Cannabis Magazine 231

ocultaron durante décadas los datos que conocían sobre la relación entre fumar y cáncer o el potencial adictivo de la nicotina3. Existen suficientes evidencias sobre esta manipulación activa de información, así como de la estrategia coordinada para manejar los procesos judiciales en su contra, inyectando ingentes cantidades de dinero para dilatarlos4. También hay pruebas sobre el uso de la influencia política de la industria del tabaco para obstruir y retrasar regulaciones estrictas sobre sus productos o la financiación de estudios pseudocientificos3, 4 y 5. Pero, por poner un poco las cosas en su contexto, añadiremos que la industria del tabaco no tiene el monopolio de prácticas mafiosas. Las industrias petroleras y petroquimicas han ocultado de forma intencionada los efectos dañinos de sus actividades. Empresas químicas como Monsanto han sido acusadas de minimizar los riesgos de productos herbicidas como el glifosfato6 y de influir en la regulación para ocultar información perjudicial. Las empresas de amianto también han ocultado información sobre el potencial cancerígeno de este material, provocando la muerte de miles de personas en todo el mundo7. Las prácticas de la industria alimentaria (que altera precios, presenta la información nutricional de forma engañosa o promueve alternativas poco saludables como la margarina frente a la mantequilla) tampoco sale muy bien parada. Y no tenemos que remontarnos mucho en el pasado para encontrar ejemplos de actitudes criminales en la industria farmacéutica. El lanzamiento del OxyContin en 1996, como un analgésico de liberación prolongada, es un elemento imprescindible para explicar la reciente "epidemia de opiáceos" que sufre Estados Unidos. A pesar de la información sobre los riesgos, Purdue Pharma adoptó una estrategia de marketing engañosa para minimizar los riesgos y promover su uso generalizado. Los representantes de ventas engañaron a los médicos sobre su bajo potencial adictivo. Además, la compañía ocultó y manipuló datos sobre la adicción y el abuso del medicamento en informes presentados a las autoridades reguladoras. La comercialización y posterior retirada de Vioxx, un antiinflamatorio comercializado en 1999 y retirado cinco años después por efectos tóxicos que ya eran conocidos por el laboratorio, es otro de muchos ejemplos. Cuidado: no estamos justificando los excesos de la industria del tabaco señalando que el resto de las grandes corporaciones industriales también se han dedicado a pasarse la salud pública y los derechos humanos por el forro. Lo único que estas reflexiones pretenden poner de manifiesto es que los problemas de las políticas de drogas no pueden presentarse en forma de una lucha del bien contra el mal. Los puntos oscuros de la industria alimentaria o farmacéutica 85 Boss de la industria del tabaco “ “ ¿ESTÁN JUSTIFICADAS LAS ALARMAS SOBRE EL TABAQUISMO INFANTIL?

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