planta madre usaremos un contenedor de más o menos capacidad, siendo lo habitual en plantas madre de indoor de tamaño mediano unos tres o cinco litros. Cuando la planta madre ha colonizado por completo el contenedor, es conveniente realizar una poda de raíces para evitar que entre en floración. En contenedores medios suele darse cada tres o cuatro meses y bastará con segar la parte inferior del cepellón y un poco las raíces laterales del mismo, con cuidado de no cortar la base de la planta. Aprovechando la poda podremos sustituir gran parte del sustrato por uno nuevo rico en nitrógeno, aportándole así buenos nutrientes y eliminando el viejo sustrato saturado en sales.
La poda de raíces es obligatoria si queremos mantener bien nuestras plantas madre, ya que cuando las plantas colonizan todo el contenedor y se quedan sin espacio para desarrollar nuevas raíces tienden a entrar en floración independientemente del ciclo lumínico que tengan. El abonado de las plantas madre irá en proporción del consumo de nutrientes de la mismas, ya que si tenemos unas plantas madre bajo una buena iluminación y aportando constantemente un número elevado de esquejes, éstas demandarán más nutrientes que cualquier otra planta madre que simplemente mantengamos bajo escasa iluminación y poco crecimiento. Usaremos siempre un abono de crecimiento rico en Nitrógeno, aunque lo mejor es abonarlas sólo cuando comencemos a notar alguna carencia, evitando así fertilizaciones excesivas e innecesarias.
Otro punto a tener en cuenta para mantener unas plantas madre en óptimas condiciones, es mantener unos parámetros de temperatura y humedad estables, siendo las condiciones óptimas para interior una temperatura media de veinticuatro grados y una humedad relativa constante entre el sesenta y el setenta por ciento. Con los puntos citados hasta el momento y aplicando de vez en cuando algún preventivo natural para evitar plagas de insectos u hongos, tendremos unas plantas madre sanas y eficientes.
A modo de ejemplo podéis apreciar en la imagen número #1 cómo se desarrolla una poda para obtener una planta madre de tamaño más bien pequeño que nos aportará una media de dieciséis o veinte esquejes por tanda. Si partimos desde semilla dejaremos que la planta crezca hasta tener unos cuatro nudos, realizando entonces una poda apical (cortando la punta de la planta), estimulando así el crecimiento de las ramas laterales. Si partimos de esqueje bastará con dejar un par de nudos antes de realizar la poda apical. La diferencia entre partir de semilla o esqueje es sólo el número de nudos a dejar, ya que partiendo desde semilla podaremos por completo los dos primeros nudos usando los dos siguientes para moldear nuestra planta madre.
Una vez que se han desarrollado las ramas teniendo unos tres o cuatro nudos por rama, doblaremos éstas y les aplicaremos también una poda apical para estimular las ramas de los nudos y obtener así una madre bien ramificada. Haremos lo mismo con las ramas del nudo inferior cuando se hayan desarrollado bien, ya que éstas suelen ir un poco más lentas. Al doblar las ramas facilitaremos la absorción de lúmenes de los pequeños brotes de los nudos más pegados al tallo, obteniendo así un crecimiento homogéneo de todas las ramas. En este ejemplo hemos usado unos clips a modo de ganchos y un poco de hilo para mantener las ramas tumbadas. Pasado un tiempo, cuando cojan consistencia y se queden tumbadas podremos eliminar estas sujeciones.
Tal y como hemos comentando anteriormente, cuando crezcan estas nuevas ramas y las cortemos para obtener esquejes, dejaremos siempre como mínimo un nudo por debajo de cada corte, asegurándonos así dos nuevos brotes por corte. Como en todo, existen muchísimas formas de realizar las podas que determinarán la producción de esquejes de nuestras plantas madre, al igual que muchísimas técnicas del moldeado y mantenimiento. Ésta que hemos mencionado es de las más sencillas y eficientes. En la red existen multitud de buenos tutoriales sobre cómo realizar moldeados o madres bonsáis que apenas ocuparán espacio. Os invitamos a leerlos.
Una vez que hemos visto cómo crear nuestras plantas madre, nada mejor que ver también cómo sacarles provecho obteniendo de ellas los esquejes que entrarán en nuestro próximo cultivo. Con esto buscamos cultivar una variedad ya conocida sin necesidad de partir de semillas, ahorrando así unos cuantos euros y tiempo, ya que el periodo de crecimiento se reduce considerablemente con respecto al cultivo desde semilla. También nos aseguramos unos fenotipos sumamente homogéneos, ya que los esquejes son idénticos en comportamiento y producción a las plantas madre en un 99,9%.
Para obtener unos esquejes sanos e hidratados, debemos regar la planta que vamos a esquejar con un mínimo de cuatro o cinco horas de antelación, siendo conveniente haberla regado con generosidad el día anterior. De esta forma las ramas que vamos a usar estarán bien hidratadas y soportarán mejor el shock que les supone comenzar a desarrollar nuevas raíces. Existen multitud de opiniones sobre cuándo realizar los esquejes, si tras el periodo de oscuridad o al final del periodo lumínico. Todas son buenas aunque personalmente prefiero regirme por el calendario biodinámico que explicaré más adelante.
Para realizar esquejes necesitaremos tener un espacio de trabajo limpio y desinfectado, para evitar bacterias que puedan perjudicar a nuestros nuevos esquejes. Necesitaremos un cutter o bisturí (podemos comprar un bisturí en cualquier farmacia a muy bajo precio), hormonas de enraizamiento, un pincel, un vaso de agua con el ph corregido y nuestra planta madre, a la cual cortaremos las ramas para obtener esquejes, además del sustrato o medio donde vayamos a implantar los nuevos esquejes y un invernadero.
Sobre el sustrato o medio donde enraizar los nuevos esquejes existen multitud de opciones, desde usar los clásicos jiffis o semilleros a tacos de lana de roca o arlita, siendo incluso innecesarios si nos decantamos por usar aero-clonarodes o hidro-clonadores. Dependiendo del medio necesitaremos usar también unos valores de pH y estimuladores diferentes. Y aunque todos son realmente interesantes y prácticos, en este articulo nos centraremos en algo tan sencillo y habitual como los clásicos semilleros de plástico que podemos encontrar en cualquier grow shop, vivero o floristería, tal como podéis ver en la imagen #2.
Rellenaremos el semillero con un sustrato flojo en nutrientes (light) y lo regaremos con agua con el pH entre seis y seis con cuatro. No hace falta encharcarlo, con que quede bien húmedo es suficiente. Tampoco es necesario añadir ningún estimulador de raíces. Una vez regado realizaremos agujeros con la ayuda de la punta superior del pincel facilitando así la inserción de los esquejes que vamos a implantar.
Una vez preparado el medio donde insertar los esquejes, procederemos a cortar las ramas de nuestra planta madre depositándolas en un vaso con agua para evitar que el tallo quede expuesto al aire. También podemos ir cortando las ramas sobre la marcha si no queremos usar el vaso o simplemente son pocos los esquejes que queremos realizar. Debemos tener presente que las ramas que usemos para realizar esquejes deben tener un mínimo de tres o cuatro nudos, ya que como mínimo debemos enterrar un nudo siendo recomendable dos, a la par de dejar uno o dos por encima del sustrato también. Lo normal en plantas con distancias internodales medias es cortar ramas de seis a quince centímetros para realizar los esquejes.
Una vez hemos cortado la rama, con la ayuda del bisturí o cúter cortaremos la rama que sale del nudo que vamos a dejar enterrado (o los nudos) y la base del tallo en un ángulo de cuarenta y cinco grados, tal como se aprecia en las imágenes #4 y #5. Cortar la base con ese ángulo tiene el fin de aportar el máximo de superficie a la que aplicar hormonas de enraizamiento, que haremos con la ayuda del pincel tanto a la base como al nudo o nudos que vayamos a enterrar. Si los esquejes son gruesos podemos raspar un poco con el bisturí la parte del tallo que quedará enterrada aplicándole también hormonas, como vemos en la imagen #6. Esta técnica es de las más sencillas, aunque existen muchas otras igual o más eficientes, algunas como cortar longitudinalmente la base dejando ésta de forma bífida, ampliando así el campo donde aplicar hormonas de enraizamiento y producción de nuevas raíces.
Una vez aplicadas las hormonas de enraizamiento, que siempre aconsejo sean liquidas por su facilidad de uso, colocaremos la rama en el semillero aprovechando los agujeros que anteriormente habíamos realizado. Una vez insertada presionaremos levemente el sustrato de alrededor del tallo para que quede en completo contacto con la parte enterrada, tal y como vemos en la imagen #7. Si usamos jiffis en vez de semillero es recomendable rodear y apretar el jiffi con la ayuda de un poco de hilo para que éste quede en completo contacto con la parte de la rama que hemos enterrado en él.
Cuando hayamos insertado todas las ramas que queramos enraizar en el semillero, colocaremos éste dentro de un invernado al cual pulverizaremos agua por el suelo y paredes, sin pulverizar directamente sobre las hojas de los esquejes. Con esto nos aseguraremos una humedad relativa muy alta dentro del invernadero durante los primeros días, ya que las ramas al no tener aún raíces por donde hidratarse necesitarán hacerlo mediante las hojas.
Siguiendo estos sencillos pasos deberíamos tener enraizados todos nuestros esquejes en unos quince días. Dejaremos el invernadero completamente cerrado durante los cinco primeros días, manteniendo así un nivel muy alto de humedad. Después abriremos poco a poco la trampilla de respiración del invernadero o tapa, durante los días restantes, haciendo que la humedad baje progresivamente pero sin cambios muy bruscos. Tras dos semanas y manteniendo unos parámetros de humedad correctos y una temperatura alrededor de los veinticuatro grados podremos observar las raíces de nuestros nuevos esquejes, como en la imagen #9, los cuales están listos para ser trasplantados.
Un error muy común a la hora de realizar esquejes es poner una iluminación excesiva sobre el invernadero. Para un invernadero medio de unos cincuenta centímetros bastará con una simple bombilla de bajo consumo de veinte vatios o unos tubos fluorescentes. Cuando los esquejes tengan raíces podremos aumentar la iluminación sin problemas. Personalmente me gusta realizar esquejes con ciclos de veinticuatro horas continuas, pero como en todo, para gustos, colores. La temperatura es muy importante también, siendo recomendable usar invernaderos calefactados en invierno ya que con una temperatura excesivamente baja o alta, los esquejes no se desarrollarán bien o simplemente morirán.
A la hora de hacer esquejes me gusta echar un vistazo el calendario biodinámico para saber cuándo es el momento óptimo. Tengo que decir que se aprecia mucha diferencia usando estos días definidos en los que la influencia de los planetas es favorable con respecto a otros días cualquiera. Os invito a que hagáis la prueba y opinéis por vosotros mismos. Para quienes tengáis curiosidad en probar, procurad cortar los esquejes el último día de luna creciente ascendente a ser posible con pleamar y plantarlos al día siguiente con luna creciente descendente, a ser posible en bajamar; veréis qué forma de sacar raíces ;). Sed felices, Nvidia.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.