Cannabis Magazine 231

Fue el hachís lo que realmente hizo que los europeos se fijaran en las propiedades medicinales y psicoactivas únicas del cannabis. Antes del siglo XIX, esta resina concentrada rara vez se veía fuera de sus tierras de origen en el norte de África, Asia Meridional y Oriente Medio. A diferencia del tabaco, que simplemente se cosecha y se cura, separar la resina de un cultivo de cannabis psicoactivo era un laborioso proceso que no solía producir cantidades exportables de hachís. El cannabis psicoactivo llamó la atención de la profesión médica occidental por el artículo que el doctor W. B. O'Shaughnessy publicó en 1838 en el Bengal Medical Journal. Su párrafo inicial menciona que la Europa contemporánea tenía poco interés en esta forma exótica y embriagadora de cannabis: "Pero en Europa occidental, su uso como estimulante o como remedio es igualmente desconocido. Con la excepción del ensayo, como un juego, de la ‘Hasheesh’ egipcia por unos jóvenes en Marsella, y del uso clínico del vino de cáñamo por Mahneman... he sido incapaz de rastrear cualquier noticia del empleo de esta droga en Europa". De Este a Oeste La expansión económica, tecnológica y colonial de Europa a lo largo del siglo XIX permitió a la gente viajar más rápido y más lejos que nunca. Al regresar a Occidente, los primeros turistas de élite trajeron historias sensacionales y nuevas ideas de Asia, algunas de ellas relacionadas con las drogas. En los círculos artísticos y bohemios, el hachís se consideraba como una puerta a un estado de inocente asombro y excitación que faltaba en el Occidente industrial, imperial y anquilosado. El hachís se asoció con el orientalismo, una noción romántica, basada en actitudes coloniales en la que personas exóticas vestidas con sensuales sedas hacían cosas exóticas, comían comidas exóticas y se relajaban en harenes y baños turcos fumando en pipas hookah. Algunas pipas de la colección No se sabe con exactitud cuándo se comenzó a fumar cannabis con fines recreativos, pero se pueden encontrar indicios de este uso por todo el mundo. Con frecuencia, el cannabis se fumaba usando pipas, simplemente como una herramienta para poder quemar marihuana o hachís e inhalar así el humo de forma más eficaz. Las pipas más antiguas que se conocen se encontraron en un cementerio de Laos. Tienen unos 3.000 años de antigüedad y lo más probable es que se utilizaran para fumar cannabis. En el sur y el oeste de África, la marihuana se quemaba en pequeños hoyos cubiertos y, a continuación, el humo se inhalaba a través de cañas de madera desde estas “pipas terráqueas”. La colección del museo contiene algunos cientos de pipas, de entre las cuales las más bonitas se exponen en Ámsterdam y en Barcelona. Se pueden observar desde pipas africanas ricamente decoradas, a las pipas típicas holandesas de piedra caliza blanca del siglo de oro, así como sencillas pipas asiáticas junto a hookahs, los elegantes narguiles del Este. A continuación, os presentamos algunos de los modelos de pipa más representativos. Cuenco de pipa de arcilla roja Los hallazgos arqueológicos indican que un objeto rudimentario parecido a una pipa se conocía en la Edad de Piedra. Cuando los humanos fueron capaces de fabricar pequeños braseros portátiles y clavar una caña hueca para inhalar el humo, nació la pipa. Se han hecho de muchos materiales, incluyendo piedra, hueso, metal, madera o arcilla, como esta sencilla cazoleta de barro de Sudamérica. Pipa de cuerno de ganado Los zulúes de Sudáfrica fumaban cannabis con una pipa hecha de cuerno de ganado y un tubo corto de caña en el que encaja un cuenco de cerámica bien hecho con boca constreñida. En los juegos de fumar, el humo y la saliva se soplaban a través de una pajita en el suelo. Para ganar, se rodeaba al "ejército" del contrincante con un círculo de escupitajos de saliva. Estos desafíos de saliva se entremezclaban con las reuniones sociales en Sudáfrica. 50 El museo

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