Cannabis Magazine 231

y exfumadores”. Así pues, también afirma que “los adolescentes que utilizan estos productos suelen fumar también” y “son pocos los adolescentes no fumadores que utilizan estos productos”. Sin embargo, el dato que se repite de forma machacona es eso de que “hasta el 50 % de los adolescentes los han probado alguna vez en su vida”. El uso conjunto de indicadores “probar alguna vez en la vida”, “en el último año”, “en el último mes” y “diariamente en el último mes” permite hacerse una idea más aproximada de la magnitud de un problema, es típico de los informes del PNSD, pero en este no hay ni rastro de los datos. Tenemos que rebuscar en otro documento del PNSD, entre gráficos que explotan este concepto, para leer que esa tendencia se ha reducido cuatro puntos en dos años y, lo que es más importante, que en torno al 9 % de los adolescentes de 14 a 18 años los han utilizado en el último mes9. Aun así, el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, el Plan Nacional sobre Drogas y el Ministerio de Sanidad compiten en lanzar el mensaje más alarmista posible. Para ello, no dudarán en traer datos de adolescentes de Estados Unidos. Sí, ese lugar del mundo tan civilizado en el que más de 6.000 menores fallecieron o resultaron gravemente heridos en 2022 por armas de fuego10, el 33 % de los jóvenes de 16 años tiene miedo a ir al instituto por este motivo10 y otros 1.000 menores de 18 años murieron por sobredosis de opioides adulterados el año pasado2. El alarmismo llega a niveles que creíamos históricamente superados. Una imagen de internet con cuatro supuestos vapeadores diseñados para niños llevó este asunto a las portadas de todos los periódicos nacionales. No hay evidencia de la presencia de tales artefactos en España, incautaciones policiales ni datos objetivos. Pero la foto (cuyo origen no he sido capaz de encontrar tras varias horas de búsqueda), es suficiente para que expertos y seudoexpertos deseosos de su minuto de gloria televisiva, se hayan lanzado en tromba a rasgarse las vestiduras ante los “ciganiños”. Los que ya llevamos unos añitos en esto (tantos como muchos preventólogos), no podemos evitar esbozar una sonrisa recordando las calcomanías con LSD repartidas en los recreos del colegio o las pastillas de Pikachu o Supermario. Las leyendas urbanas siempre vuelven y el camello que “abre mercado” entre los tiernos infantes sigue siendo una imagen tan eficaz como sin sentido. 87 “ “ EL DEBATE SOBRE EL CIGARRILLO ELECTRÓNICO ESTÁ LLENO DE MATICES Supuestos modelos de e-cig dirigidos a público infantil “ “ LA LUCHA DEL BIEN CONTRA EL MAL NO SIRVE PARA EXPLICAR LOS PROBLEMAS DE DROGAS

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