Cannabis Magazine 230

Mi experiencia profesional como psicólogo en centros de atención a drogodependientes es muy reducida: un año de prácticas en un CAD, seis meses cubriendo una baja maternal en una comunidad terapéutica y otros seis meses cubriendo una baja por depresión en un CAID. De tal manera que los casos clínicos que tuve ocasión de ver y de tratar fueron, indudablemente, muy pocos. A mi lado, por tanto, cualquier profesional con años y años de baje a sus espaldas, podrá hablarnos de casos infinitamente más sorprendentes, llamativos e interesantes; al igual que cualquier yonki con años y años de experiencia sobre sus hombros podrá contar mil y una batallitas, de nuevo, más chocantes, asombrosas y entretenidas que las que yo pueda contar. A unos y a otros les invito, en consecuencia, a que nos cuenten sus historias, así como cuento yo las mías y hablo yo de las personas con las que interactué, dándose el caso, como ven, de que esta revista lo publica y, usted, lo lee. De modo que, ¡venga!, anímense, que, si ustedes leen mis relatos, con más razón leería yo los de ustedes. Juan Comentaba en otro artículo que, el hecho de consumir drogas y de trabajar de psicólogo en centros de atención a drogodependientes, en ocasiones me ponía en situaciones comprometidas ante la posibilidad de que salieran a relucir mis consumos. No obstante, lo contrario también era posible, es decir, que el hecho de ser usuario de sustancias psicoactivas y de frecuentar los entornos de uso de drogas, podía situar a mis pacientes en situaciones comprometidas en las que salieran a relucir consumos que, en terapia, negaban estar llevando a cabo. Veamos un ejemplo. Cuando trabajaba en el CAID tenía un paciente, llamémosle Juan, que estaba en tratamiento por mandamiento judicial. Es decir, había tenido un problema con la justicia, había alegado su condición de usuario problemático o dependiente de las sustancias psicoactivas y se había librado de cumplir la preceptiva pena de prisión bajo la condición de que siguiera un tratamiento en un centro acreditado, manteniendo la abstinencia durante el período suficiente como para que el equipo terapéutico estimase que estaba preparado para recibir el alta. Juan había “ “MI EXPERIENCIA PROFESIONAL COMO PSICÓLOGO EN CENTROS DE ATENCIÓN A DROGODEPENDIENTES ES MUY REDUCIDA: UN AÑO DE PRÁCTICAS EN UN CAD, SEIS MESES CUBRIENDO UNA BAJA MATERNAL EN UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA Y OTROS SEIS MESES CUBRIENDO UNA BAJA POR DEPRESIÓN EN UN CAID 117 gstockstudio (depositphotos)

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