Cannabis Magazine 231

107 sigue siendo la situación hoy en día, y es que cada año mueren más personas por sobredosis debida a estas sustancias que todos los muertos del país en las guerras de los últimos 70 años juntas. En este punto, en lugar de abordar el problema con mejores políticas sobre drogas, programas de mantenimiento, reducción de riesgos o tratamiento médico adecuado, ha llegado un congresista republicano del estado de Texas, llamado Michael McCaul y acaba de enviar a las cámaras legislativas una propuesto llamada “H.R. 3205” o “Project Precursor Act”, que pretende, entre otras cosas, hacer que el fentanilo y sus derivados pasen a ser considerados armas químicas y sean incluidos a todos los niveles en las convenciones internacionales sobre este tema, y todo eso a pesar de que el fentanilo está considerado por la Organización Mundial de la Salud como uno de los medicamentos esenciales, con todo lo que ello implica. Y ahora, la otra pregunta: ¿qué se considera arma química? La historia de las armas químicas se puede considerar que comienza hace algunos milenios, cuando se envenenaban los pozos de agua con cadáveres de animales o de personas para atacar a una población, o directamente se lanzaban cadáveres de enemigos muertos dentro de las ciudades asediadas para expandir enfermedades que estos podían transmitir. Actualmente, la definición es que un arma química es una munición especializada para causar la muerte o daño a seres humanos, y que puede ser cualquier compuesto químico usado como arma o sus precursores, y que puedan causar también incapacidad temporal, irritación de los sentidos, heridas y otros daños a través de su acción química. Los proyectiles o herramientas usadas para lanzar estos ataques, se consideran también armas químicas, estén o no preparadas para su uso. La historia nos muestra que ya los primeros intentos de evitar el uso de armas químicas en las guerras datan del siglo XVII, cuando Francia y el Sacro Imperio Romano acordaron la prohibición del uso de balas venenosas en sus guerras, en el “Acuerdo de Estrasburgo”. Y desde ahí ha habido todo tipo de tratados, como el de La Haya, que prohibía el uso de gases venenosos o asfixiantes en 1899 (firmada por 31 países); el de 1907, que prohibía las armas venenosas (firmado por 35 países); el Tratado de Versalles, que prohibía a Alemania la producción o compra de gases venenosos; el “Protocolo de Ginebra”, que fue ratificado por 137 países en 1925 y que prohibía el uso de gases asfixiantes, venenosos y otras formas de armas químicas; la “Convención sobre armas químicas” de 1993, ratificada por 188 países, que prohibía el desarrollo, producción, compra, acumulación, tráfico y uso de todo tipo de armas químicas y obligaba a los países a declarar sus arsenales y a destruirlos progresivamente, hasta la “Resolución 1540” del 2004, por parte del Consejo de Seguridad de las ONU, y ratificada por todos los países miembros, para desarrollar medidas legales y regulatorias contra la proliferación de armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares así como de sus sistemas de uso, con los ojos puestos especialmente ya en actores que no fueran países sino organizaciones armadas o terroristas. Pero entre todos estos tratados y convenciones, hubo muchos que nunca se ratificaron y otros tantos que se fueron violando e incumpliendo al mismo ritmo que se firmaban. Entonces, ¿qué sentido tiene esta propuesta “H.R. 3205”? Pues, si miramos sus contenidos, el título directamente expresa que su objetivo es acabar con la cadena de producción de fentanilo a nivel internacional y “otros propósitos”. ¿Qué quiere decir esto exactamente? Pues, para empezar, aumentar los poderes de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos y de sus organizaciones a Michael McCaul, el creador de la propuesta de ley “H.R. 3205” “ “MÉXICO, POR BOCA DE SU PRESIDENTE LÓPEZ OBRADOR, YA HA DICHO QUE EN SU PAÍS NO SE PRODUCE FENTANILO Y SE OPONE COMPLETAMENTE A LA APROBACIÓN DE ESTA INICIATIVA

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