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¿Qué opinaba la medicina en el siglo XIX del cannabis?

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Durante todo el siglo XIX encontraremos diferentes referencias del cannabis en diversas revistas médicas. La lista podría ser interminable pero con un ejemplo podríamos comenzar con el de Samuel Carey que en 1833 en el Suplemento a la Farmacopea y Tratado de Farmacología aconseja al cannabis para realizar una bebida “embriagadora” agradable.

Un investigador italiano

Giovanni Polli nació en 1815. En 1837 se graduó como cirujano en la Universidad de Pavía. Fue profesor de medicina en Milán y en el Instituto Técnico de Santa Marta fundó en 1860 un Gabinete de Química Aplicada. En 1845 se convirtió en editor de la revista Anales de Química Aplicada a la Medicina (ACAM) en Milán que dirigió hasta poco antes de su muerte en 1880 (Escohotado, 1999:592). Polli fue el primer ‘experimentador cannábico’ italiano durante más de treinta años. Estaba tan interesado en el cannabis, y creía en su inocuidad, que experimentaba sobre sí mismo junto con otros médicos y solo (Polli, 1860). Utilizó cannabis como medicina para el tratamiento de diversas enfermedades e informó de sus resultados en su revista (Polli, 1860a). Publicó informes de experimentos llevados a cabo por otros médicos. Recibía numerosa información sobre el uso terapéutico del cannabis en diferentes países de Europa y América. A principios de 1847 Polli recibió hachís enviado por un comerciante de Alejandría. Consumió por primera vez el 19 de junio 1847.  Polli siguió consumiendo fuertes dosis de hachís para experimentar y afirmaba que existían tres viajes diferentes dependiendo de la sangre, el sistema nervioso y linfático.

El doctor Polli fue el primero en Italia en realizar un estudio en profundidad sobre los efectos farmacológicos de hachís en los humanos. Los trabajos pioneros de Giovanni Polli, Carlo Erba, Andrea Verga y Filippo Lussana fueron los ensayos cannábicos más importantes del siglo XIX. El Doctor Polli fue un pionero de la ciencia (Cremona, 2012) que promovió el interés por el cannabis en medicina clásica italiana. Polli fue el primer europeo que probó la extracción de los principios activos del cannabis. Para probar la eficacia de sus preparativos Polli experimentó sobre sí mismo y les hizo probar diferentes extractos de cannabis a sus amigos y médicos allegados, entre ellos su hermano Cesare. Carlo Erba fue el primero en Italia en comercializar productos de cannabis en su farmacia de Brera en Milán. A partir de ese momento su empresa farmacéutica creó una importación continúa del producto bruto de los países árabes. Esta importación de cannabis nunca se detuvo hasta que el período del régimen fascista ya en el siglo XX. Los efectos en el profesor Polli fueron que obtenía una sensibilidad extraordinaria y decía que el cannabis era una nueva forma de prolongar la vida, o al menos la conciencia de la vida (Cremona, 2012).

Polli (1860a) informó de un tratamiento con cannabis de un caso de hidrofobia (rabia). Aunque la administración de este medicamento no pudo salvar la vida del paciente, la hidrofobia era en ese momento incurable, Polli señaló cómo el hachís podría incluirse como un adyuvante y como tratamiento “excelente paliativo” en el hidrófobo. Con el hachís el hidrófobo o enfermo de rabia cesan los temblores y se convierte en un paciente tranquilo y confiado. Incluso se le pueden quitar los grilletes hasta la hora de su fallecimiento. El hachís se convirtió en un calmante benigno y seguro pero no cura la enfermedad.

Polli (1863) informó de un tratamiento terapéutico con dawamesk (hachís) en un caso de lipemanía o melancolía a una mujer de 35 años. La paciente además sufría insomnio y anorexia. Estaba debilitada y obsesionada con diversas fobias. Con la intervención del Dr. Polli y el dawamesk se recuperó por completo en poco tiempo.

Giulio Ceradini escribió en 1864 un artículo en los Anales de Química Aplicada a la Medicina sobre los efectos del hachís. Giulio también era milanés, estudiante de la escuela de medicina y alumno de Polli. Ceradini (1864) experimentó con hachís la noche de Navidad de 1863. A pesar de que lo describió como desagradable, a saber cuánto se metió en el cuerpo, lo describió magistralmente en su artículo. Al principio de la experiencia Ceradini se creía capaz de manejar psicológicamente los efectos del hachís pero en algún momento de la noche se sintió abrumado y no supo manejar la experiencia de manera positiva.

Andrea Verga fue director del Hospital Maggiore. El 10 de junio 1847 participó como observador en la primera experiencia de consumo de cannabis de colegas médicos. El acontecimiento fue descrito por el Dr. Polli, Francesco Viganò y Peter Mordaret y Andrea Verga (1847). Los tres médicos, utilizando el hachís que habían obtenido del Dr. Polli, emprendieron esta experiencia juntos en un hotel de la localidad de Porta Tosa (actual Porta Vittoria), en Milán. Al describir los efectos del hachís el comportamiento de los tres investigadores comenzó a cambiar. Ellos tomaron una dosis oral. La experiencia fue agradable y a veces emocionante.

Las revistas médicas de la época

En 1846, el doctor y psiquiatra Amariah Brigham (1798-1849), editor del American Journal of Insanity, en los Estados Unidos, utilizó cannabis para trastornos psiquiátricos al hacer una revisión bibliográfica y leer los experimentos de Moreau. Brigham envió a Calcuta, India, a uno de sus ayudantes para que le trajera cannabis y poder así tratar a los pacientes del Lunatic Asylum de Utica (Nueva York). El tratamiento según lo escrito por el doctor Brigham fue eficaz declarando que: “Partiendo de nuestra experiencia limitada, lo consideramos un remedio muy enérgico, y digno de ulteriores experimentos con los enfermos mentales; agradecemos al Sr. Moreau que nos haya llamado la atención sobre su empleo” (Brigham, 1846: 275-281).

A mediados de este siglo se hicieron estudios sobre el cannabis intentando descubrir cuál era la dosis mortal. Los doctores Spivey, Wood y Easterfield experimentaron con un perro que pesaba 12 kilos. Se le inyectaron 57 gramos exactos de líquido de cannabis en la yugular. Para la sorpresa de los investigadores el animal se recuperó tras estar inconsciente día y medio (Andrews y Vinkenoog, 1977: 100). Ellos nunca descubrieron la dosis mortal. Sólo se ha conseguido determinar por extrapolación de otros estudios llevados a cabo en ratones, una dosis teórica letal equivalente a lo que representaría la administración de medio kilo o lo que es lo mismo 40.000 porros (Grispoon, 1993).

En 1860 la Sociedad Médica de Ohio, en la obra de R. R. McMeens “Report of the Committee on cannabis indica; from transactions of the Fifteenth Annual Meeting of the Ohio State Medical Society”, catalogó las condiciones en el que el cannabis había sido usado con éxito: neuralgia, reuma nervioso, tos ferina, tos crónica, asma, insomnio, bronquitis crónica, espasmos musculares, tétanos, epilepsia, convulsiones infantiles, parálisis, hemorragia uterina, dismenorrea, gonorrea, histeria, tratamiento para alcohólicos y opiómanos, pérdida de apetito, tratamiento de locura, dolor de estómago, psicosis de postparto, etc… Como hipnótico lo comparó al opio: “Sus efectos son menos intensos, y las secreciones no son suprimidas en tal alto grado. La digestión no sufre perturbaciones; el apetito más bien se acrecienta… El efecto global del cáñamo, siendo menos violento y produciendo un sueño más natural, sin interferir en las acciones de los órganos internos, es sin duda preferible en muchas ocasiones al del opio, aunque no sea igual a esta droga en fuerza y fiabilidad”  (Grinspoon y Bakalar, 1997:29).

Así suelen señalarse los trabajos de O’Shaughnessey (1839), Aubert-Roche (1840) y Moreau de Tours (1845) como los que más contribuyeron a la difusión de los efectos psicoactivos del cannabis y a su posible utilidad médica, pasando de ese modo a formar parte del conjunto terapéutico de las farmacopeas europeas. En la prensa médica española de la época encontramos una rápida traducción de algunos de estos trabajos Noticia sobre el haschish (1840); Acción fisiológica del haschish sobre el hombre (1849), Acción del haschish en el organismo humano (1849) o Ensayos acerca de las propiedades hipnóticas del haschish en las enfermedades mentales (1869). La psicoactividad del cannabis ya era sobradamente conocida desde el siglo XVI en España con la edición de la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, de N. Monardes. Como precisa M. Pérez Mínguez describiendo el Catálogo de las “sustancias medicinales presentadas en la Exposición Castellana” de 1859: “En el valle de Esgueva y muchos otros pueblos se cultiva y beneficia para la elaboración de tejidos y objetos de cabrestería; en medicina se empieza a usar el aceite fijo de cañamones, contiene una materia glutinoso-resinosa que tiene en particular, el cultivado en países cálidos como la Persia, la cualidad de embriagar y narcotizar”.

Podemos encontrar en la literatura médica decenas de fórmulas y procedimientos de preparación para el tratamiento de muy diversas patologías que podríamos agrupar de la siguiente manera:

  1. Trastornos de origen nervioso: melancolía, histerismo, cólera, delirium tremens, jaqueca, neuralgias, ciática, insomnio, neurastenia, impotencia, anafrodisia femenina, hemicránea.
  2. Trastornos genitourinarios: blenorragia, prostatitis, cistitis, dismenorrea, metrorragias.
  3. Afecciones de las vías respiratorias: catarro crónico, enfisema, asma, coqueluche, tisis.
  4. Problemas gastrointestinales: úlcera, anorexia, colitis, mucomembranosa, diarreas o dispepsia.
  5. Trastornos cutáneos: dartros, herpes, comezones rebeldes, callosidades, verrugas, lupus, prurito.
  6. Ciertas enfermedades infecciosas: tétanos, cólera, peste, erisipela, fiebres eruptivas, hidrofobia.
  7. Como analgésico en la cefalea, ataxia locomotriz, cólicos y tópicamente en extracciones dentarias, gota y reumatismo.
  8. En el bocio, cólicos, epistaxis, envenenamiento crónico por cloral y opio.

Pero también hubo doctores contrarios al uso médico del cannabis. A mediados de siglo el doctor E. Whineray afirmaba que el hachís es “una droga impura y tosca, cuyo uso está obviamente excluido de la terapia civilizada” (Escohotado, 1999:474). Lo que más sorprende a los médicos de la época son las grandes diferencias entre las calidades de la planta, que no se diferencian mucho las unas de las otras. Los intentos por aislar los principios activos resultaron fallidos. También llama la curiosidad a los investigadores su baja toxicidad, en relación con su potencia psicoactiva (Escohotado, 1999:474).

El cannabis entra en distintas farmacopeas

A partir del segundo cuarto de siglo de este siglo XIX el cannabis entra sin ninguna reticencia por parte de las autoridades sanitarias en todas las farmacopeas europeas. Por ejemplo la primera mención del cannabis en la farmacopea griega es en 1837 y estaba basado de un texto bávaro (Abel, 1980). Pero no es hasta 1875 en que se especifican las propiedades medicinales y narcóticas de la planta en textos médicos griegos.

Incluso llega a entrar en la farmacopea de los Estados Unidos. Así en 1843 se publica la quinta edición del Dispensatory of the United States of America por George B. Word y Franklin Bache. En dicha publicación se afirma que aumenta el apetito, alivia el dolor, actúa como afrodisíaco, produce sueño y a grandes dosis, un tipo peculiar de delirio y catalepsia. También se emplea en el reuma y el cólera (Mikuriya, 1973: 13-27). Dos años después, en 1845, figura en el United States Dispensatory. En él se menciona que existían extractos de cannabis que producen sueño, alivian espasmos, calman la inquietud nerviosa y mitigan el dolor. Estaba recomendado para neuralgia, gota, tétanos, hidrofobia, cólera, histeria, depresión, aumentar el apetito, locura y hemorragia uterina. Recomendaba una dosis alta (20 gramos) en los diferentes tratamientos (dicha dosis pondría a un fumeta actual en el mismo cielo). También actuaba como un afrodisíaco y a dosis altas producía sueño y un tipo peculiar de delirio o catalepsia (Wood y Bache, 1854:339). Así que de 1842 a 1937 el cannabis era el medicamento más recetado de la farmacopea americana para cientos de enfermedades diferentes.

BIBLIOGRAFÍA

  • Abel, E.L. (1980). Marihuana: The first 12,000 years. Plenum Press, Nueva York.
  • Andrews, G. y Vinkenoog, S. (1977). El libro de la Yerba, Anagrama, Barcelona.
  • Brigham, A. (1846). Review of Moreau de Tours, J : Du hachisch et de l’alienation mentale, American Journal of Insanity,
  • Ceradini, G. (1864). Relazione di alcuni effetti dell’haschisch provati da G.C. Annali di Chimica Applicati alla Medicina, vol. 38 (3° s.), pp. 111-127.
  • Conrad, C. (1998). Cannabis para la salud, Martínez Roca, Barcelona.
  • Cremona, M. (2012). Giovanni Polli, 1812-1880. Un pioniere fra scienza, medicina, esperimenti cannabinici e cremazione di cadaveri, Pro Oggebbio, Oggebbio (Verbania), 48.
  • Escohotado, A. (1999). Historia general de las drogas, Espasa Forum, Madrid.
  • Grinspoon, L. y Bakalar, J.B. (1997). Marihuana. La medicina prohibida. Paidós, Barcelona.
  • Mikuriya, T.H. (1973). Marijuana Medical Papers 1839-1972, Medi-Comp Press, Oakland, California.
  • Polli, G. (1860). Esperimenti sugli effetti dell’haschisch ad alta dose. Annali di Chimica Applicati alla Medicina, vol. 30 (3°s.), pp. 23-34 y 89-103.
  • Polli, G. (1860a). Risultato di un esperimento terapeutico dell’haschisch nell’idrofobia. Annali di Chimica Applicati alla Medicina, vol. 31 (3°s.), pp. 366-371.
  • Polli, G. (1863). Lipemania guarita coll’haschisch. Annali di Chimica Applicati alla Medicina, vol. 36 (3°s.), pp. 72-75.
  • Verga, A. (1847). Lettera sull’haschisch. Gazzetta Medica di Milano, 10 luglio 1847, pp. 263-264.
  • Wood, G. B. y Bache, F. (1854). The dispensatory of the United States, Lippincott Branbo & Co., Filadelfia.

Acerca del autor

Isidro Marín Gutiérrez nació en la ciudad de Huelva en 1975. Es Doctor en Antropología Social y Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Ha publicado 29 artículos en revistas científicas, 18 libros y 15 capítulos de libros. Entre sus múltiples publicaciones e investigaciones

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